My mommy likes to sing along with me, but she won't sing this song

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Mara no dejó de escribir en su libreta, aunque su padre ya le había ordenado que debía dormir para estar bien en sus clases al día siguiente. Solo quedaba un par de días para su gran fiesta y no quería que alguna cosa saliera mal, por lo que, debía dejar todo perfecto.

Se alejó de Gustavo desde la pelea que tuvieron frente a todos en el salón, pero no terminaron en todo ese periodo. Era como si estuvieran en una pausa no declarada, que le provocaba incertidumbre al muchacho, pero una extraña calma a la chica.

La noche antes de la fiesta, encontró a su madre sentada en el piano, previo a la cena. Su salud estuvo mejorando en los últimos días, por lo que, se movía más por la casa que antes y era normal encontrarla en el jardín junto a las flores o sentada en el piano.

—Parece que nadie lo ha tocado desde que me enfermé —dijo de repente, sorprendiendo a la adolescente—. ¿Qué puede ser tan importante que le dedicas tanto tiempo?

—No te gustaría saber. —Sonrió Mara—. Como sea, recuerda que mañana es mi fiesta por noche de brujas.

—Cierto. —Sonrió con cierta nostalgia—. Recuerdo cuando corrías de un lado para otro con una tiara en la cabeza... y ahora estás tan grande, aunque todavía llevas una tiara, invisible, claro. —Soltó una risilla y Mara solo sonrió—. Estás tan bella...

Sintió una punzada en el abdomen y su expresión cambió a una de dolor, por lo que, Mara se le aproximó rápidamente y la ayudó a llegar hasta un sofá que estaba cerca.

Pese a los problemas de su madre, Mara debía seguir con sus planes. No podía cancelar su fiesta a esas alturas, sobre todo porque sabía que gracias a ello iba a saber qué pasaba realmente, pues era el escenario perfecto para que Gustavo se juntara con su amante y alguien los viera.

Al día siguiente, estuvo guiando todo en el salón del evento para que quedara bien decorado y con cada equipo instalado. Se cambió una hora antes de que iniciara la fiesta, poniéndose un vestido color esmeralda, que le marcaba la figura con un corte en la pierna y la espalda descubierta. Se peinó de acuerdo a un video, ondulando hacia un lado su cabello negro.

Luego de maquillarse y rociar un fijador sobre su cara, colocó con cuidado cada joya en su lugar y se puso sus largos guantes negros para combinar con el vestido de satén que llevaba.

Cada persona que llegaba se asombró al verla. Era ver realmente a una actriz en una alfombra roja de los años 50s. Varios, en cambio, optaron por replicar la apariencia de personajes icónicos del cine clásico, como era el caso de David con su disfraz del primer Drácula del cine.

—Marilyn Monroe sentiría envidia de verte —susurró detrás suyo Gustavo.

—Lo sé. —Sonrió y se apartó.

—Mara, escucha...

—¿Y si hablamos mañana mejor? Quiero disfrutar de la fiesta que organicé, que bastante me costó, por cierto.

—Voy por un trago entonces.

—Anda. —Alzó las cejas con desinterés.

La chica le hizo una seña a David, quien estaba con una máscara, y este se le acercó, al igual que ella caminó hacia él. Él se levantó la máscara de Drácula para poder hablar correctamente con ella.

—No le quites la vista de encima a Gustavo. Si hay un momento público en el que va a cortejar a otra, ese momento va a ser hoy y no me sorprendería que esa otra sea Clara.

—¿Clara? Pero si ella es como un ángel, hasta llega a ser irritante lo buena que es.

—Y por eso es que Gustavo la cortejó y la volverá a cortejar: es una tonta ingenua.

Chicos MalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora