Los rayos del sol, que ya eran bastante intensos para que su cortina los pudiera detener, obligaron a Jossette a levantarse de la cama. Le dolía la cabeza, le retumbaban los oídos y seguía sin poder superar el trauma de lo acontecido la noche anterior. Ni siquiera se esforzó en pedirle explicaciones a Math porque estaba tan agotada y él estaba tan enfurecido que eso hubiera resultado en una exhaustiva pelea.
Bebió un vaso de agua y tomó dos píldoras para el dolor de cabeza antes de meterse al baño y tomar una larga ducha que la ayudara a despejar sus ideas. Todo era tan confuso, como si a pesar de haberlo vivido y haber estado ahí lo recordara como un sueño, algo lejano. Sabía que lo mejor, por su salud mental, era no darle tantas vuelas al asunto, pero no podía evitarlo, tenía que enfrentar a Math y saber que era lo que había sucedido.
Contra su voluntad, salió de la bañera y se vistió con un top blanco y un pants negro, se colocó los tenis más cómodos que tenía y unas gafas de sol para no contribuir a la continuación de su migraña. Salió de su habitación a sabiendas que lo más seguro era que su esposo ya se hubiera ido a trabajar, pero se equivocó. Math estaba al teléfono coordinando lo necesario para arreglar los desperfectos que habían dejado en su casa el montón de disparos de la noche anterior, en cuanto la vio salir de la habitación le hizo señas de que lo esperara un momento.
-Necesito que me acompañes, preciosa.- le pidió finalizando la llamada y le dirigió al piso de abajo.- Hemos tenido que cambiar la seguridad, ha sido una recomendación muy grande que velara por tu seguridad y debido a ello te he contratado un guardaespaldas personal. No, no discutas.- la calló cuando observó su mueca de desagrado. Jossette se obligó a tragarse sus descontentos.
Siguió caminando con él hasta el jardín más pequeño, donde había varios hombres de traje que ella jamás había visto, se detuvieron a la mitad del jardín y Math hizo unas señas para que uno de los hombres de traje se acercara a ellos y los demás se dispersaran.
-Preciosa, te presento a...
-Justin.- finalizó el rubio al darse cuenta que obviamente, Mathew no recordaba su nombre.
-Claro, Justin. Él será tu guardaespaldas, no puedes poner un pie fuera de esta casa si no estás con él, y aquí mismo te estará vigilando siempre.
-Mathew, tenemos que hablar.- le recriminó Jossette ignorando por completo al rubio, con una notoria molestia en su voz.
-Lo siento preciosa, voy muy tarde al trabajo y ya debo irme, hablaremos cuando vuelva. Y por favor, por favor, no te despegues de Justin, me moriría si algo te sucede.
El pelinegro tomó a su esposa de las mejillas y le plantó un beso en los labios antes de irse casi corriendo a su auto para salir a su oficina. Jossette dio un resoplido de disgusto y sin molestarse en prestarle más atención a su nuevo guardaespaldas caminó dentro de la casa a tomar su bolso, le urgía poder ir por un enorme y helado café a cualquier Starbucks.
-¡Deja de seguirme, por el amor de Dios!- le reclamó al rubio cuando después de salir del residencial, él seguía sin separársele más de cinco pasos.
-Lo siento, señora. Debo cumplir órdenes.
-¡Ni se te ocurra volverme a decir "señora"!- bufó con bastante molestia.- Me llamo Jossette, y si vas a insistir al menos camina a lado de mi, me da escalofríos tenerte a mis espaldas.
-De acuerdo, Jossey.
-Dije Jossette, no Jossey.- discutió sin poder modificar su tono de molestia.
El mastodonte sólo se encogió de hombros, como evidenciando que no le importaba en lo más mínimo cuál fuera su nombre; aprovechando que ahora caminaba a la par de ella, Jossette volteó a mirarlo de reojo para prestarle más atención. Era grosero, es decir, no le había hecho o pronunciado alguna grosería aún, pero su tono de voz era frío, autoritario, caminaba rígido, y gracias a la camisa de su uniforme se le podían marcar los grandes bíceps que poseía. No volteó a verla ni una vez, menos pronunció otra palabra, por el contrario parecía bastante atento a todo su alrededor, como si ni el vuelo de una mosca pudiera suceder sin que él lo percibiera. Era atractivo, tenía un bonito cabello color castaño claro, o rubio oscuro, lo que se le pareciera más, su nariz era recta y grande, pero no amplia, sus labios eran gruesos y proporcionados, y hasta que se quitó las gafas oscuras fue posible percibir sus hermosos ojos color miel. Si, definitivamente, era atractivo.
Pero eso no quitaba que era escalofriante y frío. Y que, obviamente, Jossette no necesitaba a ningún niñero que le cuidara la espalda mientras iba por un café.
Cuando llegaron a Starbucks, ella intentó con mucha vehemencia pasar desapercibida, se colocó las gafas oscuras con las que había salido y dejo su cabello suelto. Susurró al barista que quería un caramel machiatto con leche deslactosada, con carga extra y dos shots de avellana y espero al final de la barra su pedido.
Justin había decidido sentarse en una mesa cercana después de negar querer tomar algo cuando ella se lo preguntó, y se lo agradecía, tener a un mastodonte detrás no le ayudaba a pasar desapercibida. Que de todos modos no sirvió de mucho cuando el estúpido barista gritó como anunciante de telejuegos "¡Jossette, caramel machiatto".
Algunas personas voltearon a verla, entre ellas se encontraban Brianna y Halsey, quienes le hicieron señas de que se sentara y ella no pudo evitarlo.
-No lo puedo creer, eres noticia, todo el mundo está al tanto de lo sucedido en la mansión Capour.- inquirió Brianna con ese hostigoso tono de chisme.
-Ugh, si. Es lo único que me aparece en mi feed de insta.- continuó Halsey.- ¿Qué mierda pasó Jey?- esto último lo dijo en un susurro, percibiendo que varios de los presentes en la cafetería estaban atentos a ellas tres.
-No tengo la más mínima idea, estuve tan aterrada. Mathew ni siquiera ha querido tocar el tema. Todo lo que hizo fue imponerme a un mastodonte como guardaespaldas.
-¿Es el sexy chico de la mesa de atrás? Con razón no dejaba de verte.-inquirió Brianna.- Oh, a mi no me molestaría un ataque terrorista en mi casa si de recompensa me dan un bombón de esos.
-Bri, cállate.- se burló Jossette obligando a su amiga a quitarle la vista de encima a Justin.- Esto es serio, ¿sabes lo traumático que fue? ¿Cómo es que ustedes no quedaron dañadas psicológicamente?
-Cuando tu marido comenzó con otro de sus aburridísimos discursos, decidimos huir al patio a fumar.- explicó Halsey.- Oímos los gritos, pero no estuvimos dentro.
-¿Y no alcanzaron a ver algo extraño?- preguntó Jossette.- Algún rostro familiar, no sé...
-Debemos irnos.- interrumpió Justin de repente, tomándola del brazo en un agarre que no le permitía soltarse, y obligándola a seguirlo sin darle explicación.- Baja la mirada, cúbrete de nuevo con tu cabello.- le ordenó deteniéndose a escasos metros del establecimiento.
Ella obedeció, el rubio la rodeó con sus brazos haciendo que el rostro de Jossette quedara oculto en su amplio y musculoso pecho, esto complicaba el asunto, porque él olía tan bien que no la dejaba pensar con claridad, además de ese delirante aroma, su pecho estaba tan duro y bien formado que los pensamientos sucios no paraban de inundarle la mente, tenía que quitarse de ese abrazo de inmediato si tenía la mínima intención de pensar con claridad.
Movió un poco el rostro para alcanzar a ver que era lo que sucedía, un montón de paparazzis estaban atacando la cafetería con flashes preguntando por ella, alcanzó a visualizar como sus amigas se escondían tras la barra para no ser cuestionadas y como la seguridad del lugar no servía de mucho para detener a tantos acosadores.
-No levantes la mirada.- volvió a ordenarle su guardaespaldas mientras comenzaban a caminar de regreso a su residencial de modo lento, para no levantar sospechas.