-¿Cómo supiste que estaban ahí?- exclamó Jossette cuando estuvieron lo suficiente lejos del lugar.
-Vi al barista tomándoles fotos, y luego hizo unas llamadas. Alcancé a escuchar tu nombre, no sabía que serían paparazzis pero resultan ser bastante agresivos.- respondió sin mirarla.
El resto del camino de vuelta lo efectuaron a pie, sin volverse a dirigir ni la palabra, ni la mirada. Jossette sentía la tensión con la que caminaba Justin, volteando a todos lados, pendiente de lo que ocurriera, la atemorizaba tanto.
Cuando volvieron al residencial, ella corrió a prepararse un muy anhelado café, porque el que pidió en el local, ni siquiera lo había alcanzado a probar, y la cabeza comenzaba a darle vueltas, era casi la una de la tarde y no había ingerido bocado. Su estómago dejo de rugir cuando mordió el primer pedazo del muffin que había encontrado.
El resto de la tarde se le pasó en el gimnasio, y en la sala de cine, intentaba distraerse de todos los pensamientos que le inundaban la mente acerca de lo sucedido la noche anterior, no podía dejar de darle vueltas al por qué los habían atacado así, con qué intención, si eran ladrones por qué no se llevaron nada de valor, cuánto riesgo corría para que su esposo la haya tenido que obligar a llevar un guardaespaldas. Además que el constante ruido de notificación de su teléfono tampoco ayudaba. Tenía alrededor de cien mensajes entre su familia, sus amigos, y los medios que buscaban entrevistarla con respecto a lo ocurrido.
Sabía que Mathew no tenía una hora específica de llegada, pero era usual que se apareciera antes de las ocho, y el día de hoy no figuró en la excepción. Subió a trote las escaleras al tiempo que se deshacía del nudo de su corbata. Jossette se interpuso para que no entrara a su habitación y no tuviera escapatoria de la plática pendiente que tenían.
-Hola amor.- la saludó tratando de besarle los labios, ella desvió este gesto hasta su mejilla.
-Mathew, debemos hablar, aún no me has explicado...
-¡Oh mierda, Jossette! - exclamó fastidiado, interrumpiéndola.- ¿Aún con eso?
-¿Aún? ¡Ni siquiera has querido tocar el tema! Tengo el derecho de saber por qué mi techo está lleno de agujeros de bala.- gritó también, empezando a perder la paciencia.
-¿Tu techo?- se burló, tenía una expresión que ella no conocía, nunca lo había visto tan enfadado.- ¡Vives en mi puta casa! No tengo que darte explicaciones de lo que sucede en mi casa.
Ella parpadeó varias veces, perpleja ante esa respuesta. Él nunca le había hablado así, nunca le había gritado. Pero eso no le iba a ser suficiente para detenerla de preguntar sobre lo ocurrido. Claro que tenía derecho de saber que había pasado, tenía todo el derecho.
-Entonces explícame por qué demonios un grupo de terroristas me amenazó con metralletas.- insistió aún con el nudo en la garganta por la respuesta que había obtenido.
-Nadie te amenazó, estás histérica. ¡Demonios! He tenido un pésimo día, el gobernador quiere quitarnos la licitación por lo ocurrido, he tenido que pasar horas al teléfono esperando para hablar con él porque ni siquiera quiere recibirme, y vuelvo y lo único que haces es crear teorías conspirativas locas sobre gente que te amenaza.
-¡Me has tenido que obligar a llevar un puto guardaespaldas a todos lados! Si no creyeras que estoy en riesgo no lo hubieras hecho. Sólo quiero que me digas, por favor, qué demonios está sucediendo.- suplicó cerrando los ojos, estaba desesperada por respuestas, no entendía porque Math se ponía tan a la defensiva, no sabía qué estaba sucediendo y por qué las piernas le temblaban con tanto miedo.
-¡Pues soy el segundo empresario más rico del país!- explotó, no sonando demasiado convencido.- Hay personas que matarían por tener una centésima parte de ese dinero, y...
-¡Eso no es cierto, maldición! Todas esas personas no hubieran podido filtrarse en la seguridad del evento.- continuó, convencida de que le estaba mintiendo.
-Fue un error, Jossette, hubo un error en la seguridad y ya trabajé en ello, ya hice todo lo que estaba en mis manos porque estuvieras bien. Te juro que no tienes nada de qué preocuparte, confía en mi. No sé quién hizo todo ese show, y también me está afectando a mi, pero estoy haciendo de todo para que no vuelva a suceder jamás y para saber quien se atrevió a ponerte en riesgo, amor. Por favor, créeme.
No le creía, no sonaba convencido, no era él la persona de la que se había enamorado, algo había detrás de todo, pero se limitó a asentir porque el amor que sentía por Math la cegó. Debía dejar el asunto por la paz y convencerse de que todo estaría bien y que lo sucedido sólo había sido un "error".
Entraron a la habitación y él no tardó en caer rendido, mientras que ella no pudo pegar el ojo por más que se esforzaba. Cuando notó que Math ya estaba dormido con profundidad se levantó con cuidado de la cama, se puso la bata de la pijama y bajo con cuidado en dirección a la cocina. Necesitaba un trago.
Sacó del refrigerador una botella de vodka que había almacenado hace unos días y se dispuso a servirse cuando se dio cuenta que no estaba sola. Justin casi le saca un infarto del susto cuando de repente se apareció frente a ella en la barra de la cocina, era tan silencioso como un halcón.
-¿Qué haces aquí?- exclamó tratando de contener su reacción.
-Tenía algo de sed.- contestó con ese gesto de encoger los hombros que lo caracterizaba.
-¿Quieres un trago? No me siento cómoda bebiendo sola.
El rubio enarcó una ceja, no era un gran fanático de la bebida, pero ella no le dio tiempo de negarse, sacó otro vaso y le sirvió hasta un cuarto de su contenido. Después se sentó frente a él, y aunque se sintió obligado a sentarse también, se contuvo. Sabía que su trabajo de cuidarla terminaba a cierta hora de la noche, aunque no le habían especificado cuál, pero había límites entre cliente-guardaespaldas. Límites que seguramente él estaba rebasando al encontrarse con la esposa de su jefe, compartiendo un vaso de vodka, sin más ropa que un pants que usaba para dormir, dejando a la vista su bien trabajado abdomen.
-¿Jugo de piña?- ofreció Jossette.
-No, Jossey, así está bien. ¿Estás segura que no deberías estar durmiendo?
-Honestamente tengo tanto en la cabeza que lo que menos quiero hacer es dormir, además, mi esposo es un imbécil.- bramó terminándose la bebida y volviéndose a servir.
-¿Te lastimó?- no supo cómo, de repente ya estaba cuadrando la espalda y tensando los músculos, como listo para la pelea.
-No, no... Bueno, no físicamente, se escucharon los gritos por toda la casa, ¿cierto?- él asintió, volviéndose a relajar.- Que vergüenza, lo siento tanto. Pero no estoy loca ¿verdad? Debe haber algo más que un simple e inocente atentado.
Si sonaba como una loca, ella misma se dio cuenta cuando distinguió el tono de desesperación que emanaba de su garganta.
-¿Puedo decir algo al respecto?
-Por favor.- pidió terminándose su segundo vaso de vodka.
-Ningún hombre bueno necesita a alguien que le cuide la espalda.- finalizó terminando también su bebida.
Agradeció con un gesto por el trago y salió de la cocina para volver a su cuarto a dormir.