× |Oneshots Zhongchi| ×

× Fire on fire ×

× Sinopsis ×: Aether cansado de las peleas de Zhongli y Childe, organiza un plan para que resuelvan sus diferencias.

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― ¡No saldrán de ahí hasta que arreglen sus diferencias! ―gritó un molesto Aether. Paimon lo miraba un poco asustada. Su amigo realmente se encontraba furioso. Y no era para menos...

Se encontraban en La Relajatetera, había invitado a ambos con la esperanza que vuelvan a su vieja amistad. Pero solo había traído conflictos.

En los últimos días había visto como Childe y Zhongli discutían sin cesar. No habían sido los mismos desde el incidente de la gnosis.

La gota que había derramado el vaso había sido una pelea que tuvo lugar en su propio patio. Habían destruido su jardín y por poco su hogar. Cansado de su infantil comportamiento, decidió tomar medidas extremas.

Escuchó quejas detrás de la puerta pero las ignoró, cerró la puerta y la selló con magia aportada por Gordi para que no pudieran salir.

―Vendré mañana por la mañana, ¡espero que se lleven bien para entonces!

Sin más se marchó junto a Paimon.

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― ¿No te das cuenta que es inútil? La puerta fue sellada con magia adéptica ―dijo un molesto Zhongli. Que el contrario haya decidido embaucarse en una batalla con la puerta le estaba poniendo de los nervios.

Childe deshizo sus dagas y miró directamente al consultor.

― Al menos estoy haciendo algo para intentar salir ―resopló el pelirrojo. La inactividad del ex arconte le estaba molestando de más.

― Recurrir a métodos tan violentos no te llevarán a nada ―reprochó el castaño.

― ¿Pretendes que le pida a la puerta que se abra por favor? ―dijo enfurecido―. Sé que eres más listo que esto. Ayúdame a buscar una salida, así no tenemos que vernos la cara nunca más.

― La única salida es el diálogo Childe, ven toma asiento y arreglemos esto por una vez por todas ―sereno respondió Zhongli.

Tartaglia estaba listo para poner una y mil escusas, mil y una quejas; sin embargo, el tiempo que llevaba encerrado ya se le hacía molesto. Solo tendría que fingir una reconciliación, era un gran actor después de todo, un papel más no le sentaría mal.

― Está bien ―dijo derrotado. Acto seguido se sentó en el sofá rojo junto al Adepti. Quién diría que estaba sentado al lado de un mismísimo dios, y nada más que el más fuerte de los siete. De pronto se le antojaba otra batalla, el contrario era un digno oponente al cual desafiar multitud de veces. Un experto en batalla, dios vencedor de la guerra de arcontes... Celestia, este hombre era tan interesante. Aunque odiaba admitirlo el contrario lo traía fascinado. Tanto su historia como Arconte como el pseudo mortal, Zhongli, le llamaban demasiado la atención.

Zhongli cruzó los brazos y meditó un momento. Tenía al heraldo muy cerca, al parecer el sillón no era tan grande como parecía en primera instancia. Ignoró ese minúsculo detalle.

― Comienza tú ―dijo Childe―, después de todo fue tu idea.

― Está bien ―respondió, tomó aire y continuó―. Creo que ya sabes mis conflictos con las emociones mundanas, son algo novedosas para mí... por ende no consideré que mis acciones tendrían ese efecto en ti. Te pido mis más sinceras disculpas, Childe.

De todas las cosas que podría haber dicho, Zhongli eligió justo las palabras más acertadas. Tartaglia quedó estático, no esperaba una explicación, mucho menos una disculpa. Sin embargo, no iba a dejar que las cosas se solucionen así como así.