Parte I: LucesSábado.
Se apagan las luces, cierra los ojos.
En el profundo silencio de la noche y bajo la oscuridad de un cielo dormido, mientras todo
el mundo duerme plácidamente en sus casas, en el reloj de la mesita de noche marcan las
tres de la madrugada, una suave brisa de verano entra por la ventana de la habitación. La
cortina que arrastra hasta el suelo se mueve delicadamente. La luna llena alumbra parte de
mis pies descubiertos por las sábanas, un ladrido de un perro se escucha en el silencio de la
noche. Un escalofrío recorre mi cuerpo, entre sueños me doy la vuelta en la cama,
quiero taparme con las sábanas, pero noto como me tocan el brazo.
-Alba despierta, estoy aquí. ¿Me ves?
-Alba te he traído flores, huélelas, tenía ganas de verte.
-No puedo tengo miedo.
Me doy la vuelta en la cama y me toca de nuevo el brazo.
- ¿Puedes verme ahora? Tranquila, he pasado a ver cómo estás.
- ¡Espera puedo verte!, tienes flores en el pelo, estás muy guapa Mia. ¿Dónde te has metido
todo este tiempo? Te he estado buscando sin parar y no sé nada de ti. Creí que estabas de
viaje y no te llevaste el teléfono. Vi tu llamada perdida hace unos días, te llamo, pero no me
devuelves las llamadas, no sé qué ocurre, pero ya no pasas por mi casa.
- He estado un poco perdida y no sabía cómo hablar contigo...
-Mia llevo semanas sin verte, no tengo noticias tuyas y no sé dónde buscarte. Estaba
preocupada, tantos días sin flores son demasiados. Llégate luego y hablamos. Te he echado
mucho de menos.
-Yo a ti también, lo siento Alba no he podido venir antes.
- ¿Espera qué es esa luz?, tengo cosas que contarte, Mia no te vayas por favor.
-No te preocupes tranquila, cierra los ojos y duerme, volveré.
Domingo.
Ocho y media de la mañana, entra el sol por la ventana, Domingo extraño de esos que no
sabes porqué, pero no te quieres levantar, un dolor de cabeza me atormenta de alguna
pesadilla que ahora mismo no recuerdo, como una resaca de hace días, llenos de
pensamientos alborotados. Me levanto de la cama tranquila y enciendo una lamparita de sal
del Himalaya, mi gatito blanco pasea entre los restos de dos entradas rotas de algún
concierto, están tiradas por el suelo del salón, camino descalza y medio dormida hacia la
cocina. Mientras hago café me asomo de puntillas por la ventana, un manto verde decora el
jardín, las flores de colores parecen pequeñas luces parpadeantes por el sol, miro la mesa de
la cocina y hay un jarrón vacío.
Cojo el teléfono para llamarte (Mia donde estás metida) da varios tonos, pero no hay
respuesta, no hay mensajes, no hay nada, como últimamente. Seguro que estás trabajando,
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Siete días con Mia (Libro Publicado!)
Historia CortaRelato Corto.Basado en una historia real. Qué pasaría si conocieras a alguien que elige no sentir... ❇