Prólogo

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Normalmente la lluvia demuestra la tristeza, es indispensable para los corazones el saber que el cielo llora con nosotros, y de algún modo, nos hace sentir mejor.

Pero estaba soleado.

Malditamente soleado.

Parecía que en absoluto le importaba acompañarnos en nuestro caos, y dolor.

En ese cálido día, tan igual a aquel en el cual le jure amar, tuve que recordar una cantidad de situaciones que me llevaron a adorarle. El como pasaba el tiempo y mi corazón parecía entregarse a él cada vez más, aún cuando no lo sabía.

Engañarme a mi mismo fue lo segundo más estúpido que hice durante mi vida, porque lo primero fue negar que le amaba.

Pasé tanto tiempo desperdiciando oportunidades de estar con él, solo porque pensaba que mi debilidad era amarlo.

Ignoré tantas veces su cariño, su amor, porque jamás pensaba que pudiera amarme.

Si, fue mucho. Años de negación, años de fingir no anhelar su calor. Cantidad increíble de tiempo que desperdicie por mi estúpido sentir.

Sin embargo, en algún momento lo logré.

Logré decirle que le amaba, y rogar por su perdón. Su alma tan hermosa, claramente me perdonó, y me dio una oportunidad tan gloriosa como la de estar a su lado.

Siendo así, no lo entiendo.

No entiendo.

En lo absoluto comprendo por qué.

Alguien dígamelo.

¿Por qué estoy aquí solo?

¿Por qué solo es mi corazón el que está latiendo, a pesar de que intenté por todos los medios protegerle?

¿Por qué cometió un error tan estúpido como el de apreciar más mi vida que la suya?

Dime, Deku.

Por favor, dímelo.

Te lo suplico.

Quítame este dolor.

Vuelve aquí.

Vuelve conmigo.

Izuku, por favor, no me dejes solo.

Junto a ti (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora