𖥔 ִ ۫ ˑ Harmonies of the Night ! heehoon ִˑ

uno | eent

❕❕favor de leer en orden de numeración 1 al 27, los capítulos se encuentran desordenados

-Joven alfa, sus padres lo esperan en el comedor.

Sunghoon suspiró profundamente, sintiendo como su pecho se inflaba bajo las prendas rígidas y volvía a relajarse al regresar a su posición natural. Sus ojos penetraban con una intensidad casi hambrienta la imagen opuesta frente a él; el reflejo del espejo con ornamentaciones estilo gótico en el marco no mostraba nada más y nada menos que a él mismo. Su rostro casi abatido hacía un poderoso contraste con el odio desbordándose de sus ojos. Podía percibir el aroma a musgo de cedro, lima ácida y suave petricor inundando la habitación de sobremanera, llegando a tornarse todavía más ácido por el recurrente enfado recorriéndole las venas.

No pudo evitar que sus labios se apretaran en una línea recta, perdiendo su color rosado e igualándose al de su lívida piel, cuando sus ojos bajaron a su cuerpo. Vestía en su totalidad de un color negro tan oscuro que era casi imposible ver las propias costuras que unían cada una de las partes de este. Una camisa de textura semi áspera protegida por una chaqueta gruesa y opaca con botones de plata cerca de su costado izquierdo, sus pantalones y calzado eran igual de sobrios, de aburridos. Su piel blanca y los círculos sujetadores de su chaqueta eran lo único que lo rescataban de estar envuelto en oscuridad total.

Quería arrancárselas. Quería quitarse todo y ponerlo junto a todo lo que estuviera dentro de su guardarropa en el fuego ardiente y rojo, y mirar hasta que cada trozo de tela se consumiera en su totalidad. Odiaba vestirse así, odiaba ver que cada día que despertara, un maniquí de papel maché con sus modestas prendas lo esperaría para comenzar con sus actividades. Había millones de cosas que preferiría antes que colocarse los trajes que no causaban más que repudio en él. Prefería recorrer los pasillos del castillo con sus ropas para dormir, que, aunque tuvieran las mismas tonalidades, al menos su piel no se sentía incómoda; prefería evitar a toda costa verse en superficies reflejantes, espejos, cubiertos, copas, cualquier cosa que le revelara a la persona que más despreciaba. Sin embargo, tenía que hacerlo, era su deber seguir actuando como si no quisiera cortarse la cabeza cada que despertaba por la mañana.

Ante el espejo, todas las personas que lo miraran podrían tener la vaga idea de que estaba sumido en sus pensamientos o que simplemente estaba logrando imponer esa aura poderosa antes de la puesta en escena a donde quiera que estuviera yendo. Pero ese era el truco, eso era lo que él quería que los demás creyeran mientras él siguiera poseyendo vida.

Aparentar.

-Príncipe Sunghoon- eventualmente los llamados que interrumpían que siguiera arrogándose dagas mentalmente, llegaron hasta sus oídos, potenciándose hasta que se hicieron completamente audibles. Solo eso le hizo darse cuenta de lo pequeñas que eran sus pupilar en comparación de sus deslustrados iris cafés. Su percepción se enfocó a través del espejo, sin mover ni un poco sus ojos, al beta que sostenía fuertemente el pomo de la puerta. -La Reina y el Rey solicitan su presencia lo más pronto posible.

-Saldré en un segundo- su cuerpo se movió primero, siguiéndole la cabeza y finalmente, con demasiada dificultad, sus ojos se apartaron de su reflejo. Se rio de sí mismo cuando encontró lo patético que era; a pesar del propio rechazo excesivo, no podía quitarse la vista de él mismo.

Al salir Sunghoon de su habitación, el beta lo siguió un paso exactamente detrás de él. Permanecieron en silencio durante la salida de sus dependencias hasta que se hicieron contacto con el pasillo que conducía escaleras abajo para llegar al comedor principal. El eco producido por ambos pares de calzado golpeando el suelo era suficiente para decir que el castillo era la misma combinación que él llevaba; blanco, totalmente simple y con esfuerzo había alguna decoración que no fuera más allá de los faroles y pinturas valiosas en los pasillos, ni siquiera las paredes eran tan destacables como para causar algo en él. Todo era de color gris, absolutamente todo.