EL CONCIERTO

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Volví al hotel y me adentre en la cama blanca, alargando ese momento durante unos días.
Estaba cansada, desilusionada, cuando Patrón me llamaba, ponía mi mejor voz, pero realmente estaba en un estado de tristeza profunda .
Por una parte quería vivir aquella experiencia lo más plenamente posible, era lo justo sabiendo el esfuerzo económico detrás de cada viaje, pero por otro lado, pasaba por cada lugar con el desasosiego de encontrar algo sobre 'Eber, no entendía muy bien a donde me llevaban aquellos viajes.
Cualquiera en mi lugar seguro se sentiría en plenitud en esos lugares mágicos, pero yo solo quería volver a la orilla de mi playa, sentarme en silencio mirando a la nada con mi chico a mi lado, quería películas en el sofá de casa junto a mis amigos, reír junto a ellos hasta que la barriga doliera, quería los desayunos con Patrón y Abu, quería volver a casa.
Dos días después, decidí que aquel lugar sería el último que visitaría en soledad, no podía más...
El día del concierto, volví a mis pantalones dos tallas más grandes, a mis camisetas coloridas y mis zapatillas blancas.
Pasee por el Palacio moro, contemplando las flores del lugar, los maravillosos pavos reales  y faisanes paseándose con gracia por los jardines.
Me comí una burger más grande que yo, con patatas y todo tipo de salsa sobre ellas, desde allí, me fui al hotel, para darme una ducha rápida, preparar una mochila y ponerme unos Jim's cómodos e ir al Wizink Center en taxi y  hacer cola para entrar al concierto.
Había muchísima gente frente al espectacular palacio de deportes de fachada azulada con estrellas plasmadas.
Empecé a observar a todas las personas que hacían cola como yo,dandome cuenta que de todos los presentes yo era la única que estaba sola esperando entrar.
Tras de mi, llegó un chico alto, de pelo claro.
Yo no le presté atención, solo deseaba entrar al estadio y disfrutar del concierto.
Se abrieron las puertas y la gente comenzó a entrar un poco sofocada para coger el mejor sitio, yo sin prisa me acomodé en la tercera fila.
Aun quedaba un largo rato para que el concierto comenzará, el ambiente era alegre, pero a su vez se respiraba nerviosismo el estadio estaba a rebosar de personas deseosas de escuchar la música de mi banda favorita.
-Hola, ¿tu también vienes sola?...
Todo estaba oscuro, la voz provenía de mi lado izquierdo eché una ojeada, era el tipo de pelo claro de la entrada.
Asentí con la cabeza, pasando de él, no quería conversación solo disfrutar del concierto que acababa de empezar.
Lloré, grité , grité y llore seguidamente un millón de veces en las dos horas de ese concierto a la vez que cantaba las canciones del cantante rubio de pelo despeinado.
Grabé un par de vídeos que pedí a Alice que los mandará en forma de agradecimiento a Carlos.
Cuando todo acabó las personas salían de poco a poco de allí, habíamos unas 14 mil en total.
Ya fuera del recinto llamé a un taxi, lo esperaba de pie mirando los mensajes de Pris y Rizos que me animaban sin parar.
El chico que vivió el concierto ensimismado a mi lado se acercó en la oscuridad de la noche.
-¿Te vas?...
Yo no alcé mi cabeza, simplemente llegó mi taxi y me disponía a entrar en el, el chico amablemente me abrió la puerta para que entrará, yo pensaba que era un pesado.
Me acomodé en el asiento con mi móvil en la mano, esperando que aquel pesado de turno cerrará la puerta.
-Buenas noches Pequeña.
Y la puerta se cerró.
El taxi arrancó camino de mi hotel, yo seguía contestando mensajes de mis amigos... Hasta que mis pensamientos se pararon de golpe.
¿Buenas noches pequeña?...
Mande rápidamente al taxista volver al lugar donde me había recogido, llegando a el en unos minutos.
Me bajé rápidamente del coche pidiéndole al chófer que me esperará, y empecé a llamarlo ¡¡¡'Eber!! entre la pequeña multitud que aún quedaba en las afueras del estadio.
Lo busqué entre las personas, la gente me miraba extrañada, cuchicheando entre ellos sobre mí comportamiento.
Pero no estaba allí.
El taxista me tocó el claxon del coche indicándome que debía montarme o se marcharía.
Volví al asiento trasero del automóvil y durante todo el recorrido hasta el hotel miré fijamente por la ventanilla por si entre las personas que caminaban por Madrid veía al chico alto de pelo claro.

El Mapa De 'EberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora