Capitulo 14: Delito

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Después de aquello llevé a AJ a su casa y me quedé con él toda la noche para ayudarle.

Cuando me desperté y salí del trance en el que había estado el día anterior caí en una cosa: Bop no se podía enterar. Iba a matarme si se enteraba, me dijo explícitamente que más me valía no tener nada con AJ, aunque tampoco podía decirle eso a Amenadiel, lo conocía bien y sabía que iría tras el jefe de la banda para plantarle cara.
Así que simplemente lo mantuvimos en secreto.

A AJ no le hacía ninguna gracia, pues Sergio 'Tragabuche', el oficial de policía, no paraba de intentar tener una cita conmigo, aunque no voy a mentir, me resultaba divertido ver al seguro AJ tartamudear y trabarse cada vez que intentaba pedirme una cita con los consejos que les daba la oficial Kai para hacer competencia con Tragabuche, la cual era inexistente, pues solo tenía ojos para él.
Gracias a esto y a Kai tuvimos una cita de lo más romántica en la playa donde vimos el atardecer sentados en la arena.

Todo esto en secreto, claro. A mí, por suerte, se me daba bien mentir, pues me había pasado infancia y adolescencia cubriendo a Noa y sus grandes ideas; pero AJ no sabe mentir, es demasiado transparente y puro y me temía que nos pillasen por ello.

Me sentía como si cometiese algún delito, parecía a que tenía tendencia a que me gustasen chicos con los que tuviese que esconder la relación del resto del mundo; parecía un patrón.

Cuando era más jóven, con 18 años para ser más exacta, y tras intentar con Noa una relación fallida que duró dos semanas, llegó esa edad en la que los adolescentes empiezan a cambiar. A mis 20 años, el hermano pequeño de Noa, quien tenía 16 años empezó a cambiar.
Sí, se que suena fatal lo de la edad, pero siempre he estado con chicos más jóvenes, pues toda mi vida he estado junto a Noa y todo su círculo tenía su edad, es decir, 3 años menos, pero en el caso de su hermano pequeño hablábamos de 4.

Ivar era rubio al igual que su madre Aria, pero empezó a teñirse el pelo de negro, a cubrirse el cuerpo de tatuajes y a entrenar. E̾l, desde pequeño, me ha idolatrado y solía decir que de mayor quería casarse conmigo, lo típico de los niño ¿no? Pero, como he dicho, cambió, empezamos a vernos de otra manera y, como no, Noa no podía enterarse.

Teníamos citas a escondidas, íbamos al bosque a las afueras de la ciudad cuando él salia del instituto o cuando Noa estaba con Charlie, todo era precioso y romántico quitando la parte de tener que escondernos, pero no era perfecto.

Aunque podría decir que estaba incluso enamorada de Ivar, no soportaba cuando se drogaba. Ver como introducía esos polvos blancos en su cuerpo a través de su nariz y ver como su actitud cambiaba en minutos era horrible. Pero llegó el día en el que no pude más; el día de su sobredosis en el que tuve que asistirle con mis pocos conocimientos adquiridos en mis dos años de enfermería.
La presión de tener que ocultarle algo a mi mejor amiga y el no soportar ver como se destrozaba poco a poco él solo causaron que decidiéramos no seguir.

¿Os suena de algo verdad?

Pero con AJ era distinto, no por la situación, sino por como me hacía sentir, la importancia que me daba, como se sinceraba.

- AJ.- Le llamé estando sentados en la arena mirando el atardecer en la playa apartada a la que siempre solíamos ir para estar solos y que nadie nos viese.
- Dime, Ruby.- Me contestó con voz dulce mientras siguió jugando con mis mechones pelirrojos.
- ¿Puedo pedirte un favor?- A lo que contesto emitiendo un leve sonido de manera afirmativa y me gire para verle a los ojos.- No soporto verte drogado, el otro día pasó lo que pasó porque os pusisteis hasta arriba de cocaína, no quiero que te pase nada más.- Le dije apartando mi vista hacía la arena.- Te lo pido por favor, intenta no drogarte más, no creo que te gustase verme como yo te veo cada vez que te metes.
Sentí como me cogía de la barbilla para girar mi cara y que volviese a mirarle a sus ojos grises.
- Lo siento.- Pude ver la sinceridad y preocupación en sus ojos.- No me imagino lo que debes sentir cuando me ves así, yo no podría soportarlo, de verdad te prometo que voy a dejarlo.- Me besó con suavidad la punta de la nariz.- Le sonreí y volví a mirar al frente, hacía el mar, mientras me apoyaba en su marcado pecho cubierto de tatuajes.
- Chicos, ¿dónde estais?- Oímos a Noa a través de la radio, cosa que hizo que me separase del chico de un salto.
- En la playa.- Contesté casi al instante.
- Te paso ubi.- Dijo seguidamente AJ con un notable tono de decepción.

Mientras esperábamos me tumbé en la toalla que habíamos colocado previamente en la arena y saqué un libro de mi bolsa, a lo que AJ decidió tumbarse a mi lado y pasar la yema de sus dedos por mi espalda mientras agarraba mi mano con la que a él le quedaba libre.
- Hola chicos.- Hoy la voz femenina de mi amiga, haciendo que me despertase del trance en el que me encontraba y soltase la mano de AJ al instante.- ¿Qué estáis haciendo aquí los dos?- Preguntó con el ceño fruncido y la mirada clavada en el lugar donde estaban antes unidas nuestras manos.
- Relajarnos un poco de tanto trabajo, ¿te unes?- Le propuso el chico a la pelirroja sin preocupación alguna a que nos hubiese visto.

Pasamos el resto del día juntos, cosa que me causaba una sensación agridulce ya que estaba pasando tiempo con mi mejor amiga y el chico que me gustaba, pero debía ocultarle esto último a la primera mencionada.

Odiaba esa situación, pero quería esperar el momento perfecto para contárselo a Noa. No quería fastidiarlo, esta vez no, sabía que quería estar con AJ pasase lo que pasase, quería seguir a su lado y ayudarle.

Me estaba enamorando.

RubyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora