Capítulo 21

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Hay unos cuantos que creen que los ojos son la ventana del alma, si ese fuese el caso Chaewon no tenía alma, o al menos eso pensaba Jeongin al no poder desviar la mirada de los que se le asemejaban a dos cuencas de rubí inanimadas. Como parecía no haber escuchado la advertencia, creyó prudente repetírsela.

-Si me haces algo... - No terminó la frase cuando sintió como lo aprisionaba contra la pared, apretando, casi mancillándole los hombros con sus manos; un segundo después, una línea punzante le atravesaba de manera transversal entre el hombro y la clavícula; bajó la mirada y observó cómo de entre sus ropas una afilada espina se abría camino.

Era un dolor tortuoso, el avance de la espina era deliberadamente lento y el feudal podía imaginar las fibras de su músculo rompiéndose por la penetración del objeto.

La atmósfera en el cuarto se había enmudecido tan tétricamente que los demás ocupantes no podían hacer nada mas que mirar a los dos domadores. Yerim recibió como un soplo de aire en el cerebro, cerró la boca y, aprovechando el embrutecimiento de los otros dos en la mazmorra se acercó a la bestia, Hyejoo se removió en el sillón un poco, alzó su vista y lánguida observó a la pelimorada, Yerim le sonrió empática y se arrodilló lo más discretamente posible, alcanzó los amarres que le sujetaban las piernas a la bestia, mientras las desataba podía sentir como esta la olfateaba, cuando terminó su tarea y alzó el rostro, se topó de frente con el verde de la bestia.

-¿Qué harás ahora? – Le preguntó de manera conciliadora, como si confiara plenamente en ella; más animal que humana, Hyejoo traspasaba al oráculo con su mirada, como si pudiese leerle la mente. Yerim tartamudeó un poco.

-N...no... no sé– Se levantó temiendo que la hubieran visto, afortunadamente para ella Chaewon estaba dando un espectáculo al haber decidido atravesarle el hombro a Jeongin, así que nadie le estaba prestando atención a lo que ella hacía y es que había algo por lo que aún no se podía descubrir ante los malhechores y eso era porque aunque la reina pudiera acabar con ellos en un dos por tres, no se encontraba en la posición ganadora, y Jeongin lo sabía.

El feudal había vivido esto antes, lo sentía cómo un déjà vu.

Desde la primera vez que había visto a la princesa Chaewon, había soñado con ella, en un principio habían sido sueños comunes donde se topaban y platicaban, algunos roces de manos inocentes pero conforme el tiempo fue pasando (Y su fijación aumentando), los sueños se fueron transformando a unos con carga erótica, algunos de estos, podría decirse, eran aterradores y perversos, era por eso que, las cuencas vacías, el aprisionamiento contra la pared y el dolor físico era algo con lo que ya había soñado, era la cosa más extraña quizás, pero justo ahora estaba acalorándose y se sentía, con cada segundo que pasaba, más y más extasiado.

Chaewon al no obtener la respuesta deseada de quien fuese el martirió de sus días, amplió cruelmente el grosor de la espina y aparte de eso le añadió ramificaciones finísimas y punzantes en todo su alrededor.

- Aaaaah~ - Era un sonido extraño para alguien que estaba siendo "torturado", sonaba más bien como un gemido de evidente placer por lo que ella le estaba haciendo.

Chaewon se sintió asqueada de haberle posado las manos, Jeongin se encontraba con los ojos cerrados y con su ya conocida sonrisa salaz. Abrió los ojos de manera pausada al dejar de sentir presión en sus hombros y paseando la punta de su lengua sobre sus labios, checó de arriba a abajo libidinosamente a Chaewon.

Chaewon se tragó el disgusto y al mismo tiempo comprendió que, a pesar de todo, estaba en desventaja.

- ~ Ah ~ Chaewon ¿Por qué te detuviste? – Le preguntó Jeongin con una sonrisa y gestos difíciles de clasificar.

La Bestia Y La Domadora (Adaptación al Hyewon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora