CAPITULO 2:

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Aquella noche me ayudó, quizás hice mal en acostarme con aquel chico pero...simplemente no me arrepiento. <Me ayudo en donde nadie lo hizo>.

Sus palabras me ayudaron. Cada palabra que sus labio articularon... Me hizo volver a ser yo mismo, sólo debo recordarlas... <Solo debo cerrar mis ojos en un mal momento...>

- ¿Aquí es donde vives? ¿y tus padres? - Me miró mientras miraba hacia todos lados de una manera sutil.

- Si...y bueno mis padres están trabajando, siempre estoy sólo en casa - Lo miré - ¿Quieres algo de beber? Ya...que me trajiste aquí sin ni siquiera conocerme es lo de menos quepuedo hacer por ti - Le sonreí.

- No gracias, pero es normal no te iba a dejar solo después de como ibas - Suspiró - Bueno, ya que veo que estás bien me debo de ir.

- Como...quieras - Me acerqué al sofá y me senté.

- Oye...¿de verdad estás bien? - Me miró un poco preocupado.

- ¿Eh? Si...sólo estoy cansado - Me giré y lo miré.

- No te veo muy bien que digamos... - Se acercó y se sentó a mi lado - Dime, ¿que ocurre?

- Nada, ya te dije. Además ¿porque debería contar mis problemas a un completo desconocido? - Lo miré como se sentaba a mi lado en el sofá, sintiéndome un tanto incómodo.

- Estoy estudiando psicología y por tu comportamiento puedo ver que ocultas algo tras esa sonrisa. Muchos pacientes hacen ese tipo de método para así hacer creer a los demás que no le ocurre nada, pero en realidad se están muriendo por dentro lentamente. Lo pude notar desde que te vi cruzando aquella calle, sin ni siquiera mirar por donde ibas. Ibas tan sumido en tus pensamiento que ni lo notaste. Sé que no me incumbe tus problemas pero si eso va ha hacer que te recuperes, entonces cuentame, ¿que te ocurre chico?

Me quedé anonadado en cuanto dijo todo aquello...y de la misma manera que confíe aquella vez, lo hice de nuevo. <No sabía la razón...>

Le dije todo lo que me ocurría y el simplemente me escuchó.

- Así que...eso es lo que te preocupa - Se llevó una mano al mentón y luego precedió a hablar - Bien chico, cierra tus ojos y quiero que ahora pienses en todo menos en tus problemas, piensa en lo que te hace feliz.

Tras decir aquello cerré mis ojos y pensé en lo que me hacia feliz.

- Bien, ahora quiero que pienses en tus miedos y los concentres en tu mano derecha  - Me agarró con suavidad la mano derecha - Y cuando los tengas allí abre tu mano lentamente mientras piensas que tu eres más fuerte que cualquier miedo que hayas tenido. Afronta los, tu eres más fuerte que ellos. Por último coge aire y suelta lo lentamente mientras abres tu mano - Soltó mi mano mientras hacia todo lo que me dijo.

Me sentí relajado y noté como cualquier miedo se fue... Simplemente no puedo explicar como...

- Bien y por último vas a pensar en tus problemas. Aquellos que te reprimen el poder sonreír. Cuando los tengas todos en la mente quiero que grites lo más fuerte que puedas y digas cada uno de ellos - Asentí e hice todo lo que me dijo.

Se sentía también poder deshacerme de ellos que cuando terminé de gritarlos me relajé por completo.

- Para que todo esto no sea en vano quiero que les digas a las personas que te hacen sentir de esa manera, les diga todo esto - Me sonrió - Escucha, nunca te guardes nada, solo te harás más daño a ti mismo. Si tienes que gritar; grita, si tienes que saltar; salta, si tienes que correr; corre, pero nunca más vuelvas a guardarte nada ¿entiendes? - Me acarició el cabello - Eres un buen chico. 

Lo miré a los ojos al escuchar aquello. Me comencé a acercarme hacia él hasta besarlo. 

Lo demás ya sabéis que pasó... Tras aquella noche no volví a verle...lo único que sabía de él era que era psicólogo, era rubio y de ojos negros como la noche. Lo demás lo desconocía sobre él. Tampoco sabía la razón de porque me ayudó... Era todo tan confuso que ni yo mismo me explicaba las cosas...

Pasaron los días, las semanas, los meses e incluso unos años hasta que supe de él pero nunca creí que lo llegara a encontrar en el mismo lugar en donde lo conocí; en aquel cruce...en el que casi me pillaba aquel coche...

Una pequeña sonrisa se esbozo en mis labios al verle. Iba a gritarle pero simplemente no pude... Me trague mis propias palabras al observar como se acercaba hacia Ace y un pequeño beso terminó en los labios del rubio. Apreté mis puños con fuerza y me fui de allí. Cuando pensaba Ace contármelo. <Nunca>. ¿Para qué? Si ya casi nunca está en casa. <Antes era diferente>. Siempre estaba conmigo...incluso llegamos a algo más que hermanos pero al fin y al cabo nunca fue así. Suspire y me dirigí hasta casa en donde a lo lejos pude apreciar a un moreno...de ojos grisáceos, con tatuajes, con ojeras y su típica gorra blanca y con motas marrones.

Me comencé a acercar a él y un pequeño escalofrío surcó mi cuerpo al observar una pequeña sonrisa pero no de alegría sino de perversión...

- Hola...Torao ¿qué haces aquí? - Lo miré fijamente.

- Veo que ya sabes del nuevo rollo de tu hermano - Volvió a su cara neutral de siempre.

- Ya, no era difícil de saber que tarde o temprano tendría - Suspire.

- Ya pero como vosotros antes estabais tan juntos, por eso te lo digo. Supongo que eso terminó después de aquello. Portgas-ya es demasiado egoísta ¿No es así Mugiwara-ya? - Me susurró aquello lentamente en mi oído - Es también muy celoso y piensa cosas que no son - Se apartó de mi oído pero no antes de morderlo levemente.

- Ya...m-me estás diciendo algo que ya sé... - Me estremecí levemente ante aquella mordida - ¿Me vas ha decir que vas a querer en verdad? - Lo miré.

- Sigues siendo demasiado inocente después de todo, Mugiwara-ya - Sonrió más de aquella manera - Sólo vine a decirte que puedes venir a mi casa cuando quieras, es más ¿por qué no te vienes? Así no estarás solo en casa hasta que venga tu hermano - Pasó uno de sus dedos por mis labios y lo pasó lentamente por ellos.

- No hace falta...esperaré, pero gracias aun así... - Me metí rápido en casa.

La gente se volvió loca en cuanto se supo que entre Ace y yo no pasaba nada, muchas chicas se acercaron a Ace y a mí fueron... Torao...Zoro...y algún que otro más.

Nada más cerrar la puerta de casa pude notar la soledad. La soledad que sentía tras la perdida...tras la caída...tras el golpe...que sentía cada vez que te veía entrar y tú simplemente me ignorabas, pero aprendí a querer a la soledad...y a que fuera mi única amiga en verdad. Ya no sabía ni quien era en realidad.

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Bueno espero que os haya gustado y feliz navidad!

Nos vemos en la próxima

Dulce Mentira (SaboLu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora