Capitulo 10

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Fuera del grupo

—La verdad que fue muy arriesgado de tu parte venir aquí para hacerte del Héroe, no sabes lo que te espera querido Brauny —exclamó uno de ellos mientras me ataban a una silla.

— ¿Por qué nos están haciendo esto?, ¿los pone felices vernos así?

Uno de ellos propinó un golpe en mi mejilla —haces muchas preguntas Brauny, el jefe pronto te responderá cada una de ellas, y no te preocupes que pronto vendrá a verte.

Terminaron de atarme a la silla y colocaron algo de cinta en mi boca, para así salir de allí dejándome en ese oscuro lugar. Sabía que no tenía ninguna esperanza ya que me tenían en sus manos y la probabilidad de salir con vida era muy baja.

Maicol

— ¿Estás seguro de que estarás bien? —me preguntó Eglis mientras yo bajaba del taxi en el que nos encontrábamos.

Asentí —tranquila que estaré bien.

—Por un momento si pensé que llegarías a dispararme porque te veías dispuesto a hacerlo; de verdad gracias por lo que hiciste. Si algo llega a pasarte no podría perdonarme —confesó con una sonrisa corta.

—No podía hacerlo, no sería capaz de dispararle a alguien, y no tienes por qué agradecer.

Alcé la mirada y me encontré con el rostro serio del chico pelinegro — ¿puedo hablar un segundo contigo? —murmuró el chico.

Fruncí el ceño —de acuerdo.

El chico bajo del auto y se acercó a la ventana donde se encontraba la castaña —vayan a casa de Astrid, los alcanzo luego.

La chica algo confundida solo asintió y se acercó al conductor para decirle algo, en cuestión de segundos el taxi se perdió de mi vista, y solo quedamos ahí el pelinegro y yo.

—Y bien... ¿de qué quieres hablar? —le pregunté inquieto.

—Bueno, solo quería agradecerte por no dispararle a Eglis, de verdad que yo también te lo agradezco —hizo una pausa, había algo más que aún no decía —por un momento llegué a pensar lo mismo que ella pensó, pensé que ibas a dispararle —aseguró serio mientras caminábamos hasta un pequeño café que estaba cerca de casa. Entramos y el olor a café invadió mi nariz, el local era acogedor de un color azul celeste con blanco, colores muy diferente a como lo había imaginado pero lucía bien.

—No hay porque agradecer la verdad, no sería capaz de dañar a nadie. Y menos si ese daño arrasa con más de una persona. —expliqué sonando obvio mientras tomaba asiento.

Él pareció confundido — ¿a qué te refieres?

—Conmigo no tienes por qué ocultar nada, la verdad no te conozco del todo. Pero, cuando vi cómo me enfrentaste para no dispararle lo entendí. Amas a esa chica, no sé si los demás lo hayan notado pero yo si llegué a notarlo. —lo miré, él se encontraba confundido y sorprendido.

— ¿Tanto se nota? —preguntó confuso.

Asentí, él pasó una de sus manos por su cabello en señal de frustración —tranquilo, no se lo diré, no me corresponde a mí —aseguré para que se tranquilizara —pero... ¿Por qué no se lo dices?

Su semblante cambió a uno de tristeza —porque no quiero volver a lastimarla —comenzó a hablar el pelinegro —hace unos años estuvimos juntos pero por razones algo tontas le corté —hizo una pausa y suspiró —ahora que hemos crecido me he dado cuenta que no he dejado de amarla ni por un solo segundo.

— ¿Y entonces?

—Ella sufrió demasiado por mí no quiero que pase por eso de nuevo, y la verdad tampoco sé si ella siente algo por mi aún. Sé que hace unos dos años seguía sintiendo algo por mí pero, —se detuvo por un segundo mientras observaba por la ventana del local y cerró sus ojos —yo no supe que hacer porque aún no tenía mis sentimientos claros, pero luego lo entendí. La amo, solo que no sé si ella aún me ama a mí, he tratado de volver a acercarme a ella Maicol, pero siempre que lo intento algo se interpone, tú mismo lo notaste hoy.

"No Confíes en Nadie"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora