Caja de Pandora

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Sonidos húmedos, respiraciones agitadas y suspiros recurrentes. 

- Sandy... 

Eran las dos de la tarde, las clases en la preparatoria de Superciudad habían concluido hace cuarenta minutos, tiempo suficiente para que nuestros tontos protagonistas llegaran a su lugar de residencia.

- ¿Te gusta?.

Las manos más grandes apretujaban con insistencia el centro del pantalón contrario, divirtiéndose por los respingos que daba el cuerpo que yacía debajo suyo con cada presión que aplicaba a la zona. 

- Sí... Sigue, por favor.

El de ropa colorida había aceptado ayudar a su mayor a estudiar para las próximas evaluaciones, pero no contaba con que el otro se encontraba demasiado cautivado por estudiar su anatomía. 

Le dio un último beso pasa comenzar a dejar un camino con sus labios que recorría desde su mentón hasta su clavícula. Metió su mano libre debajo de su camisa, acariciando su torso, su cintura, encontrándose fascinado por sentir aquel pequeño relieve que se formaba en su abdomen por la falta de ejercicio. Rozó su pezón.

- Ah... - gimió en respuesta.

Escuchar aquello había sido su pase a la perdición en la lujuria. 

Le levantó la amarilla camisa, llenándolo de besos y marcas rojizas, provocando en respuesta que la respiración ajena se descontrolara más. Con su boca estimuló con insistencia aquellos pezones, mientras que su mano no dejaba desatendida la dureza de aquel punto bajo. Eran demasiadas sensaciones, el castaño no podía hacer más que revolver el cabello morado, retorciéndose de gusto por lo que sentía bajo aquel cuerpo que tanto le volvía loco. 

- Te amo - susurró con esa voz queda y ronca, su aliento sintiéndose caliente.

- Yo más - le dio un beso. 

León tenía la camisa levantada, el cabello despeinado y debajo de esas pecas se veía un tierno sonrojo. Sandman no le perdía rastro, estaba fascinado por la obra de arte tan lasciva que contemplaba. Quería avanzar más. Quería verlo por completo en su forma más íntima, quería sentirlo retorcer de placer, quería hacerlo sentir bien. 

Desabrochó el botón de su pantalón.

León se petrificó. Se quedó quieto y contuvo la respiración. Sandman le intentó calmar dándole besos en los hombros.

- ¿Puedo? - solicitó su permiso.

Los ojos miel estaban nublados de placer, jamás había sentido tanta urgencia por sentir piel con piel. Su forma de confirmarle fue quitándose la camisa, tomándola entre sus manos para tapar su rostro avergonzado.

- Puedes.

El pantalón de clara mezclilla fue bajado por completo, percatándose los ojos rosas que portaba unas tiernas calcetas de pollitos, sonriendo con ternura. Tomó la pierna derecha y le dio un beso en el tobillo. 

Obtuvo un suspiro en respuesta.

Comenzó a dejar un camino de besos, recorriendo extasiado aquel peroné. 

El dueño de aquella extremidad sólo podía gemir en descontrol al verse descubierta una zona erógena que ni él mismo sabía que tenía.

El de pelo violeta llegó a la rodilla, besando y comenzando a agregar algo de saliva y lengua en su faena.

El pecoso comenzó a temblar, encorvando la médula ante tanto estímulo.

Juguetón y encantado por ver a su amor tan tímido, le recorrió el interior del muslo con la lengua.

El Chico De Mis Sueños [ Leondy ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora