CARTA N° 88

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               ¿Qué hago cuando quiero hablarte pero siento que soy un estorbo? ¿Qué hago cuando me siento triste y quiero que alguien me escuche? ¿Qué hago cuando siento que no le importo nada a nadie? ¿Qué hago cuando siento que me estás alejando y quiero evitarlo? ¿Qué hago? Necesito que alguien me apuntale porque llevo perdida mucho tiempo, ya no sé dónde está el norte.

               Nunca te extrañé tanto como cuando quise contarte algo y me di cuenta que no estabas ahí para escucharme.

              Llegaste a mi vida en el momento de más turbulencia... y en medio de todo aquel caos que me rodeaba, encontré en ti una calma que nunca antes había experimentado, sólo bastaba verte a los ojos. Y bueno, no te voy a decir que el mundo se arregló por completo, pero en cierto modo, todo aquel desastre ya no me asustó.

              Siempre me sentí que estaba en el lado equivocado del mundo, hasta que un día supe que estaba en el lugar correcto cuando sin esperarlo entrelazaste tus dedos con los míos esa tarde de otoño sentadas en el sillón de tu casa. En ese instante entendí, que en ningún otro lugar del mundo encajaría mejor.

             Pero sin avisarme, un día me soltaste y la caída fue dolorosa, al punto que no tuve fuerzas ni siquiera para intentar levantarme. Fuiste tan fugaz que no llegué a amarte como hubiese querido. Dicen que todos volvemos al lugar donde fuimos felices, ¿sabes a donde volvería yo?

            Al final, somos lo que dejamos en el corazón de las personas y aunque el dolor siempre a estado ahí y la herida la deja quien se va no quién se queda, mi amor por ti logró cerrar las heridas y conservar la alegría que alguna vez conocí contigo.

           Sólo espero que si un día te logro olvidar (si es que ese día existe) tú no empieces a recordarme...

Cartas a ellas...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora