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HANNAH

A mitad de la noche me desperté, las pesadillas no habían parado desde el hospital.

Intenté cambiar de postura pero no servía de nada, así que me levanté dispuesta a ir a la terraza del salón a tomar el aire; en el hospital salir a coger aire en la ventana me ayudaba.

Cuando terminé de bajar las escaleras y pasé al lado de la puerta de la biblioteca la tentación me pudo... entré dispuesta a ver los libros que tenían; esa habitación parecía la biblioteca de mi pueblo: estanterías llenas de libros de todos los géneros, tipos y tamaños... me pasaría los días ahí metida.

Cogí un libro que me llamó la atención. Era un libro que no había visto nunca pero que tenía una portada preciosa, y con esa curiosidad me senté en  el sofá que había allí y empecé a leer la contraportada pero un ruido me interrumpió. La puerta se estaba abriendo y yo no quería que pensaran que era una entrometida por lo que me levanté dispuesta a explicar que hacía allí cuando los ojos azules verdosos de Jake hicieron que un escalofrío me recorriera la columna vertebral.

-Lo siento, yo es que no podía dormir y hoy, cuando tus padres me han enseñado esto, me ha llamado la atención. Lo siento, ya me voy.- dije de forma apresurada.

-¿Has cogido algún libro?- me dijo con un tono serio.

-Si, lo-lo siento, ya lo dejo- me salían las palabras entrecortadas. Sus ojos se posaron en el libro y fui casi corriendo a la estantería del que le había cogido.

Jake soltó una carcajada y oí sus pasos.

Cuando me di la vuelta lo tenía delante de mí, muy cerca, más de lo que me parecía normal. Me quedé mirándole a los ojos; sus ojos me tenían hipnotizada, eran preciosos, de hecho, de cerca eran mucho más bonitos. Él puso su brazo en la estantería detrás de mí.

-¿ Siempre eres así?- me pregunto distrayéndome de sus ojos.

-¿Qué?

-¿Qué si siempre eres así?- me aclaró.

-Lo siento- dije intimidada por su cercanía y su voz.

Él sonrió, dejando a la vista una sonrisa perfectamente alineada y blanca que parecía de anuncio, cogió el libro que acababa de guardar y me lo dio. Yo lo cogí completamente confundida.

-¿Te gusta leer?- me preguntó sin dejar de mirarme.

Asentí con la cabeza. Estaba tan abrumada por la situación que me eché para atrás y me di un golpe con la estantería. Me hice mucho daño en el brazo, no dije nada pero no pude evitar poner una mueca de dolor. Jake que no me había quitado ojo, de repente me cogió el brazo para observarlo. Levanté la mirada hacia él, de repente noté que acariciaba con sus dedos la parte en la que me había dado el golpe. Su caricia actuó como un bálsamo en mi piel rasgada.

No sentí dolor, sólo aturdimiento por el chico que había delante de mí. Levantó la cabeza y quitó su mano inmediatamente. Vi cómo se daba la vuelta y empezaba a alejarse hacia la puerta, pero cuando llegó al umbral se detuvo y se giró.

- Ven que te curo eso- soltó y después salió de la sala.

No sabía si seguirle, ni tampoco si dejar el libro de vuelta a la estantería... al final, lo dejé en su sitio y salí de la biblioteca para seguirle. Mis ojos recorrieron todo el salón y le visualicé en la encimera de la cocina con un botiquín en las manos. Me acerqué.

- No hace falta que me cures- dije algo nerviosa- no es para tanto.

Me había hecho cosas peores a lo largo de mi vida y cuando pasó el accidente tuve muchas heridas por todo el cuerpo así que un rasguño con una estantería era de lo que menos me había dolido en toda mi vida.

Me ignoró y se acercó a mí con un desinfectante y un algodón en la mano. Me cogió el brazo y empezó a curarme a pesar de mi negativa. Yo en ese momento le observé con más detenimiento: su pelo tenía pequeñas ondas naturales, su piel era lisa, no había ni un solo rastro de acné en toda su cara, tenía un lunar debajo de su boca, en la parte izquierda, un piercing en la oreja, sus labios eran carnosos, sus manos eran mucho más grandes que las mías y eran super suaves, la verdad.

Cuando terminó de desinfectarme, me tapó la herida con una tirita y se dio la vuelta para recoger el botiquín.

-Gracias- dije mirando su espalda.

Se volvió hacia mí.

- De nada

Bajé la cabeza hasta que volvió a hablar

- ¿Te vas a quedar aquí mucho tiempo?

Esa pregunta hizo que me dieran ganas de llorar. Yo no quería estar ahí, quería volver a mi vida de siempre, que nada hubiera pasado, que mis padres estuvieran aquí y volver a casa. Aunque mis amigas fueran una mentira, en esa mentira yo era feliz. No quería estar aquí sola. Noté que se me humedecían los ojos, me di la vuelta para que no me viera y me fui hacia las escaleras para volver a mi cuarto. Iba a subir el primer escalón cuando me detuvo cogiéndome de la muñeca. Contuve las lágrimas y con voz calmada y aparentando una seguridad que en ese momento no tenía, le contesté:

- Voy a estar este año aquí- porque esperaba poder irme de aquí cuando acabase el año. Tampoco sé a dónde, pero ya lo pensaría.

Me volví y subí las escaleras pensando en su pregunta. Me había dado a entender que no quería que estuviese aquí. Le comprendía, que una desconocida se meta en tu casa de la nada yo tampoco lo entendería. Pero lo que me sorprendió fue la pregunta, ¿no sabía lo que había pasado?

Me metí en la cama agotada. Los paseos nocturnos y los chicos con ojos bonitos me habían dejado exhausta. Me dormí a los pocos minutos, esta vez sin pesadillas.


Por ti siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora