Ran & Rindou Haitani x Reader ♡ [+18]

Parte X

Volviste a la habitación de Rindou antes que él, un poco más tranquila. Por lo menos ya habías ido a buscarlo y si algo tenías en claro era que lo mejor de aquel mal rato vivido podía ser su reconciliación.

Te quedaste de pie junto a un mueble aguardando a que viniera. Observaste que el frasco de su perfume estaba allí y lo tomaste con mucho cuidado. Rociaste una pizca en tu muñeca izquierda y la acercaste a tus fosas nasales, aún sosteniendo el recipiente. La fragancia sin dudas le iba muy bien a él, era refrescante y provocativa a la vez; parte de la persona que era Rindou Haitani estaba hecha de la seguridad y confianza que se tenía, pero te pareció que dentro de este conjunto podía incluirse también su aroma. Era un perfume diferente al que solía usar antes, lo había cambiado al regresar de España, aunque esta nueva fragancia no le desentonaba ni opacaba en absoluto, sino que él se había adueñado de ella.

Un minuto después Rindou ingresó, dejando la puerta abierta.

— ¿Sabes? Eso huele mucho mejor cuando lo pruebas directamente desde mi cuello.

Sus palabras trajeron a tu mente que la primera vez que entraste a su cuarto sucedió casi de la misma manera:

Le habías acompañado a un evento en su casa, pero aún no te acostumbrabas al mundo que para él debía ser ordinario y frecuente. Buscando un poco de tranquilidad o más bien para escaparte de tanta gente exuberante, fuiste arriba e ingresaste a una habitación cualquiera, que resultó ser la de Rindou. Te diste cuenta de que le pertenecía por lo ordenada y sobria que se veía. Creíste que sentarte en su cama sin permiso habría sido un error muy grave, pero no te contuviste de avanzar despacio y colocar algunas notas de su perfume sobre tu muñeca, para grabar su aroma en tu memoria. Hiciste el acto, según tú, inofensivo, con detenimiento y bastante temor de que pudieran descubrirte. Fue el mismo Rindou quien abrió la puerta un rato más tarde.

El "Debo decir que eso huele mejor cuando lo pruebas directo desde mi cuello" no había cambiado para nada.

— Te estaba buscando, pensé que podrías haberte ido.

— No, simplemente quería estar sola unos minutos, hay demasiadas personas abajo. Lo siento por eso, sé que no debí retirarme... y también perdón por la intromisión en tu cuarto.

— Parece como si te arrepintieras más por haberme dejado solo que por venir aquí y usar mis cosas.

— Lo lamento, no quise...

— No hace falta que te disculpes tanto. De hecho a mí tampoco me gustan este tipo de reuniones, pero es por eso que te pedí que vinieras conmigo, justamente para que me hicieras compañía.

Se acercó a ti y te quitó el frasco para ponerlo donde iba, también tomó tu muñeca y la frotó con la suya con la intención de dispersar un poco el rastro de su perfume.

— Te propongo algo. Vamos abajo y no te separas de mí, te quedas a mi lado y hacemos presencia al menos unos cuarenta minutos, te prometo que después regresaremos a esta habitación y voy a hacer que la noche valga la pena para los dos, ¿estás de acuerdo?

No podías negarte a su propuesta, de modo que bajaron y te tocó mantener una sonrisa ante aquellos extraños adinerados por una hora. A penas volvieron y cerraron la puerta de su cuarto, Rindou relajó tus labios poniendo los de él encima, sin demasiado cuidado. Esa noche además conociste la intimidad en sus sábanas y lo sentiste con especial habilidad y experiencia en su propio espacio. Te demostró que siempre cumplía sus promesas al pie de la letra y verificaste que tanto su perfume como cualquier otra cosa tenía mejor gusto si venía de su cuerpo.

No todo había sido color de rosa en esa ocasión, ya que él no se quedó a dormir contigo sino que bajó otra vez para despedir a los invitados y después fue a acostarse en una habitación distinta. Sin embargo, a partir de allí a ambos empezaron a agradarle los eventos de esa índole, porque solían terminar de igual forma: si se llevaban a cabo en su casa la velada finalizaba en su recámara, y si eran en un sitio diferente podían darle un cierre apropiado en el hotel más cercano.