I'll be your animal

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Mara entró a la escuela masticando chicle y no le importó ser reprendida por el inspector de la puerta al verla mascar. Ella solo avanzó, hasta llegar a donde estaba sentado Iker y lo abrazó, para luego darle un beso en la mejilla.

—¿Estás feliz hoy? —preguntó él.

—Mucho. —Sonrió y se sentó a su lado—. Gustavo me estuvo llamando ayer, todo el día. Está resultando como quería.

—¿Sí? Creí que ya no... Es que tú me... Y los rumores sobre él...

—Lo sé, lo sé... —Entristeció su mirada—. Es que hay algo que me une a él que es fuerte, no podría explicarlo.

—¿Y si no lo conocieras? ¿Y si...? ¿Y si él un día solo desapareciera? Como si nunca lo hubieras conocido, como si no existiera.

—Supongo que ahí sería distinto, ni idea. Tal vez, si no nos hubiéramos conocido, saldría contigo.

—¿Lo dices en serio? —Sonrió.

—Es raro, pero sí. Creo que el sábado en la noche lo demostré.

—Si es así, ¿por qué no lo dejas y estás conmigo?

—Ya te lo dije: hay algo que me une a él. Si pudiera cortar ese lazo...

Mara suspiró con una expresión triste y se alejó. Iker comprendió su rostro y en su cabeza quedaron dando vueltas las palabras de la chica. ¿Cómo cortar aquel lazo que impedía que estuviera con ella? 

Ojalá él desapareciera.

Algunas imágenes pasaron rápidamente por la mente del chico. Logró suprimir por un tiempo sus recuerdos del verano, pero a veces aparecían en sus sueños, así como también en ese momento. En ocasiones, no podía evitar soñar con que le disparaba a Gustavo y lo dejaba a la suerte de sus perros. Aunque, ¿sería suficiente? Tal vez merecía algo peor.

Mara se sentó en su puesto de siempre, a un par de minutos de que sonara el timbre, por lo que, empezó a sacar las cosas de su mochila, hasta que Gustavo la interrumpió al golpear ligeramente su mesa con la palma de su mano.

—¿Y eso? —preguntó ella ante su evidente molestia—. ¿Qué hay de tus modales? ¿Ni siquiera un "buenos días, amor"? ¿Desde ahora solo vas a golpear algo cada vez que me veas?

—No lo sé, ¿va a ser una costumbre tuya quedarte con Iker? Y peor: dejarme plantado.

—Ya te expliqué: me convenció de quedarme. Había una emergencia en su familia y no quise dejarlo solo.

—¿Pero sí me dejaste solo a mí?

—Vete a tomar por culo.

El timbre sonó, pero no fue impedimento para que Mara se levantara de su asiento y se marchara. Gustavo la siguió y atajó su brazo en la puerta del salón, ante las miradas espectantes de sus compañeros, quienes querían saber qué pasaba.

—Suéltame —ordenó Mara.

—No, primero escúchame: no puedes poner a tus amigos por sobre mí, ni quedarte donde uno. Es que si incluso si no pasó algo entre ustedes, y espero que así sea, él pudo haberse aprovechado de ti mientras estabas en su casa.

—Créeme: Iker es mucho más caballeroso que tú, no es un puerco que me tocaría el trasero después de decirle que mi madre está enferma.

—¿Por eso es todo esto?

—¿Qué cosa?

—¡El circo que estás montando! —Elevó los brazos, soltando a Mara.

—¿Yo estoy haciendo eso? Oh por favor... tú eres el que golpeó mi mesa enojado.

Chicos MalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora