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Quiana: lo sabía, sabía que papá tenía algo en mente -dijo dándole de comer a algunas ardillas-.

Luzbel: ajá.. -dijo limpiando su espada-.

Quiana: pero no me esperaba una nueva creación, ni mucho menos una tan aburrida..

Luzbel: claro...

Quiana: ... oye y si te tiró al río de la otra estación? -dijo mirándolo molesta y alzando una ceja-.

Luzbel: no veo porque no...

Quiana: es suficiente, que te sucede Luz?

Luzbel: ¿viste su rostro?

Quiana: ¿qué?

Luzbel: la cara de papá sonriéndole a esos cajones... le está dando demasiada importancia a esos humanos..

Quiana: tal vez, pero pronto se le pasará, cuando vea que los humanos no sirven para nada dejará de mirarlos así como tú dices.

Luzbel: lo dudo

Quiana: que te pasa? Antes no te interesaba en lo absoluto por qué padre estaba feliz y ahora estas muy serio, pensativo y se podría decir que... triste..

Luzbel: no estoy triste, solo que tengo un mal presentimiento sobre esto.

Quiana: esta bien, si tú lo dices. Prepara tu mejor ropa para mañana, veremos que tanto pueden sobrevivir esos humanos en la Tierra.

Esa noche Luzbel no pudo dormir pensando en lo que podría pasar mañana.

Al día siguiente.

Quiana y Luzbel llevaban los cajones con los dos humanos hacia la Tierra, seguidos por Miguel, Rafael, Gabriel y Azrael que llevaban sus espadas por si algún ente oscuro aparecía y atrás de ellos iban los demás arcángeles.

Asherah y Dios los estaban viendo desde una nube con una sonrisa en sus rostros.

Cuando Luzbel y Quiana llegaron al Edén bajaron los cajones, sacaron los cuerpos y los dejaron abajo de un gran árbol.

Ella se quedó un rato viendo el Edén, era más abundante que la estación del verano.

Quiana: nunca me agradó el verano, pero debo admitir que si viviría aquí si pudiera.

Azrael: yo igual, es muy pacífico.

Luzbel: es un lugar muy bello la verdad, transmite mucha paz..

En eso desde el cielo se escuchó la voz grave pero pacífica de Yahvé.

Dios: Quiana, Luzbel, Jofiel y Uriel..

Los cuatro se pararon firmes y alzaron la vista al gran cielo azul.

Dios: vayan a vigilar los alrededores del Edén, desde aquí puedo sentir a las sombras oscuras que se avecinan.

Luzbel, Jofiel y Uriel asintieron y se fueron volando.

Quiana: padre... yo no tengo una espada que pueda asesinar a una sombra oscura..

Dios: mi flor de otoño, tú puedes enfrentarte a las sombras oscuras y a más

Quiana: pero padre..

Dios: sabes, la Tierra es muy fértil cuando un ser divino la pisa, tus plantas no tendrán límites ahí

Eso bastó para que a Quiana se le iluminaran los ojos, asintiera y se fuera volando.

La hermana de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora