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¿Qué podía ser más miserable que su vida?

Tan solo llegar a su casa le llegaron quejas de sus padres por reprobar unas cuantas materias, ¿Qué más daba con la jodida escuela? No era que no le interesara, claro que le gustaba estudiar, pero de un tiempo a otro quien sabe, las distracciones, el sueño y pasar tiempo en internet ya le había hecho una rutina.

No tenía ganas de tener su cuarto recogido, había perdido la emoción de salir a practicar nuevos trucos en la patineta. Pasaron un par de días desde esa cena escandalosa y ambas noches no había dormido.

Matías había pensado en las posibles y variables cosas que podrían pasar si se iba de casa sin decirle a nadie. Sus amigos habían dicho que le darían una mano. Pero había algo en su corazón que le decía que se quedara; Tania.

No quería irse solo por ella. No quería que sufriera y creciera como una amargada como ella. Hablando de, últimamente se la había pasado más tiempo en su habitación que en la sala o en el estudio, donde habitualmente Laura estaba haciendo pinturas.

Y hablando de, había entrado solo por fisgonear a el pequeño estudio y había encontrado a su madre muy ensimismada en una pintura, mas valía no interrumpirla o si no la "inspiración" se iría y los culparía toda la tarde de interrumpirla, Tania lo sabía muy bien. Sin embargo, lo más extraño que encontró fueron varias botellas de vino, una de whisky, otra de brandy y una más de tequila por el suelo, todas empezadas pero ninguna terminada. Sabía que su madre tenía un gusto muy bueno en alcohol, pero esas botellas él sabían que ni siquiera eran de marca, su padre las había adquirido conforme a los años de tener "amigos" futbolistas famosos.

Y hablando de su padre... Nada podría ir mejor. Se iba molesto, sin desayunar, llegaba a la casa, la comida apenas hecha y casi no ingería nada, después de eso se pasaba toda la tarde o en su habitación, o en la sala, o en el pórtico, pero nunca en el garaje. Los jugadores de metegol se preocupaban por él, claro que sí. Pero siempre les decía "estoy ocupado", "ahora no", "me duele la cabeza"... excusas.

Estaba pensando todo eso simplemente acostado en su cama cuando Capi asomo la cabeza por la orilla de la cama.

-¿Mati?- pregunto y el volvió a verlo, este se trepo de lleno arriba, tomando su mirada como invitación para continuar.- Ya es tarde, ¿Por qué no duermes?-

-Te pregunto lo mismo.- volvió a verlo. El otro sacudió la cabeza.

-Yo pregunte primero.- sonrió levemente, el chico suspiro silenciosamente.

-Quiero irme Capi.- soltó.- No quiero seguir así. Mama se la pasa todo el día en el estudio, papa en el trabajo, Tania cada día está más lejos de ser una niña feliz y yo estoy al borde de un colapso...- se sentó.- Siento que morir podría ser una buena idea antes de seguir viviendo aquí.- recargo su cabeza en las piernas.

-No digas eso.- se acercó palmeando el brazo.- Supongo que, morir no te llevara a ningún lado...-

-Lejos de aquí si...-

-Bueno, supongamos que, te vas.- "que nos vamos".- ¿A dónde llegarías?-

-A un hotel, a la casa de un amigo, a un lugar donde ellos no me puedan encontrar.-

-Al final lo harán.- frunció el ceño.- Mati, ellos, Amadeo y Laura realmente los aman...-

-No lo creo.-

-Déjame terminar.- indico alzando el dedo índice, Matías frunció la boca.- Pero por ahora están un poco, distraídos. Amadeo nos ha, olvidado. Ya no va a vernos y cuando queremos charlar casi nos ignora. ¿No crees que nosotros también ya estamos hartos?- el otro lo observo y suspiro.- Si te vas, bueno, tu serás feliz, ¿pero que será de ellos cuando se den cuenta que te has marchado?-

Un pequeño errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora