dos | zwee

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La mañana siguiente se sintió como una repetición infinita de la anterior que seguía extendiéndose hacia el horizonte desde hace casi cuatro años, los días pasando relativamente. El tiempo se había ralentizado fuertemente y también había perdido todo sentido de significado. Se encontraba a sí mismo mirando fijamente las manecillas del reloj desde la comodidad de su cama, patéticamente esperando que con la furia de su mirada las agujas se movieran más rápido, y cuando no fue así, Sunghoon volvió su cabeza a las mantas. El aroma del vino llegó hasta sus fosas nasales, no teniendo la fuerza suficiente para frenarse, terminó frotando su nariz contra la tela blanca, buscando que la esencia inundara cada parte de su cuerpo.

Pero tanto como le gustaba el aroma de Heeseung a su lado racional, su lobo interno se sentía tan avergonzado por someterse ante otro alfa que, de estar en su cama embriagándose con el olor del Príncipe de Wiltz, pasó de un segundo a otro a tener sus palmas firmemente apoyadas contra el piso, sentado sobre sus piernas y su cuerpo se curvándose hacia el escusado. Entre arcadas secas y emesis, devolvió toda la cena que había probado anoche. Estaba jadeando, le ardía la garganta y sus oídos zumbaban. Evitó a toda costa observar el contenido en el retrete y dejó que su mano débil jalara la palanca antes de levantarse y enjuagar su boca con abundante agua. También esquivó el espejo sobre el lavabo.

Era usual en él que después de sus encuentros con el Príncipe Heeseung, su lobo no soportara la humillación y terminara castigándolo. Estas reprendas iban desde el vómito, hinchamientos, malestares estomacales hasta dolor muscular y punzadas en su cabeza. Todo lo que podía sentir, lo que su cuerpo atravesaba, era dolor, uno desgarrante y estremecedor que recorría cada fibra de su ser. Pero su mente estaba en aguas calmantes y arrulladoras, navegando en las emociones que solamente Heeseung provocaba en él y derramándose sobre cualquier dolor en su cuerpo como factor curador. Las reuniones con el mayor ya estaban dándole efectos secundarios, desgastándolo al punto de pasar días reposando, pero ni siquiera la mayor de las agonías podría hacer que se detuviera. Y Heeseung tampoco lo haría.

La presencia del mayor reinaba en cada lugar de su habitación. Las paredes, sus muebles, sus prendas y su cama estaban encapotados con la nube perteneciente al de ojos tintos. Él también estaba envuelto y ya desde hace muchos años. Los recuerdos que rondaban en su habitación partían desde el inicio de su memoria, cuando eran unos niños y jugaban torpemente con figuras de madera, y se propagaban hasta el día de hoy, donde el más insignificante toque desbordaba una inmensa explosión de sentimientos en cada uno. Vivía solamente para aguardar por el momento que su alfa y él huyeran lejos de cualquier responsabilidad real y de cualquier signo de rechazo de la sociedad, lejos de todo. No serían el Príncipe de Wiltz y el Príncipe de Deutsh-Azelette. Serían solo Heeseung y Sunghoon. Igual que al principio. Aunque solo fuera una simple entelequia

Rompían cada una de las reglas de la naturaleza, de la sociedad y del protocolo real. ¿Pero quedaba algo de incertidumbre en renunciar a algo por lo que ya habían arriesgado de más?

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-Feliz cumpleaños a ti... - Sunghoon sopló las velas de la tarta frente a él bajo el sonido nítido de una ronda de aplausos. Una tarta clásica de base de galletas de vainilla, cuya superficie estaba elaborada con frescas y jugosas fresas. Era su favorita y estaba agradecido de que, aun siendo un postre consumido mayormente por omegas, sus padres accedieran a prepararlo cada año.

Las sirvientas retiraron el postre de la mesa y lo llevaron devuelta a la cocina para recortar trozos del mismo tamaño para saciar el estómago de diez personas que estaban acomodadas en la mesa. Para su desgracia, uno de sus más íntimos amigos, el Príncipe Riki, había enviado una carta de último donde se disculpaba por su ausencia que tendría lugar aquella noche debido al viaje inesperado al que sus padres habían solicitado. Sunghoon no estaba molesto por eso, sabía de Riki no se perdería ninguno de sus cumpleaños por mera voluntad, además, eso le daba cierta cantidad de tiempo adicional a solas con el Príncipe de Wiltz.

𖥔 ִ  ۫   ˑ  Harmonies of the Night    !   heehoon  ִˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora