Los días pasaban y conforme la semana se terminaba igual lo hacía su paciencia, el Lunes logró soportarlo, el Martes incluso le pareció gracioso ver los rostros de malestar, cansancio, enojo y frustración de algunos novatos, tal como esperaba de un día para el otro los aspirantes comenzaban a desertar, en el segundo día la pérdida no fue demasiada solo unos cuantos. El miércoles más de la mitad ya no asistió al gimnasio y por sus compañeras de salón se enteró que los que ya no estaban participando como aspirantes ahora eran miembros en otros talleres, eso le alegro un poco, lograron darse cuenta de que no pertenecían a ese club y ahora podían probar algo más en lo que estarían cómodos.
Pero para ella el Jueves estaba más cerca de ser una tortura que una alegría, se le veía ir y venir de un lado para otro, la desesperación no dejaba su mente mientras que por la noche los continuos pensamientos de ser insuficiente para lograr su objetivo la atormentaba impidiéndole descansar como debía, solo podía llorar hasta quedarse dormida un par de horas para después despertar, intentar ocultar su deteriorado rostro con maquillaje y comenzar su rutina diaria, dando los buenos días, saludando, sonriendo, garabatear algo en las libretas y en las horas que anteriormente usaba para desahogar todo lo que la atormentaba, sintiendo su corazón acelerado, sus pulmones exigirle respirar mientras que sus piernas suplicaban por un descanso.
Eso era su alegría.
Y ahora se la habían quitado.
Sin contar que había excedido el consumo de pastillas diarias, ahora debía buscar la forma de sobrevivir lo que resta de la semana y muy posiblemente los siguientes días sin tomar ninguna.
Viernes, por fin el ultimo día de su primera semana, ingenuamente pensó que algo cambiaria pero parecía que este año por la gran cantidad de alumnos tardaría más tiempo el periodo de prueba. Al recibir la noticia de parte de Akari solo puede asentir informándole que nuevamente faltaría al entrenamiento e iría temprano a casa. En cuanto terminaron las clases por instinto fue hacia el gimnasio para ver salir a un grupo de alumnos quejarse.
-Son demasiado exigentes, es solo un club.-
-Se lo toman demasiado en serio, solo entre para ver a la chicas del equipo.-
-Ay, me duele todo.-
-Las titulares ni siquiera nos miran, se creen superiores solo por ser mayores un par de años.-
-Ha! Apuesto que solo tiene celos, por eso no nos dejan entrar.-
-Ni siquiera quería jugar, solo que ser miembro del club de voleibol se vería muy bien y creí que nos divertiríamos hablando de los chicos.-
Cada comentario aumentaba el cumulo de emociones, solo logre identificar un par de ellas, frustración, impotencia y enojo.
Con el cuerpo pegado a la pared, solo podía sentir la desesperación crecer, no sabían nada; las ambiciones, sentimientos, sacrificio y malestares que cada una de nosotros tuvo que hacer.
Sentía como la garganta se me cerraba y mis ojos comenzaban a arder, aquellas chicas; quería golpearlas, gritarles hasta que lograrán entender que no debían hablar de lo que no entendían, que nunca llegarían a experimentar algo similar a lo que nosotros sentíamos por el Club. Estaba por hacerlo, al separarme de la pared solo observaba como caminaban en dirección hacia el edificio principal, veía sus bocas moverse pero sin escuchar nada de lo que decía, antes de que siquiera pudiera ser vista sentí como alguien me sujetaba del antebrazo al mismo tiempo que cubría mi boca, me movía asustada por descubrir a quien se le había ocurrido hacer eso.
-Hazlo.- Por el tono de voz pude saber que se trataba de un hombre, aunque lo que me desconcertó fue lo que me dijo, no me sujetaba con fuerza, su mano soltó mi brazo para ahora tomar mi cadera, su agarre me mantenía en mi lugar pero no era doloroso, solo firme. -Puedes llorar y gritar, no les prestes atención, ellos no las conocen, no saben sobre sus deseos y ambiciones.-
Me sentía aliviada, no quería llorar aunque sabía que podía hacerlo. Lo comprendía, alguien lograba entender como era verdaderamente. Esas simples palabras dichas en el momento correcto.
Su respiración conservaba un ritmo calmado, la ira comenzaba a ser sustituida por dolor, amables palabras dichas con firmeza, eso solo logro que mis mejillas se comenzaran a mojar lentamente y la presión de la varonil mano sobre mi boca se aflojaba de a poco, a pesar de tener la libertad para alejarme, ambos nos quedamos en nuestro lugar.
Llore en silencio, no me movía, sería mucho más vergonzoso que me vea llorar a que solo me escuche, de un momento a otro sentí mi cuerpo pegarse a el suyo mientras ambos nos dejamos caer en el suelo, yo entre sus piernas mientras el usaba la pared para recargarse. ¿En qué momento mis piernas perdieron la fuerza para sostenerme, haciéndome confiar en quien se encontraba detrás de mí?.
Estuvimos en esa posición durante un tiempo, había dejado de llorar y su mano ya no cubría mi boca, ninguno dijo ni una sola palabra, solo el ruido que se producía al interior del gimnasio se abría paso mezclándose con su respiración y la mía que conformé me tranquilice se volvió regular. Ahora no sabía cómo afrontar la situación en la que estaba, pase varios minutos llorando y liberando algunos quejidos contra su mano, los que afortunadamente se vieron opacados por los contantes remates, las ordenes de los Entrenadores, Capitanes y la voz alegre pero determinada de Kira-chan, nuestra Libero.
No sabía nada de quien se encontraba detrás de mí, si era un alumno de algún grado superior o incluso un profesor, aunque estoy muy segura de que no deberían tomar a ninguna estudiante de la cadera y apegarla a ellos por más ayuda que quieran dar. Extrañamente esto no era incomodo solo raro, sin duda seria gracioso contárselo a Akari y ver su reacción, escuche atentamente como los pasos dejaban el gimnasio; cerrando la puerta de este, finalmente daban por terminada la práctica y podía irme sin que nadie notara mi presencia. Sentí como el extraño se movía solo un poco, algo que aproveche para hacer lo mismo con la intención de finalmente ponerme de pie sin ningún esfuerzo, aun dándole la espalda escuche como se aclaraba la garganta, así que tragándome toda la vergüenza que sentía me gire para confrontarlo, inmediatamente cerré los ojos mientras inclinaba la cabeza.
-Esto es vergonzoso para mí pero gracias por... eso.- Al abrir mis ojos pude notar sus pies, zapatos deportivos negros, pantalonera gris, vi cómo se movía hasta quedar de pie, sus piernas debían tener gran fuerza al no necesitar apoyarse de sus manos para hacerlo, esto me causo algo de gracia; era típico de mi observar las piernas de las personas para saber quién contaba con la fuerza para ser buen jugador, cuando estaba dispuesta a levantar la cabeza fue cuando lo sentí acariciar mi cabeza desordenado mi cabello en el proceso, para después alejarse.
-No fue nada, niña.-
Era alto, no, yo era alta, mucho más alta que la estatura promedio para una japonesa, él era muy alto.
Espalda ancha y lo que parece ser cabello rapado, la gorra negra no me dejaba ver más. Entonces no era un estudiante.
Lo vi detenerse mientras metía las manos en los bolsillos de la chamarra negra con un logotipo en la espalda.
-Aunque no tenías que enseñarme las bragas como agradecimiento.-
Al escucharlo me sonroje, el continuo caminando mientras comenzaba a silbar y yo lleve mis manos a mi falda comprobando que de hecho estaba alzada dejando mi ropa interior a la vista de todos, no entendía en que momento había sucedido eso y porque tenía que mencionarlo, es un gran idiota es lo que es, un imbécil que... ¡Agh! Maldita bola de arroz.
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Kitsune ni Chikadzukanai | Haikyuu
Fanfic[Los personajes no me pertenecen son obra y creación de Haruichi Furudate.] || Atsumu Miya y Tu.|| El fuerte golpe logro que mis oídos dolieran, me moleste al notar que el volumen de mi computadora se encontraba al máximo, mi hermano sin duda la ha...