Terminaba de subirme al auto, la lluvia había hecho de lo suyo en mi ropa de trabajo y en mi maletín que como pude y a los malabares puse en el asiento de atrás. Con el cabello afectado por aquella tan anunciada lluvia durante todo el día por los expertos en clima y la ropa desprendiendo ese característico olor a ropa mojada coloco la llave y enciendo el auto; hoy he salido de la oficina más tarde de lo que esperaba, ya no hago tiempo para ir al gimnasio... otro día que pago para no asistir a ejercitarme un poco después de estar tantas horas sentadas trabajando.
La lluvia no da tregua, la gente se altera por un poco de agua regalada del cielo... nunca entendí porqué la lluvia provoca eso en los transeúntes y los conductores... impaciencia, intolerancia... estamos alterados.
Llevo más de 3 cortes de semáforo detenida en el mismo lugar, las luces rojas del auto que tengo por delante dan cuenta que el detenimiento es generalizado, de seguro algo debe haber ocurrido pero desde aquí no puedo saber de qué trata. La radio se escucha muy mal, no sé si es por el mal tiempo, el exceso de emisoras radiales, la lluvia o una sumatoria de todo eso, así que decido apagarla y quedarme en compañía del ruido de las cientos de miles de gotas que caen una tras otra acompañadas casi de forma constante por truenos, que para la lluvia que observo, son algo tímidos o quizá están inhibidos por el carácter de los relámpagos que iluminan el cielo más oscuro. Con mi mano izquierda apoyada sobre la puerta apoyo mi cabeza cansada de otro día más que no te he visto y de nuevo me pierdo en mis recuerdos tratando de encontrarte en alguno de ellos y hoy he tenido suerte, me acordé del día que nos conocimos ¿te acuerdas?
Cuando te vi aquel día supe que no te podría dejar de amar, que estaba segura en tus ojos, que a tu lado quería caminar, reírme, soñar. Cuando entraste a mi vida aquel día eras esa isla perdida que cualquier náufrago soñaría algún día encontrar; solo en ti quería estar. Rozándome con tu piel, estremeciéndome de placer cuando te escuchaba reír con alguno de esos chistes malos que te solía contar, tú desordenabas todos mis sentidos y emociones, incendiabas mis latidos haciendo que el pecho me ardiera de una manera que ni siquiera el fuego podría hacerme sentir. Moría por demostrarte con mis besos que no podía (puedo) vivir sin ti, que muero si no estás. Pero nunca me atreví a hacerlo y aprendí a sobrevivir sin ti, no por elección, sino por obligación.
No puedes darte una idea de cuánto odiaba estar al lado tuyo y no poder decirte cuanto te amo, no amaba, porque te sigo amando a pesar de todos los años que ya han pasado y no hemos vuelto a coincidir.
Quisiera entregarte mi corazón porque está claro que no quiere estar conmigo, cada día le cuesta más cada latido, está cansado, enojado conmigo y con el miedo que viene conmigo haya donde vaya. Le pregunto a donde va y lo único que me dice que "me voy con ella, donde pertenezco". De tan solo pensar que no te puedo sacar de mi corazón, prefiero arrancármelo. Si quisieras mi corazón, te lo daría sin condición.
No cambiaría un minuto de ayer contigo por cien años de vida sin ti. Has sido lo mejor de mi vida y eso no va a cambiar aunque pasen 20 años más.
Un bocinazo sostenido me saca sin previsto de mi recuerdo contigo. Otra vez te pierdo y sin poderme despedir, como aquella última vez. El tiempo puede que sane las heridas, pero las cicatrices siempre me recordaran el pasado. No sabes lo que es amar a alguien y que duela por hacerlo. La lluvia puede que lave todo, menos las penas del alma.
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Cartas a ellas...
RomanceRecopilación de algunas de las cartas escritas a ellas... a las 2 mujeres que marcaron mi vida... el amor de mi vida y la mujer de mi vida. Estas cartas jamás fueron entregadas a su destinataria; simplemente reposan dentro de la oscuridad de una vie...