07. Fin.

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—Kim DongYoung, tienes en total siete cargos por asesinato a sangre fría y un cargo más por secuestro, ¿Cómo te declaras?

Todo mundo esperaba su respuesta, los periodistas no dejaban de tomarle fotos con sus grandes cámaras que tenían un flash insoportable, le dolía tanto la cabeza que tan solo deseaba que todo eso llegase de una vez a su fin.

—Culpable, señor.

No tenía abogado, era ignorante en cosas de leyes y el estado se negó rotundamente a brindarle uno. Aunque ya sabía su destino, ni siquiera el mejor abogado del mundo querría defender a un asesino.

—Señor Kim DongYoung, si un familiar suyo hubiese muerto a manos de una de estas personas... ¿Cuál sería su condena?

Parecía hasta irónico que el juez hiciera esa pregunta, sabiendo de antemano que eso había sucedido de verdad. Sus denuncias fueron ignoradas, pero parecía que eran conocedores de ellas y solo querían burlarse en su cara.

—Pena de muerte —no dudó en responder, tenía un nudo en la garganta y sus ojos brillaban a causa de las lágrimas acumuladas.

Johnny veía todo desde su lado, aunque su rostro estuviese neutral, moría por ir a abrazar a Doyoung y hacerle saber que todo estaría bien. No se lo merecía, era solo un niño que pasó por cosas horribles... Y si le daban la pena de muerte, moriría junto a él.

Todos se colocaron de pie para el veredicto final del juez, Doyoung solo rogaba porque no le diesen una pena de muerte dolorosa, dormir y nunca más despertar sonaba mucho mejor, no quería que sus últimos segundos de vida estuviesen llenos de dolor.

¿Cuánto más tendrá que soportar? Se preguntaron ambos enamorados, Johnny tratando de no derrumbarse ahí mismo y Doyoung con los ojos cerrados.

—Señor Kim, considero que sus actos son dignos de una persona sin corazón que no tiene empatía ni remordimiento alguno por lo que hizo, aún si los familiares que las víctimas se encuentran aquí —el juez buscó la mirada del asesino, pero este se negaba a levantarla. —Kim, mireme por favor.

—Por favor, por favor... —murmuró Doyoung, teniendo que encontrar su mirada con la del juez.

—Una pena de muerte por cada persona asesinada me parece perfecto —dijo, sin rastro de arrepentimiento. —En la silla eléctrica.

El chico de cabellos castaños miró al juez con incredulidad, de fondo podía escuchar a las familias de los asesinos celebrar y gritarle cosas hirientes al pelinegro, quien solo había bajado la mirada para asentir, aceptando así su castigo.

Quiso llorar, era una condena bastante injusta y no iba a poder hacer nada, si Doyoung no escapaba de la prisión... Iba a morir.

—¿Algo que decir, señor Kim?

Observó a la familia de Ji-Hu y tomó una respiración profunda antes de poder hablar.

"—¡Déjalo! —gritó Doyoung entre su llanto desesperado mientras pataleaba, intentando liberarse del agarre de los otros idiotas. —¡Ji-Hu, sueltalo! ¡El no tiene la culpa!

Y cuando Donghyuck dejó de respirar, el grito lleno de dolor por parte de Doyoung se escuchó por toda la bodega y pasillos vacíos del orfanato, ocasionando que comenzaran a golpearlo con fuerza."

—Todos los días me levanto con la esperanza de encontrar a mi hermanito a mi lado, riendo y diciendo tonterías como solía hacerlo —sollozó. —Todos los días lloro y pido explicaciones, ¿Por qué el y no yo?, ¿Por qué él, siendo un niño indefenso, tuvo que gustarle a ese maldito enfermo? Su hijo fue y será por siempre la basura más podrida de mente que podrán haber conocido, me alegro tanto de lograr quitarle la vida antes de que siguiera cometiendo crimenes junto a sus estúpidos amigos. Ustedes reclaman que si quieren abrazar a su hijo tienen que imaginarlo porque ya no existe, yo tuve que hacer eso desde que era pequeño con toda mi familia y más sin embargo nunca lo dije porque no deseo causar lástima, no vengan a tratar de hacerme sentir mal con las cenizas del pedófilo y violador de su hijo.

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