Escuchar a Ace hacer tal declaración me dejó completamente estático y mudo. <Ahora todo tenía sentido.>
Al ver que no emitía ni hacia ningún gesto, se marchó sin más, de mi habitación. Pero... ¿Qué le iba a decir? Ni yo sabía que responderle tras aquella confesión... Mi cabeza no dejaba de pensar en todo de manera rápida...
Miré hacia la puerta que yacía ya cerrada tras haber salido mi hermano por ella... Cabizbajo al saber toda la realidad. Me mordí mi labio inferior con fuerza, sin saber que más hacer.
Lo único que me quedaba era seguir e intentar olvidar todo... Pero... ¿Cómo lo iba a lograr...? Cuándo la única persona que realmente me hizo feliz había salido por esa puerta dando un punto y final a nuestra historia. Aquello dolía y mucho. Más de lo que nunca me hubiera podido imaginar... Incluso más que cuando me ignoraba...
Porque ahora comprendía que no había remedio para esta cura. Sólo había hechizos que pudieran sanar está herida.Y ahora comprendía que no quería que está historia quedará en el olvido.
NO.
Esa sería mi única cura.
Por lo que pensé en mi único beneficio. Sería un completo egoísta, pensaría sólo en mí y en mi bienestar.
Eso era...
Separarles.
Así qué, idearia un plan.
Un plan que empezaría, en cuanto se fuera mañana por aquella puerta.Ya estaba harto de ser el inocente y el tonto, que se conformaba con todo.
Eso ya se acabó.
Salí de mi habitación después de comprender todo lo que mi cabeza ideó y bajé a la planta de abajo para ver quiénes se encontraban en mi casa aún.
Nada más bajar visualicé a Ace y Sabo hablando animadamente en la sala. Por lo que comprendí que quien había salido echo una furia había sido Torao.
En cuanto notaron mi presencia ambos se giraron y sonrieron.
Y ahí vamos, sonreí como yo sólo sabía hacerlo, aunque en el fondo estaba destruyendo aquella "bonita" relación que ellos habían entablado.
– ¿Estás mejor? – Soltó Sabo de manera preocupada.
Simplemente alce mis hombros de manera afirmativa.
Sabo se volvió a girar hacia Ace y le sonrió para después seguir hablando con él.
– Bueno... Creo que ya debería de irme. Se está haciendo tarde y mañana tenemos que salir temprano. – Se limitó a decir.
– Está bien, pero avísame cuando llegues a casa. – Pidió Ace con una pequeña sonrisa mientras se acercaba a él para darle una muestra de cariño.
En cuento vi que iban a besarse puse las alarmas y decidí comenzar con el plan antes de lo previsto.
– ¡A-Ace! – Grité avergonzado mientras me tapaba los ojos.
Ace en cuanto escuchó mi grito retrocedió y me miró sorprendido.
– Creo que mejor... No hagamos esto delante de tu hermano. – Soltó avergonzado, ahora el rubio, quién se pasó la mano por la nuca.
Ace me echó una pequeña mirada duditativa por mi escena para luego girarse hacia Sabo.
– Quizás... Tengas razón. – Carraspeó. – Te acompaño hasta la puerta. — Dijo algo confundido mientras acompañaba al rubio.
Sabo salió rápido de la habitación mientras Ace me miraba de forma acusatoria para poco después perderse por el pasillo y abrirle la puerta a Sabo para que se pudiera ir. <Todo un "caballero".>
Me senté en el sofá satisfecho por mi actuación y puse la televisión para ver mis dibujos preferidos con una gran sonrisa, gracias a mi primer triunfo.
Ni me di ni cuenta de que Ace llegó de nuevo a la habitación hasta que note el asiento de al lado de mí del sofá, se hundía.
Entonces le escuché suspirar y quitarle la voz a mis dibujos.
Aquello me hizo girarme bruscamente hacia él.
– ¡Ace! ¡Mis dibujos! – Me quejé mirándole mientras hacía un pequeño puchero.
– Ya los verás después. — Sentenció. — Espero que tu numerito de antes no vaya para unas segundas intenciones. — Añadió raudo de manera un tanto molesta.
– ¿Cómo puedes pensar eso de mí? – Dije "ofendido" por su acusación.
– Eso espero... – Objetó y poco después le devolvió la voz a la televisión.
Sonreí victorioso y me puse a ver mis dibujos.
Me acerqué poco a poco a Ace y pose mi cabeza en su pecho mientras veía aquello.
– Creo que mañana llamaré a Zoro para que se quede conmigo estos días y así no me aburro con Torao. – Recalqué aquellos nombre para ver el afecto que causaba en él.
Noté que contuvo el aire levemente.
– ¿Todos los días? – Su voz sonó algo molesta y levemente alterada.
– Si. – Lo mire haciéndole ojitos. — ¿Pasa algo? Tú mismo dijiste que podria traer amigos siempre y cuando no hiciéramos una fiesta... – Me separé de él y sonreí inocente.
– Si... Eso dije, pero... – Pareció que se pensó unos segundos lo que iba a decir y negó con la cabeza. – Haz... Lo que quieras. – Escuché un suspiro de su parte y apartó la mirada de mí.
– Está bien, entonces voy a llamarle. – Me levanté del sofá con intención de ir hacia el teléfono.
Pero cuando intenté dar un sólo paso, Ace me agarró de la muñeca de manera rápida e hizo que me inclinará hacia delante hasta estar a centímetros de su rostro.
– ¿Por qué haces esto, Lu? – Susurró muy cerca de mí. – ¿Te gusta jugar conmigo? – Se mordió su labio inferior.
– No sé de que hablas, Ace. – Me limité a decir, intentado mantenerme serio, cuando en realidad me moría de acortar la poca distancia entre nosotros. – Sólo hago lo que tú me has dicho que puedo hacer. De todos modos que más te da, tú te vas con tu novio de viaje. – Enfatice la palabra novio mientras me encogía de hombros. – Simplemente sigo adelante, olvidándote, cómo tú, hiciste conmigo. – Sentencie mirándole serio a los ojos.
Al escucharme abrió sus ojos de golpe por el asombro y me acercó aún más a él, hasta notar cómo nuestras narices se rozaban, notando la respiración de Ace. Aquello hizo que mis labios se secaran y se erizara mi piel.
Negué con la cabeza y me separé de él rápido, antes de que siguiera.
– Lo siento, pero si quieres si quiera besarme, que al menos sea porque estés soltero, no con novio. – Tras decir aquello de manera seria, subí rápido a mi habitación, muriéndome por no haber podido besar de nuevo aquellos labios, que alguna vez fueron míos.
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Siento la demora, pero aquí va la continuación.
Espero que les haya gustado y nos leemos espero que pronto!
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Dulce Mentira (SaboLu)
FanfictionNuestro pequeño Luffy estaba pasando por ciertos problemas sentimentales que poco a poco le estaban destruyendo, tanto que hasta dejó de sonreír y de tener aquel carácter tan alegre e hiperactivo que siempre solía tener. Un desconocido de cabellos o...