Capítulo 2

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Mi pobre cerebro, falto de oxígeno en estos momentos, está intentando asimilarlo todo.

Bruno se baja del auto y camina hacia mí. Ni siquiera noté en qué momento se había estacionado. Mi corazón comienza a latir desenfrenadamente, siento las piernas débiles y las palmas de mis manos se han vuelto frías y sudorosas, las mariposas en mi estómago son un desastre.

Dios, me voy a desmayar.

—Ho-Hola—. ¡Agh! Soy patética. Ni siquiera puedo saludar decentemente.

—¿Te encuentras bien?— interroga, frunciendo el entrecejo.

No, no lo estoy.

Afirmo con la cabeza. Mientras menos hable mejor, no puedo darme el lujo de parecer una completa tonta. Lamo mis labios buscando humedecerlos. ¿A dónde demonios se fue toda mi saliva?

Estoy sufriendo un preinfarto cardíaco. El chico del que he estado enamorada desde hace años, está frente a mí, hablándome, y no puedo ni responderle.

—¿Qué le pasó a la bici?— pregunta, echándole una ojeada. —Se reventó un neumático— dice mientras examina la abertura y luego se pone en pie. —¿Vives muy lejos?

—Dos kilómetros aproximadamente— respondo, jugando con un mechón de cabello.

—Vamos, te llevo. Si tú quieres, claro.

Oh-Dios-mío. ¿En serio él se ha ofrecido a llevarme?

—No quiero molestarte. Puedo ir caminando— menciono mirando hacia el piso. No logro sostener su contacto visual.

—No es ninguna molestia. Venga, vamos—. Me toma suavemente de la muñeca obligándome a seguirlo. Siento hilos de corriente recorrer todo mi pequeño cuerpo.

Su auto es descapotable, como no hay suficiente espacio en el maletero, acomoda mi bici en los asientos traseros y me abre la puerta del copiloto.

Que alguien me pellizque porque definitivamente debo estar soñando.

Más que un sueño #AFAWARDS22 #AtlanticAwards2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora