¡cinco!

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Corrió intentando llegar antes de que el profesor cerrara la puerta, si no se ganaría un regaño y quizás un reporte.

— ¡Espere, por favor!— pidió casi sin aire. Probablemente era un desastre, con su uniforme desordenado, su pelo revuelto y un poco de sudor, pero bueno ya estaba acostumbrado a ser un desastre.

— Última vez, Jay, la próxima te deje afuera y te mando a la dirección.— le advirtió su profesora de literatura.

El chico asintió entrando al salón mientras todos se le quedaban mirando y susurraban cosas. El estaba acostumbrado a eso, desde siempre había recibido comentarios hirientes. Jay tenía problemas de atención y retención, lo que hacía que se le dificultará aprender. Por eso desde pequeño había recibido malos comentarios, como si fuera un tonto, cuando en realidad solo aprendía de manera de diferente. Cuando era un niño le lastimaban mucho los comentarios de los otros niños, a medida que iba creciendo comenzó a defenderse, a golpear cada vez que alguien se burlaban de él.

A veces se sentía culpable con su madre por las peleas que se metía. Su mamá lo había criado sola y hacia todo lo posible por qué nada le faltará, le debía todo a su mamá. Así que intentaba no darle problemas, aunque fuera difícil, aún le dolían todos los comentarios que hacían sobre el.

El puesto que solía usar estaba ocupado y como había llegado tarde no estaba en posición de reclamar. Diviso un único puesto libre. Su corazón comenzó a latir más fuerte cuando vio la persona que estaba a su lado.

Jungwon.

El chico que nunca le había dicho nada, no lo había criticado, no lo había mirado mal, no susurraba a sus espaldas y en parte parecía que lo ignoraba solamente, o eso creía hasta el momento en que lo defendió.

La idea de que las notas de Jungwon dependieran de sus propias notas le aterraba, por eso en ese momento se esforzaba el doble por aprobar biología, sabía muy bien que el profesor era capaz de reprobar a Jungwon si sus notas no mejoraban. Aunque era difícil, el chico explicaba bien, incluso mejor que el profesor ¿Pero como se mantendría concentrado teniéndolo en frente? Su cara era pequeña, piel palida pero sus mejillas era rosas, su nariz era pequeña, redonda, sus ojos marrones parecidos a los de un gato y sus labios con un toque de rosa. Imposible concentrarse si tenía un ángel frente a el.

Se sentó a su lado algo nervioso, sintió como su desayuno se revolvió en su interior. Se sentía patético, pensó unos momentos en si saludarlo o no hasta que decidió hacerlo.

— Hola.— dijo suavemente. Jungwon no había notado su presencia hasta que lo saludo.

— ¿Que quieres?.— pregunto de mala gana y luego se giró a mirarlo, cuando lo miro su cara enojada cambio completamente a una de arrepentimiento.— Perdón, Jay, no quise hablarte así.

Además de ser un ángel físicamente también lo era de corazón. Tan malditamente educado.

— No te preocupes.—le dijo nervioso. Jungwon suspiró apoyando su cara en la mesa, parecía cansado, cosa que lo preocupo.

— ¿Paso algo? ¿Alguien te molesto?— se atrevió a preguntar. Sabía que había chicos de cursos mayores que les gustaba acosarlo, todos sabían que Jungwon era un chico muy hermoso y tenía mucha popularidad pero eso no les daba ningún derecho de acosarlo. Cuando tuviera la oportunidad iba a golpearlos a todos.

— No es eso.— suspiró.— Pelié con Riki y eso me tiene de mal humor.— hablo mirándolo aún con su cara apoyada contra la mesa. Le avergonzaba muchísimo que lo mirara fijamente.

— ¿Te molesto?— preguntó intentando poner de buen humor a Jungwon.

— Hizo algo que me molestó, el y los demás, pero hoy en la mañana discutíamos porque el no quiere entender que ya no soy un bebé.— reclamo haciendo un puchero.

⌗ 𝗽𝗮𝗱𝗿𝗲𝘀 "𝗱𝗼𝘀" [pausado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora