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HANNAH

Cuando me desperté, sentí un brazo rodeándome y al levantar la cabeza, vi la cara de Jake muy cerca de la mía. Mi corazón se aceleró sin poder controlarlo. Mis ojos le escanearon por completo.

Mientras estaba mirándole como una adolescente hormonada hasta las cejas, Jake abrió los ojos. Me pilló de lleno mirándole y me sentí tan avergonzada que no supe cómo reaccionar. Me quedé completamente parada. Sin embargo, él sonrió.

-Buenos días, preciosa. - me dijo; y lo hizo de una manera que hizo que mi corazón empezase a latir como loco, mientras él cogía un trozo de mi pelo y empezaba a juguetear con él, lo que parecía que le encantaba hacer.

-Buenos días. - dije al cabo de unos segundos, aclarándome la garganta.

Él se dio cuenta del gesto y levantó la cara, me dio un beso en la mejilla y apartándome con cuidado se levantó y se dirigió al baño.

Yo me quedé completamente descolocada, no sabía qué estaba pasando con él. No tenía ni idea la verdad. Después de que me quedase mirando al techo durante unos minutos como si fuese la cosa más fascinante del mundo me levanté y me puse a hacer la cama. En cuanto acabé la puerta del baño se abrió y un Jake empapado y con una toalla en la cintura como el prota de un anuncio de colonia, salió haciendo que mis ojos no pudiesen apartarse de él y sus abdominales.

Quería abofetearme mentalmente y dejar de mirarle... salí corriendo, literalmente y me metí en el baño.

Me duché y al salir me puse un vestido granate con unos pantis color carne y unas botas marrones, me cepillé el pelo y me lo sequé, me eché colonia y desodorante y cuando salí, Jake ya no estaba en la habitación, lo que me alivió.

Cuando entré en la cocina me encontré con todo un banquete en la mesa. Ya estaban todos, lo cual me incomodó por haber sido la última en bajar. Puse unas tortitas en mi plato y me senté en la única silla que quedaba libre alrededor de la mesa, entre Jake, que estaba hablando con el pequeño de los dos chicos, Jason, y Bryce, el mayor.

La verdad es que ambos hermanos estaban bastante bien, los dos de complexión fuerte, con rasgos muy marcados, sonrisas blanquísimas que transmitían mucha seguridad en ellos mismos. Pero me daba la sensación de que eran completamente diferentes y no porque uno fuese moreno de ojos verdes y el otro rubio de ojos marrones.

No llevaba más de cinco segundos a la mesa, cuando se escuchó el grito de una voz chillona y dulce.

-¡Hannaaaaah!- la voz de Mary resonó por toda la casa. Mientras que todos se giraban hacia mí, la pequeña vino corriendo y se sentó en mi regazo.

La verdad es que ser el centro de atención no me gusta mucho, pero al sentir las manitas de Mary tocándome el pelo y ver su sonrisa agrandarse al verme, la vergüenza pasó a un segundo plano.

-Hola preciosa, ¿qué tal has dormido? - le dije, al mismo tiempo que me inclinaba a darle un beso.

-Bien, he soñado que era una princesa y podía hablar con los animales. - me dijo entusiasmada mientras no paraba de coger mechones de mi pelo y enredarlos.

- ¡Que guay!, yo he soñado que era una sirena. - le dije casi susurrando, a modo de secreto. Al escucharlo, levantó la cara de inmediato y se rió.- Pero es un secreto, le dije aún más bajo.

Asintió contenta y le ofrecí de mi tenedor un trocito de tortita que se comió encantada mientras intentaba sin mucho éxito hacerme una trenza.

Levanté la mirada y me encontré con la sonrisa de Jake y sus ojos azules mirándome. Me le quedé mirando hasta que un carraspeó me hizo girar la cabeza al lado contrario. Encontrándome con la mirada de Bryce.

Por ti siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora