cuatro | véier

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La mañana era fría y silenciosa, no había rastros de sol en el cielo cubierto en su manto blanco ceniza. La neblina caía como una espesa capa de humo, colándose entre las ramas de los pinos más altos y llegando a cubrirlos cerca de tres cuartos de su totalidad. Un suave olor fresco de la lluvia venidera envolvía el ambiente tan bien como la densa nube cerca de la superficie. Cerca de las diez con quince minutos por el día, pero el oscuro cielo anunciaba que estaba anocheciendo.

-¿Cómo es estar con él? - Sunghoon preguntó. Ojos opacos concentrándose en la baya entre sus dedos color bermellón brillante.

La vida de un príncipe era en su mayoría aburrida. Llenos de restricciones y de pocas tareas de suma importancia les dejaba cientos de horas libres a la semana, horas que se desgastaban en libros de hojas acarameladas y en caminos impregnados con las huellas de las herraduras de los cascos de los leales caballos. No había mucho que hacer, por lo que con recurrencia apelaban a las tareas que eran destinadas para los betas que cuidaban del castillo para variar entre sus actividades propias. Los reyes nunca intervenían en las decisiones de sus hijos mientras se mantuviera seguros y dentro de los límites del castillo, donde nadie pudiera ver que suplían a la casta servidora de vez en cuando.

Ahora mismo los dos príncipes de Deutsh-Azelette estaban en el huerto de bayas de la familia real, colectando con sus propias manos cada una de estas y depositándolas en cubos de madera clara. No había nadie a sus alrededores excepto por los dos animales de gran porte, dos caballos ibéricos de tipo barroco color blanco y con crines relucientemente albos, sus cuerpos robustos cubiertos con una manta exterior de tejido impermeable y costuras termo-selladas para el impedimento de la humedad y frialdad del día.

Sunoo miró de reojo a Sunghoon antes de devolver su atención al gran arbusto frente a él.

-Heeseung es amable conmigo - el Príncipe menor comenzó -. Tenemos una buena comunicación, aunque la diferencia de edades sigue complicándolo un poco.

Sunghoon imaginariamente puso sus ojos en blanco ante la respuesta de Sunoo. No podía evitar el pensar en que el Príncipe de Wiltz y él nunca tuvieron dificultad para establecer una conversación incluso si pasaban meses desde su última reunión. Ellos tenían una facilidad en su habla increíblemente mágica. Era algo del que ninguna otra persona podía apropiarse de Heeseung, y por muy egoísta que pudiera sonar, ni siquiera su propio hermano tenía la dicha de tener tal conexión con el alfa. Su vida ya no pertenecía con Heeseung y probablemente nunca podría reclamar al respecto, pero su mente trabajaba en crear excusas suficientes para proteger su corazón del aparatoso dolor que le esperaba de por vida.

-A veces solemos cabalgar o tomamos nuestras clases de danza clásica. Su madre dice que debemos practicar lo antes posible para no estropear el baile de verano. - Una ráfaga de viento incitó a que el omega ajustara su esponjoso gorro de aviador color gris polar, hecho en su mayoría de materiales suaves y cálidos. Además, apretó más a su delgado cuerpo el frondoso abrigo del mismo color que cubría su anatomía entera, rozando la tierra terracota bajo sus pies. -Me hace reír, él es alguien muy carismático e incluso se ha tomado la molestia de contratar a una beta para que pueda tomar clases de tejido y bordado a la par de mí. Diré que sus puntadas no son las mejores, sigue siendo un poco torpe, pero creo que ya es bastante cautivador que se dé la oportunidad de gastar su tiempo en actividades de omegas.

Una punzada en su garganta logró extenderse por la parte central de su cuerpo, llegando por sus venas hasta su corazón y enviando decenas de choques eléctricos a éste sin cesar. Era una descripción del dolor que ocasionalmente le recorría el cuerpo. Cada palabra pronunciada por Sunoo ponía aprueba la paciencia y cordura de Sunghoon. El Príncipe heredero de Deutsh-Azelette aprendió con severas lecciones a mantener sus emociones en un límite muy escaso, su naturaleza de alfa en su mayoría le ayudaba a no dificultarse en esa tarea, pero el cachorro que vivía en él que había sido tratado como un delicado omega lo obligaba a tener ese lado sensible. En cada situación, la capa superficial de la toma de sus decisiones era su alfa interno, sin embargo, era aquella parte tierna la que mantenía algo de bondad que no era reconocida en resoluciones dadas por la casta mayor. Por esa razón no podía evitar sentirse al borde en ocasiones como ahora, donde sólo quería deslizarse en brazos protectores que pudieran calmar la agonía de su corazón cada que le hacían saber que nunca podría ser de Heeseung.

𖥔 ִ  ۫   ˑ  Harmonies of the Night    !   heehoon  ִˑDonde viven las historias. Descúbrelo ahora