Otro terrible año teniendo que dar clases a esos mocos insoportables, y para hacer todo mejor justo le toco enseñar en la época en que abrieron por segunda vez la cámara de los secretos ¡Maravilloso! Si que le gustaba enseñar en Hogwarts. Por lo menos ya se encontraba en casa y podría al menos descansar algunos días.
Ingresó a su hogar cerrando la puerta tras de si, de improviso sintió un gran empujón, que logro arrojarlo al piso, alterado intento reponerse de la sorpresa, a la altura de sus ojos se posaron unos irises de un gris que no le era ajeno, pero el rostro en el que ahora se alojaban distaba mucho de como lo recordaba.
—Black —Pronunció, mientras empujaba al hombre para quitarlo de su cuerpo, aquello no resulto difícil, el estado del fugitivo era tan lamentable que Severus podía asegurar que soló logro empujarlo porque se encontraba distraído.
No tardo mucho en sacar la varita y amenazarlo con ella — ¿Por qué has escapado de Askaban? Si es la muerte lo que buscas.
—Baja eso —Señaló la varita del mago — Sabes que no estaría aquí si no tuviera un buen motivo —El objeto se apretó mas contra su cuello —Por favor.
Snape lo miro con un gesto poco satisfactorio — Te daré sesenta segundos, sesenta segundos para convencerme de que no debo llamar a los aurores.
Guardo la varita entre su abrigo, apartándose del hombre que misteriosamente había llegado a su hogar.
—Yo no los traicione —Sirius no esperaba sentirse así, era como dejar caer un gran peso de sus hombros, aquella presión que lo atormentó por tanto tiempo ahora se sentía menos.
La mirada del maestro de pociones cambió a una molesta, casi ofendida, eso a Sirius le sorprendió ¿Por qué parecía tan enojado por sus palabras? —No lo hice, no se los entregué ¡Yo no era el guardián!
—Explícate, porque te juro que no se la razón de no matarte en este momento.
Tras eso Sirius le explicó todo al otro mago, le dijo como a espaldas de la orden relegó la labor de guardián a colagusano, como este lo inculpo y como descubrió que estaba viviendo en su forma de rata como mascota de la familia Wesley.
—Siempre me pareció una rata extraña, ha vivido mucho tiempo — Se mantuvo en silencio durante todo el relato del hombre, su palabra tenía sentido y encajaba mas con el Sirius que conoció en Hogwarts que con el asesino que el mundo mágico había presentado —¿Y cuál es tu plan? Estas fuera de askaban y —En ese momento el de cabello negro se percató de un aspecto que había pasado por alto — ¿Qué diablos haces aquí?
Sirius enmudeció, ni el conocía la respuesta ¿Por qué estaba en casa de Snape? ¿Cómo supo que esa era su casa? —No lo sé... cuando escapé sentí que me perseguían los dementores, y corrí, corrí hasta que sentí un aroma, uno que me recordó a los viejos tiempos en el castillo. Y cuando me di cuenta estaba aquí.
El de cabello castaño posó su mirada en el pálido hombre, a grandes rasgos seguía siendo tal y como lo recordaba, con la piel pálida y la nariz grande pero ahora no lucía tan desastroso, su ropaje negró le otorgaba un aire de elegancia que jamás le había visto en la escuela, le tomó unos segundos percatarse de que los aromas no venían de la casa, sino del propio Snape; asfodeo, menta, canela y muchas otras cosas que lo remontaron a las clases de Slughorm.
Los siguientes días a su sorpresiva visita Snape se dedico a reprocharlo por su nefasto plan incluso lo regaño por querer presentarse ante Harry sin haberse arreglado un poco antes, él le preguntó por el chico y de mala gana el Slytherin le había contado sobre él.
—Tengo que verlo, él tiene que saber que no soy seguidor de ese hombre.
La lluvia caía por las calles y el frio se filtraba a través de las paredes. Snape le había preparado una infusión con la que pretendía regresarle un poco de su vitalidad.
—¿Ganas tan poco como maestro que no te alcanza para una vivienda mejor? —Las riñas eran algo que al parecer ambos disfrutaban, era como si existiera algún pacto secreto de por medio, un acuerda para tratarse de aquel modo.
—Está siempre ha sido mi casa, Black — Mientras que Sirius tomaba la infusión el se dedico a modificar su plan de estudios para el tercer año, planeaba apoderarse de la rata al probar alguna pocion en ella.
—Vaya, sí que combina contigo — Tomó las ultimas gotas para dejar la taza de porcelana sobre la mesa — ¿Y sobre Harry? ¿Cómo me ayudaras con él?
—Simple, lo voy a castigar.
—¿Castigarlo? No entiendo cómo me ayudara eso.
—Muy simple, te haré entrar al castillo, te quedaras en las mazmorras y cuando le ponga el castigo al señor Potter, haré que lo cumpla en mi oficina y tú lo esperaras ahí.
Sirius no quedo muy conformé con eso, no pasaba por alto lo incomodo que se ponía el otro cuando hablaban de Harry, no le insistió mas en el tema, ya tendría tiempo de hablar con su ahijado.
~*~
Dos años, se cumplían dos años desde que en su modo perruno llegó a la morada de Snape y hasta ese momento en medio de una reunión de la orden se percató del motivo por el que llegó al hogar de ese hombre, su mente le recordó que había perdido trece años de su vida, que todo a su alrededor había cambiado, Remus lo había hecho y él se sentía como intruso en el exterior, los Wesley tenían mas hijos, su sobrina había crecido y él... se quedo atrás, todos parecían caminar al futuro dejándolo solo; asfodeo, menta y canela. Esos aromas estaban siempre junto a él, veía a Severus y sentía que no estaba solo, que por alguna razón aquel hombre tambien se había quedado estancao, descubrió entonces que no le gustaba pelear con Snape, le gustaba que Snape le hacía sentir que su vida no se había cortado.
Cuando la reunión terminó le pidió al mago que se quedara unos minutos y se dirigió a un salón para hablar a gusto:
—Black, no tengo tiempo para reuniones privadas, te recuerdo que tengo un trabajo al cual acudir.
—Lo sé, y no te retendría si no fuera importante, Severus —El de ojos grises divisó como los ojos negros destellaron ante la mención de su nombre, aunque el rostro de quien los portaba seguía inmutable — ¿Recuerdas cuando llegué a tu casa? Te dije que no sabía la razón de haber llegado allí.
—¿Lo has descubierto? — Le preguntó, mientras lo veía caminar en su dirección.
—Creo que si, Severus, tu y yo estamos en un lugar que muchos ya han abandonado, estamos anclados a un pasado que por alguna razón no queremos soltar, te busqué porque tu aroma me recuerda al tiempo en que fui feliz, tú me haces feliz. Pensé que peleaba contigo porque era una vieja costumbre, pero me equivoqué, peleamos porque no podemos dejarnos atrás, porque no queremos aceptar lo que somos ahora.
—Dime, Sirius, ¿Qué se supone que somos ahora?
Sirius... lo había llamado por su nombre —No lo sé, tu eres el de la mente aguda.
Una sonrisa limpia escapo de los labios del mago pálido, nada era lo que aparentaba y por ello era difícil definir su naturaleza.
—No lo sé, pero supongo que será mejor a lo que éramos antes
Segundos bastaron para que sus labios se tocar superficialmente y ambos coincidieron que aquello se sentía como algo que debió darse hace muchos años.