Nunca hubo algo cercano al sentimiento llamado "amor" en su vida.
Doyoung solía tener una pequeña familia cuando aún era un pequeño bebé de dos años, no sabe como es que recuerda todo, tal vez el trauma del momento. Su padre era un alcohólico que se la vivía fuera de su hogar para después llegar y gritarle a todo el mundo que eran unos buenos para nada, su madre había sido una mujer preciosa que no le importaba mucho cuidar de sus hijos, el podía salir a jugar a media carretera y ella no haría esfuerzo alguno en quitarlo del lugar, triste pero cierto.
Su hermano mayor vive siempre en su mente, cuando las cosas se ponían feas, el solía darle paletas de dulce y llevarlo a su habitación para que no le hicieran nada malo. Siempre se sintió protegido a su alrededor, adoraba estar a su lado.
Hubo un día en el que decidió entrar a la habitación de sus padres porque tenía hambre, fue un poco traumatizante encontrarse con el cuerpo sin vida de su propia madre, (los policías dijeron que fue suicidio, aunque aún lo duda) lo más impactante era el hecho de que ella había dicho que estaba embarazada de nuevo, justo apenas semanas atrás. Recuerda como su padre prácticamente se volvió loco con la noticia y tomó la peor decisión de su vida; llevó a su hijo favorito junto a el hasta uno de los puentes altos del pueblo y saltó al extenso mar, acabando con la vida de ambos.
Es trágico navegar entre sus recuerdos y encontrarse con ese tipo de imágenes como las primeras cosas que pudo ver en su vida.
Sigue preguntándose, entre lágrimas, ¿Qué culpa tenía su hermano mayor? Solo eran un par de niños sin idea de las cosas que el mundo adulto tenía por ofrecer, tal vez fue tan amado por su padre que no soportó la idea de dejarlo sufriendo en un mundo tan podrido y corrompido por la maldad de los seres humanos.
Recuerda... Sirenas, luces destellantes en tonos azul y rojo, aquellos coches de la policía y muchas personas raras entrando a su hogar, la mirada que le dió su vecino cuando salió en brazos de el oficial que se encargó de repetirle que guardara silencio, no tenían un poco de tacto con el, ni siquiera después de haber pasado día y medio al lado del cadáver de su madre, esperando a que despertara de ese sueño profundo.
Era muy inocente, no entendía como funcionaban ese tipo de cosas, tampoco entendía porque ahora parecía que debía de dejar su hogar para ir a un lugar raro donde habían muchos más niños conviviendo con el.
Tenía diez años cuando ya se había vuelto mejor amigo y mano derecha (en travesuras) de Donghyuck, un niño del orfanato el cual siempre veía como su hermanito pequeño. Pasaron miles de momentos juntos, incluso el fue quien se encargó de consolar al más pequeño cuando sus dientes dolían porque ya se le iban a caer.
—Cuando sea mayor nos vamos a casar —había dicho Donghyuck mientras jugaban en los columpios.
—Eres mi hermanito, no podemos —Doyoung se negó.
—Entonces vamos a vivir juntos.
Desearía no haber mostrado tanto amor a Donghyuck.
Llegó un grupo de siete chicos, según el director, ellos venían de parte de la universidad para hacer su servicio social, así que se quedarían un buen tiempo ahí.
Se acercaron a el porque querían un "amigo" tan lindo y tierno como lo era el, obviamente su emoción fue demasiada, se suponía que ahora tendría a siete chicos para que cuidaran de el y no dejarían que nada malo le sucediera.
Ese fue su error, confiar en la gente.
Desde ese día los abusos comenzaron, si le preguntan, no recuerda cuantas veces fueron, había ocasiones en las que terminaba desmayandose porque no soportaba el dolor y el cansancio, así que esos tipos asquerosos hacían lo que querían con el mientras estaba inconsciente, aprovechaban que no podía tirar patadas o llorar para que alguien le ayudara. Recuerda como pedía al cielo que se muriera de una buena vez antes de llegar al anochecer, la muerte siempre fue mejor opción antes de seguir soportando todo ese calvario.
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