diez | zéng

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Hubo un periodo de incertidumbre inestable en Sunghoon después de haber escuchado las palabras del menor. Había distintas teorías en la que pensaba, sin embargo, cada una de ellas lo llevaba a la misma ruta en la que prefería no pensar; la marca de Heeseung. Todavía existían un sin fin de posibilidades, como por ejemplo que las dosis de supresores inyectada aún estuvieran haciendo efecto en su sistema y que por esa misma razón su aroma aún estuviera oculto o que simplemente su lobo todavía estaba avergonzado como para mostrarse nuevamente. Prefería pensar en esas dos opciones como las principales y no a aventurarse a otras más extrañas que lo único que causarían era que su estado de ánimo volviera a ser desagradable.

Durante ese desayuno y sus actividades de las semanas siguientes se sintió ansioso a juzgar por los latidos en su pecho y el leve temblor en sus manos, pero para su fortuna no volvió a presentar ningún malestar físico grave, solo se sentía ligeramente frenético porque su aroma no aparecía hasta ese entonces.

Para el Príncipe de Deutsh-Azelette fue fácil mentir acerca de la falta de su fragancia a todas las contrapartes que conocía. Le mintió a su familia, a Jungwon e incluso a Heeseung sobre lo que realmente pasaba, reemplazando su versión por la situación de que estaba usando inhibidores porque su celo se acercaba, aunque esa no fuese su realidad. Todavía faltaban al menos tres semanas para que su celo se asentara en su cuerpo, pero no podía vivir mintiéndole a las personas que amaba, la pesadez llenaba su corazón antes de que pudiera hacer algo en contra de sentirse de aquella manera y fue ese sentimiento desagradable lo que le hizo fingir que su celo había llegado a las tres semanas de no haber presentado ningún olor. Sintiéndose incapaz de ocultar sus crecientes emociones inquietas de los demás, se encerró en su habitación por una semana completa, abriendo la puerta solo para recibir la comida que lo mantendría conectado con el mundo exterior y sus verdaderos acontecimientos. De alguna manera tuvo que haber sido obvio con su angustia para que Sunoo estuviera constantemente preguntando sobre su bienestar y que las cartas de Jungwon y Heeseung llegaran a diario a su correo personal expresándole su preocupación. Sunghoon no sabía que haría si dentro de los próximos días su aroma seguía inexistente, no podía continuar mintiendo y diciéndole a los demás que seguía usando supresores cuando ya no había una verdadera razón para utilizarlos. Las opciones se le estaban agotando, pero se rehusaba a aceptar la verdad. Se rehusaba a ceder ante la idea de que la marca del Príncipe de Wiltz había causado estragos en su ser.

Había hecho investigaciones exhaustivas en los libros de su inmensa biblioteca buscando cualquier información sobre relaciones entre alfas. Desde que se presentó hasta ahora había buscado cualquier cosa que le hiciera saber que estar con Heeseung no era malo, pero fueron cinco años en los que las páginas amarillentas de los libros no mostraban nada más allá de las relaciones entre alfas con omegas, alfas con betas, betas con omegas, betas con betas. No había información de personas de la misma jerarquía que se hubieran unido en matrimonio o que hubiera vivido hasta sus últimos años con su pareja. Solo había historias ficticias de ese tipo de relaciones, haciendo suposiciones desacertadas de lo que pasaría si una casta marcaba a su igualitaria y de lo que pasaba después de eso que terminaba en una agonía sofocante. El único registro de un alfa amando a otro fue de hace casi setenta años de un duque llamado Doyoon que acabó con su vida después de que el alfa del que estaba enamorado contrajera matrimonio con un omega. Sunghoon sabía que le esperaba el mismo destino que ese duque, sabía que en un punto tendría que rendirse ante las satisfacciones que la vida le daba para entregarse a la oscura noche, eso haría las cosas más sencillas para todos. La idea que se había rebobinado en su cabeza cientos de veces se estaba volviendo la única escapatoria de la realidad que ahora enfrentaba. No podría ocultarles a sus padres por tanto tiempo que su olor se había marchado sin que ellos revisaran cada aspecto de su cuerpo, encontrando la marca seca de Heeseung en su cuello. Los condenaría a ambos, aunque lo peor recaería en él ya que él era quien poseía esa marca y podrían excusarse de que intentó seducir al alfa de ojos tintos y que este había cedido por su naturaleza de dominar todo a su paso. Lo único que a los protocolos le importaba era la fertilidad y que la especie siguiera creciendo a través de los salvadores del mundo; los omega.

𖥔 ִ  ۫   ˑ  Harmonies of the Night    !   heehoon  ִˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora