LUZ VIOLETA

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Volví a mi hotel desconcertada, subí a mi habitación y me di una larga ducha para quitarme ese olor a sudor humano mezclado con otros olores típicos de los conciertos masivos.
Al terminar me tiré en la cama y el cansancio me hizo dormir.
A la mañana siguiente tocaron la puerta de la habitación.
-¡Servicio de habitaciones!..
Abrí mis ojos rápidamente y en forma automática me dirigí a la puerta, la abrí y detrás de ella estaban Abu y Patrón.
Los abracé con fuerza, con una sensación de alegría infinita.
Patrón se había percatado de mí estado de ánimo a pesar de mis intentos por que no se diera cuenta, por ese motivo llevaba horas conduciendo para ver a su única hija.
Juntos bajamos a la cafetería a desayunar, Abu insistía en verme más delgada, por ello el zumo de naranja y el pan tostado le parecía poca comida para su nieta escuchinizada.
Hablamos largo rato de mis viajes, pero sobre todo de lo sucedido con el chico misterioso la noche anterior.
Patrón insistía en no tener que prestar mucha atención a lo que había pasado, simplemente sería una casualidad y nada más.
Es cierto que solo la presencia de ambos me tranquilizaba, me daba vida.
Patrón me indicó que nos íbamos del hotel esa misma mañana que nos quería llevar a ambas a un lugar sorpresa.
Recogí mi equipaje y me despedí de Madrid, un lugar que hubiera merecido más tiempo por mi parte, pero a pesar de ello, sentía a la ciudad como un lugar que dejaba huella en mi.
Abu me cedió el asiento del copiloto del coche del Patrón ella prefería ir atrás y dar cabezadas mientras papá y yo hablábamos de todo.
Solo hacia unas semanas que no nos veíamos pero para mí habían sido millones de años, en ese instante pude ver lo muchísimo que los había echado de menos.
Patrón condujo durante hora y media hasta llegar a un pueblecito de la provincia de Guadalajara, llamado Brihuega.
Sus calles estaban decoradas con esmero en tonos violetas.
Al llegar miré hacia atrás y vi dormida a Abu, que al pararse el  automóvil , Abrió sus grandes ojos de inmediato .
El Patrón la ayudo a bajar indicándole cerrar los ojos para recibir una sorpresa, Abu obedeció enseguida, saliendo del coche del brazo de su hijo.
Yo ya había contemplado la sorpresa de Abu.
Mis ojos se pusieron húmedos de la emoción, me coloqué a su lado y Patrón dijo:
-Mamá abre los ojos.
Al abrirlos Abu se quedó petrificada, delante de ella, había un campo inmenso de color violeta, un campo repleto de su amada lavanda.
El lugar era pura magia, el aroma, el color... Parecíamos estar en el mismo paraíso.
Abu emocionada solo daba las gracias sin parar de observar la hermosa postal que aquel lugar nos ofrecía.
Un trabajador de la zona se acerco a nosotros y entregó a Abu un pequeño ramito de lavanda, ella lo apretó contra su pecho agradecida, con sumirada llena de lágrimas, de vida y vivencias.
Mi Abu, una mujer moderna a pesar de sus 78 años, adelantada a unas ideas creadas en su tiempo de crianza.
Ella la mejor consejera del mundo, la que jamás imponía una idea, escuchaba con amor todas, para después construir la suya propia.
Me había enseñado a ser valiente, me había inculcado que con amor y respeto todo se puede alcanzar, que la vida es complicada pero con ganas, con pasión y esfuerzo todas las metas son alcanzables por difícil que puedan llegar a ser.
Solo se enamoró de un hombre, mi Abuelo, que cuidó durante años con esmero hasta que la enfermedad que lo mantenía débil se lo llevó a las nubes.
Amaba a mamá a pesar de no ser su hija, por que en ella veía el mismo amor que Abu había sentido por su esposo, por ello cuando mamá también partió, ella me acogió en sus brazos de amor para hacer de mí junto a Patrón la persona que hoy soy.
A ellos, a esas dos personas que miraban un campo hermoso junto a mi, les debía todo, les debía la vida.
Estuvimos paseando por el lugar hasta la hora de almorzar.
Fuimos a una pequeña "tasca", donde se come escelente carne estofada.
Comí hasta que estar sentada resultaba molesto.
En esa ocasión Abu si estaba satisfecha con lo que había comido su nieta menuda.
Desde ese lugar nos dirigimos a un hotel pequeño del centro de la ciudad de Guadalajara, para descansar y emprender el viaje de vuelta a casa la mañana siguiente.
Patrón cogió una habitación para el solo, su compañia nocturna no es muy grata, (Ronca como un oso), sin embargo Abu y yo compartiríamos habitación.
Compramos en la cafetería del hotel un poco de picoteo por si nos picaba el hambre, pero la verdad Patrón estaba exhausto por el viaje y Abu también, así que después de un baño ambos quedaron dormidos en minutos.
Yo me quedé en una cama al lado de Abu leyendo un poco más mi libro, hasta quedarme completamente dormida.

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