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capítulo veintitres. mapa de los momentos
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—BUENO, ¿ES UN LUGAR hermoso no crees? —Los ojos de Esme finalmente se apartaron de Hope mientras se sentaba en su cuna de juegos, buscando a tientas el juguete que Esme le había dado para su entretenimiento. Mientras su atención había estado en Hope y asegurándose de estar felizmente ocupada, no había hecho mucho por la casa que no habían tocado desde la Navidad después de huir de Mikael. Todavía estaba en buenas condiciones y tenía una calidez que le hizo un nudo en el estómago a Esme, se sentía como en casa. Rebekah había estado deambulando por la casa, agregando pequeñas instrucciones dado que era la temporada de fogatas y estaba preparada para continuar con una tradición que creía que encajaba correctamente con ella y su familia. Dentro de la bodega de la rubia había una botella de vino tinto, una en la que estaba feliz de servirle a su hermano que estaba jugando con las cortinas que colgaban frente a la ventana, no había ni una mota de polvo en ninguna superficie—. Nik debe hechizar a un amante del vino parra tener compañia, porque encontré un Bordeaux 2005. ¿Gustas? —Esme sabía que no podía probar ese vino por el bien de su bebé, atrayendo su atención hacia el vaso de agua que estaba sobre la mesa auxiliar.
La mano de Elijah se apartó de la cortina, pero sus ojos se detuvieron en la tela mientras su espalda miraba a su hermana pequeña, todavía estaba de mal humor dado que ella le había roto el cuello y lo había tratado como si fuera frágil. Esme podía ver la diferencia en Elijah, cómo parecía haber habido más tensión en sus hombros de lo normal, estaba incómodo en una habitación donde debería haberse sentido cómodo. —Aprecio el esfuerzo, Rebekah. Pero reconozco cuando me tratan con delicadeza.
El vaso de los labios de Esme había sido retirado por su mano mientras se preocupaba por la sensación del Mikaelson como si estuviera escondiendo lo que realmente sentía. —¿Cómo te sientes, Elijah? —Preguntó antes de dejar su vaso sobre la mesa con un leve ceño fruncido que se había deslizado hasta sus labios.
—Muy castigado —Esme suspiró mientras Elijah giraba sobre sus zapatos para encarar a las dos mujeres que estaban frente a él. Se confiaba en que había estado protegiendo a Esme, Hope y Rebekah, pero parecía que se preocupaban más por él—. Estoy aquí para protegerte.
—Sé que quieres hacerlo, Elijah.
Sus cejas se arquearon con duda. —Sin embargo, encontraste necesario dejarme inconsciente antes de traerme aquí —comentó.
—Pues no eras tú mismo —se defendió Rebekah, sentía que lo que hacía era para bien. La matanza que Elijah había hecho sin duda acercaba a Ester a ellos y no podían permitir eso—. Y tenía que sacarnos de ese lugar. ¿Qué pasó ahí?
Los ojos de Elijah se apartaron de Rebekah, tratando de recordar lo que había visto dentro del restaurante y lo que le había hecho matar a cada una de esas personas inocentes. —No lo sé. Niklaus me envió a proteger a Hope y Esme. Mi trabajo es mantenerlas a salvo.
