cinco

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hablar con jake por mensaje era muchísimo más fácil de lo que parecía

luego de su pequeña plática con la bestia sobre lo que habló con el mayor, jay tenía la excusa para romper el hielo a través del chat más maravillosa de la historia -o al menos para él así era-

¿qué mejor que un: hola, soy jay, ni-ki me ha dicho que le preguntaste por mi cabello y te respondió que era por parecerme a un maiz?

nada, según jay

jake se había reído a mares a través de mayúsculas por el chat tras la breve explicación de jay sobre la verdadera razón de su cabello -que fue porque perdió una apuesta con heeseung de quien se emborrachaba primero a puros chupitos- y cuando jay pensó que la conversación se cortaría allí, jake le había contado que él se había teñido de rojo anteriormente

y bueno, jay realmente hablaba hasta por los codos, le gustaba que lo escucharan cuando contaba cada anécdota y su vida parecía estar tan llena de mala suerte que no le faltaban historias para no dejar de hablar con el bonito castaño

y así se habían pasado alrededor de... ¿dos semanas? jay ya no estaba tomando la cuenta de los días, veía a jake dos veces al día y hablaba por las noches sin parar con él y eso lo tenía en una nebulosa de felicidad que era tan notoria que su madre le miraba como un bicho raro a la hora de la cena

tampoco es que las insinuaciones hayan faltado cuando se veían la cara, jay siempre le decía a jake lo bonito que se veía, tan directo y continuo que se relajaba al decirlo y ver las mejillas rojizas de jake aparecer tras una tímida sonrisa del más bajo al escuchar eso. le gustaba tocarlo, esos pequeños roces de mano que aparecían cuando jake dejaba sus manos encima del mostrador o cargaba a ni-ki y se lo pasaba a jay

el rubio siempre encontraba la oportunidad de tocarle aunque fuese un poco, logrando que jake siempre se estremeciese nervioso ante eso y le sacara una risa al menor. y jay se sentía extraño, jamás había tenido la necesidad de tocar tanto a alguien como la tenía con jake, de permanecer cerca de él, sentirlo, admirarlo de cerca, jugar con su caliente piel contra la suya y aspirar ese aroma varonil que últimamente le traía loco

no quería aceptarlo todavía. sentía que su atracción a jake estaba yendo tan rápido y no sabía como pararla, pero muy en el fondo tampoco quería pararla, solamente estaba el pensamiento de que todo podría salir bastante mal si las cosas no resultaban y jay ya se había acostumbrado demasiado a la masita adorable que era jake en su vida que se volvería una fea monotonía sin el castaño alegrándola

le envió un mensaje al castaño de que estaba llegando al jardín infantil y acomodó su bufanda que rodeaba su cuello, el día estaba muy helado, tanto que a pesar de ser tarde había escarcha en los árboles y ventanas de las tiendas. tiró de la fría manija de la puerta, soltando un gemido cuando sintió el tibio aire dentro del jardín a comparación de los poquísimos grados que habían afuera

y allí estaba, como un ángel, resplandeciente y alegre, una pequeña bolita de azúcar que le encantaría besar y mordisquear suavemente y llenarlo de mimos y abrazos para ver esa carita sonrojada, ah, y su hermano ni-ki en los brazos del ángel

ni-ki estaba durmiendo en los brazos de jake como un bebé aún más pequeño de lo que era, el niño tenía apoyada su mejilla en el hombro del castaño y su pequeña manito se aferraba al chaleco verde que traía puesto. jake le sonrió feliz desde el asiento donde estaba, levantándose con algo de dificultad para ir hacia jay, aquellos ojos grandes y brillantes que calentaban el estómago del rubio no le perdieron de vista y se achinaron cuando jake volvió a sonreirle

— hola, jay, riki se ha dormido esperando — susurró bajito para no despertar a su hermano, y reafirmó su agarre en el niño para que no se le cayera

乘 kindergarten boyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora