Epílogo.❜

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- Una variedad de emociones podían ser percibidas en el ambiente de aquella mañana que resultaba ser más especial que cualquier otra para cada uno de los estudiantes de la Preparatoria Hokori.

Muchos sentían felicidad y satisfacción, otros algo de tristeza y nostalgia, y otros incluso decepción o arrepentimiento por no haber alcanzado mejores resultados.

Todo porque aquel día se estaba festejando el fin del curso escolar, y los alumnos ya se encontraban fuera, en la extensa entrada de la academia luego de haber celebrado la ceremonia de graduación que recién había terminado algunos minutos antes.

Era un momento importante y decisivo en la vida de muchos, que le dirían adiós a sus vidas como estudiantes de preparatoria para avanzar y convertirse en estudiantes universitarios o adultos trabajadores, en caso de no desear continuar con sus estudios.

El primero, era el caso de Nishimura Riki, quien se encontraba en estos momentos con una enorme sonrisa pintada sus labios de cereza, y sosteniendo un diploma envuelto entre sus manos, documento que probaba que se había graduado satisfactoriamente con excelentes resultados. Mientras tanto, su madre lo llenaba de besos y halagos, orgullosa de su hijo mayor.

El tiempo había transcurrido tan rápido pero a la misma vez tan lento en numerosas ocasiones, pero allí estaba ahora, terminando su tercer y último año de este nivel escolar, junto al resto de sus compañeros.

Su madre se despidió de él luego de algunos minutos, dándole su espacio y tiempo para despedirse de sus amigos. Pero su soledad duró pocos minutos cuando sintió el peso de un cuerpo caer sobre su espalda, casi tumbándolo, con un par de brazos cortos y pequeños rodeando su cuello y unas manitas regordetas apretaron una de sus mejillas con cariño.

—¡Nishi, felicidades por tu graduación! — el pelirubio mencionado reconocía perfectamente aquel tono de voz agudo que le habló, o más bien gritó al oído, junto con su dulce aroma a chocolate y fresas. — Estoy feliz, pero triste a la vez. — sus gruesos labios formaron un pequeño pero tierno puchero.

Riki soltó una pequeña risita, bajando al contrario de su espalda para poder darse la vuelta sobre sus talones y mirarlo, apreciando un pequeño brillo acuoso en sus grandes ojos verdosos, y esta vez fue su turno de apretar sin mucha fuerza una de aquellas mejillas abultadas y rosáceas.

—¿Qué pasa, JungWonnie? Se supone que debes estar feliz. Comenzarás tu tercer año pronto. Felicidades a ti también. — el mayor le sonrió, mostrando sus dientes delanteros que asemejaban los de un conejo para transmitirle apoyo a su amigo.

—Pero… — aun así, el chiquillo se mantenía con aquel tono melancólico, apegándose más al contrario para abrazarlo, con su cabeza apoyada en su pecho. — ya no estarás aquí, y te voy a extrañar mucho. ¿Qué será de mí y el Consejo Estudiantil ahora?

—Bobo, no hables como si fuera a morir o algo de eso, solo estaremos en diferentes escuelas a partir de ahora. Es todo. — el rubio llevó su mano a los cabellos radiantes del más bajo, enredando sus dedos entre estos para acariciarlo. — Además, sabes que ya no formo parte del Consejo desde mi segundo año. ¿Qué dirán los demás si ven al Presidente lloriqueando de esta manera? — comentó con tono jocoso.

—Pero, tú siempre me ayudabas cuando necesitaba un consejo, y me sentía seguro de tenerte a mi lado. — el menor se separó un poco, lo justo para poder levantar su mirada y encontrarse con la del adverso. — Eres mi mejor amigo, es claro que voy a extrañarte.

—Lo harás bien, JungWonnie. Lo has hecho muy bien durante este tiempo, no te preocupes. Además, tienes a SuNoo y al otro chico que se unió a ustedes. ¿Cuál era su nombre? ¿BeomGyu? — el más bajo asintió. — ¿Ves? Yo no estaré, pero eso no significa que estarás solo. Y sabes que siempre nos mantendremos en contacto.

𓏲  ¡𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶𝗱𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝘀 𝘂𝗻 𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮! #𝗦𝘂𝗻𝗴𝗞𝗶 ﹆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora