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Narra Jungwon:
Primero que nada me gustaría aclarar algo, jamás he tenido una novia, ni siquiera una chica que me guste, claro que hay chicas que se me hagan lindas, pero al punto de gustar-gustar jamás. Ella es la primera.
La caminata fue silenciosa, ni uno de los dos volvió a hablar, tal vez porque no sabíamos que decir o hacer.
Con mi mochila colgando en la espalda, una mano en el bolsillo de mi chaqueta y la otra entrelazada con la de Dan-i seguimos caminando viendo la luna. Llegamos a la parada del autobús, eran casi las doce de la noche, había neblina y humedad en todos lados, las calles estaban vacías pero los bares y restaurantes llenos de gente y ruido.
—Es hora de irnos. —dije metiendo nuestras manos entrelazadas en mi bolsillo para que se mantengan cálidas. Dan-i asintió.
Últimamente los días y noches han estado más frescas y frías. Sólo faltan dos días para que sea noche buena, y para ser sincero, no me emocionaba por algo cómo eso en años, pero ahora no puedo dejar de sentirme ansioso y emocionado porque llegue.
Subimos al autobus, Dan-i entró primero haciendo que nuestras manos se separaran por lo angosto que era, y después yo, pagando por ambos boletos. Ella se sentó junto a la ventanilla del autobús, me senté a su lado. Iba a volver a meter mis manos dentro de mis bolsillos pero Dan-i me detuvo volviendo a entrelazarlas.
—No me sueltes. —dijo apretando mi mano ligeramente. —tengo frío en mis manos.
Yo asentí a lo que dijo, me acomodé en el asiento y recosté mi cabeza sobre el hombro de Dan-i.
—Gracias por todo lo que hiciste hoy, Jungwon. —volvió a decir, pero esta vez en un susurro deseando que yo no hubiera escuchado, sin embargo lo escuché.
—Haría todo por ti, Dan-i. —dije cerrando los ojos, mientras ella recostaba su cabeza sobre de la mía.
Así fue el camino directo a casa de Dan-i, no hablamos, no nos mirábamos pero nos sentíamos a gusto estando juntos en silencio.
[...]
Quince minutos después llegamos a los bloques de departamento de Dan-i.
La acompañé hasta la entrada de su puerta. La luz de la lámpara iluminaba el pasillo, cómo era tarde estaba desolado y callado. Sólo ella y yo.
