Leia
—Y eso es todo, supongo.
—Ya veo, entonces.. —alza una mano y empieza a contar con los dedos. –Hace aproximadamente dos años de eso, en ese lapso no has vuelto a hablar con él y de repente viene y te manda solicitud como si nada, la aceptas por curiosidad y he ahí la evidencia de que sigue siendo tal y como cuando lo dejaste, ¿estoy en lo correcto?—Dante pregunta con el ceño ligeramente fruncido. Sus ojos encuentran los míos y su ceño se profundiza mientras deja caer la mano a su costado. —¿Te mandó solicitud aún con el descaro de tener de novia a la persona con la que te engañó?
El suspiro que sale de mis labios escapa involuntariamente. —Sí, supongo que así es.
—Qué imbécil. —suelta abruptamente, y después de unos momentos sonrío al darme cuenta de que no va a disculparse por llamarlo así.
Mamá diría que está mal insultar a la gente, pero lo dejaremos pasar.
Antes de que me dé tiempo a responder, se centra en mí de nuevo con ojos entrecerrados. —¿Y de no ser porque interrumpí, habrías sido capaz de mandarle mensaje?
—Eh..
—Leia. —dice mi nombre en tono de reprimenda.
Levanto ambas manos en señal de rendición y dejo salir otro suspiro. —Bueno, —digo, volviendo a descansar mi cabeza entre mis manos. —si lo vemos de esa forma, podría decir que me salvaste de hacer una estupidez.
—Claro que lo hice.
—Vaya, eso sonó muy modesto.
Mis ojos siguen el movimiento de su mano mientras peina su cabello hacia atrás, el fantasma de una sonrisa asomándose en sus labios. —En fin, estoy dispuesto a ayudarte.
—¿Ayudarme con qué?
—A dejarle saber que ya lo superaste, claro. Puede que así deje de querer buscarte.
—¿Y cómo piensas hacerlo? —interrumpo su respuesta alzando una mano, mi ceño frunciéndose. —¿Y cuándo te pedí ayuda con algo así?
No puedo evitar abrir los ojos como platos cuando alza la mano y su índice presiona con cuidado entre mis cejas, su concentración en ese sitio en especial. Cuando sus ojos se encuentran con los míos, una sonrisa comienza a formarse en sus labios. Pero desvía la mirada de nuevo hacia ese sitio y dice —Si sigues frunciendo el ceño así, terminarás arrugándote prematuramente.
Le doy un manotazo en la mano tan pronto bromea y ambos empezamos a reírnos. —Qué ridículo eres.
—Tomaré eso como un cumplido.
—No lo es.
—Definitivamente lo es.
—Que no.
—Que sí.
—Lei.. Lei? —la voz dubitativa de June provoca que pegue un brinco en el asiento. Doy media vuelta en el banco y en efecto, ahí está mi mejor amiga. Pero su atención ya no está en mí, sino en la persona a lado mío.
—¿June? —pregunta Dante, enarcando una ceja.
—Juniper para ti. —responde secamente y se cruza de brazos, mirándome con desdén. —Dijiste que no tenías novio secreto ni algo remotamente cercano a eso, y a este incluso ya le dijiste mi nombre.
El calor que siento en las mejillas provoca que mi nerviosismo suba de nivel, y la risa que emana de Dante no hace mucho para ayudarme. —¡No es mi novio! Acabo de conocerlo, de hecho. —Es mi turno de cruzarme de brazos, dedicándole una cara de pocos amigos. —Estamos la mayor parte del tiempo juntas, ¿no crees que ya habrías notado algo raro si lo que dices fuera cierto?
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What if...?
RomanceTodo empezó con una fotografía. Ambos creyeron que el juego terminaría ahí. Que la mentira no traería consecuencias. Pero los juegos no tienen sólo un segundo de duración. Y las mentiras suelen agravar cualquier situación, así las consideremos peque...