Laura estaba más que preocupada.
Estaba ansiosa.
Su madre no sabía que hacer, jamás la había visto tan alterada. La policía no daba con los niños en ningún pueblo cercano y ya estaba empezando a perder el sueño, fumaba un poco mas y a veces se quedaba sentada toda la noche imaginando los terribles escenarios que podrían estar pasando sus pequeños, desde un secuestro hasta que Amadeo los haya obligado a volver a casa, ¿golpes? ¿Mallugones?
Si era así mataría a Amadeo, de por sí ya quería hacerlo, ¿Por qué no podía ser un buen esposo? ¿un buen padre? ¿Qué ellos no lo merecían? Cada tarde de su vida de esposa se había encargado de la casa, cuidar a sus niños por las noches de fiebre mientras que él dormía para el trabajo, arreglaba las situaciones con los jugadores y, por si fuera poco, administraba la casa, que sí, claro, tenían la plata para comprar una mejor casa en un mejor lugar, pero el cariño que le habían tenido seguía presente.
O por lo menos de su lado.
Cada centímetro tenía una historia que contar, desde el primer escalón hasta el último clavo del garaje. Se sabia de memoria los sitios donde Matías había caminado, hablado por primera vez, caído y había roto un vidrio, conocía el lugar preferido de Amadeo para ver el televisor, por qué Tania brincaba el ultimo escalón del pórtico... Conocía a su familia, ¿pero, porque de pronto todos eran una bola de extraños?
Quería volver a sus tiempos felices. Quería que ella y Amadeo fueran la pareja amorosa que eran antes, que se iban a la cama con un beso en los labios y un abrazo, ya ni siquiera recordaba el aroma de su colonia.
Toda esa ansiedad la estaba carcomiento.
--
Tras el encuentro con el Grosso, Amadeo entro en un estado de desesperación y delirio que dejo todo en casa y camino hasta el pueblo más próximo (que, de hecho, era lejano), faltaba un día y medio para llegar, no llevaba dinero, agua, comida, zapatos cómodos, estaba sudoroso y parecía mas un loco que una persona normal. No pedía aventón porque los pocos autos que pasaban preferían evitarlo.
Murmuraba cosas entre dientes, imaginaba que Capi estaba hablándole en su hombro, podía jurar que sentía el peso del de plomo allí, la risa de Loco, las maldiciones de Liso. Todos estaban allí, ¿no?
No, no podía ser, se habían ido, todo por su culpa, él les había arruinado la existencia y los había querido hacer ladrillos, ¿Qué estaba pensando? ¡Eran sus amigos de toda la vida! Estuvieron allí cuando se casaron con Laura, cuando nació Matías y Tania, cuando se construyo la casa, cuando su pequeño Mati dio sus primeros pasos y lo llamo "papa" ...
Ah, su familia, ¿Cómo estará? ¿Debería llamarles por teléfono? ¿Preguntar si no se rebanaron los dedos con el cuchillo de mantequilla? ¿Pero que estaba pensando? Esas cosas ni filo tienen. Se froto la cara debajo del sol todavía en su estado catatónico, eso porque realmente no estaba pensando en detenerse y mirar a su alrededor.
Todo solitario, se Moria por un vaso de agua, una gota.
- ¡Mi reino! - grito- ¡Mi reino por un vaso de agua! ¡No, por una gota! ¡Mejor, por un manantial! - alzaba las manos como en una obra, ya había perdido la razón. - ¡Entonces tomare un vaso y brindare por mí! ¡Solo por mí! - se detuvo, pensó mirando al frente, estaba en medio de la carretera. - Morir no parece una mala idea, que alguien me arrolle, ¿Quién se atreve a matar a este viejo? ¡La muerte digna para un mequetrefe como yo! ¡Arruine la vida de las personas que amo, y aun así me rehúso a aceptar mis acciones! ¡Soy un monstruo despreciable que merece la muerte!... ¡Mi reino, mi reino por alguien que me asesine! ¡Lo ruego! - al dar una vuelta cayo de rodillas rudamente y suspiro pensando en lo que había dicho, después de todo, no sonaba tan loco. Tenía la razón, esta vez, el la tenía. - Soy quien lo arruino todo... Yo lo hice...-
Cerro los ojos y se quedo en medio de la carretera, realmente quería morirse, sentía que con eso las guerras y problemas mundiales acabarían. Se lo merecía.
--
Dos noches seguidas había dormido lo mismo. ¿Una premonición? Tenia tan corta edad para saber siquiera que significaba eso, pero lo había escuchado en la tele y tenia esa palabra pegada en su paladar.
En su sueño estaban todos juntos, sus padres, Matías y los jugadores, corriendo debajo de algo que caía, y como es que su padre de pronto se quedaba estático, luego, los jugadores también y desaparecían como si fueran arena en el viento. Podía escuchar un grito lejano, y en cuanto ese escenario terminaba, veía detrás de ella un gran rostro adolorido con grandes ojos, orejas y una expresión de sumo dolor. ¿Se parecía a su padre? ¿A quién? No sabia quien era, pero reconocía a su padre en él.
Cuando esto sucedía se levantaba sudando, agitada, Nadia estaba a su lado y la calmaba. Ella siempre estaba allí para ella, no importara cuanto sueño tuviera la bailarina, ella estaba allí. Tras eso, dormía intranquilamente, y no se lo había contado ni a Nadia ni a Matías, no quería preocuparlos, prefería quedarse con eso que expresarlo, solo era un sueño tonto.
Por otro lado, Matías dormía pesadamente, tanto que cuando cerraba los ojos no notaba el tiempo y tan solo un segundo después, eran las 7 de la mañana, ¿estaba descansando? No podía ser, era como si la noche se le fuera como agua entre las manos. Y no era que no conciliara el sueño, pero parecía que el trabajo le estaba cansando tanto que se quedaba como una roca.
Y claro que sí, pasear de un lado a otro, lavar, encerar, pulir, afilar, todo de pie, comiendo tarde... Había bajado una talla de peso, también Tania, pero seguían bien. Tenían ropa nueva, a ella le había conseguido un par de tenis nuevos... Ya habían pasado tres semanas y sus padres seguían sin dar una vista de ellos. Realmente no les importaban ellos, ¿ah?
-Voy al trabajo. - anuncio el chico una vez desayuno y dejo todo en orden, la niña estaba en la sala jugando con Nadia a piedra, papel o tijera, solo asintió. - No abras la puerta a nadie. -
- ¿Ni a papa ni a mama? - pregunto, el otro volvió.
-Tampoco. - hizo una pausa. - Dudo que vayan a encontrarnos. -
-No lo dudes. - volvió. - Las cosas realmente no son imposibles si se lo proponen. -
Matías frunció el ceño. - ¿Dónde escuchaste eso? - En eso, Loco levanto la mano y el chico rodo los ojos. - Bueno, a nadie, allí esta el almuerzo, no prendas la estufa, no salgas, y, no le abras a nadie. -
-Ok. - dijo y el otro cerró la puerta.
--
__
__
Primera parte, mañana subo el resto
Me muero de sueño ☹
ESTÁS LEYENDO
Un pequeño error
De TodoBastantes cosas han pasado. Mati ha crecido. La relacion entre Amadeo y Laura se esta desvaneciendo, y la infancia de la pequeña Tania tambien. Todos se estan desesperando y lo unico que Amadeo puede hacer es darle a su hija una caja con 22 bailarin...