Sentimientos incomprendidos

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Un mes y medio había transcurrido desde la última vez que vio a Bakugo. Y si bien las vacaciones le ayudaban a calmar el estrés que desató la universidad, era imposible negar que extrañaba la presencia cotidiana de su mejor amigo. Claro, tenía la posibilidad de visitarlo pues vivían a solo una hora de distancia, incluso Bakugo se lo sugirió. Pero Eijiro no hacía más que inventar excusas para rechazarlo: estaba confundido, demasiado; necesitaba pensar y tenerlo cerca solo provocaría estragos. Hace meses que sus sentimientos habían cambiado hacia él y lo que menos quería era arruinar la linda amistad que tenían, al menos no como había sucedido con Mina.

Y si eso pasaba, no sería capaz de perdonárselo.

Kaminari, mientras tanto, miraba a su amigo a lo lejos con una clara expresión confusa plasmada en el rostro. Había notado lo silencioso que estaba desde su llegada y no quiso preguntar, o más bien, no sabía qué decir para que Eijiro soltara algo. Usualmente nunca conversaban si es que alguno de los dos tenía algún problema, en situaciones así preferían distraerse y olvidar lo que sea que los hiciese sentir tristes. Pero esta vez era distinto y debía averiguar por qué a toda costa.

— ¿... Kirishima? —preguntó, buscando llamar su atención. El tono de su voz denotaba su inseguridad, aún no tenía idea de qué decir y solo recurriría a lo básico. — ¿Estás bien? Has estado muy callado desde que llegaste.

El pelirrojo volteó a ver a su amigo, apretando los labios y maldiciéndose por dentro al pensar en lo obvio que era con sus sentimientos. En realidad, verle callado era algo que a cualquiera que fuese su amigo le preocuparía. Kirishima era de esas personas que alegraban el ambiente apenas hacían presencia, ya fuese con sus ocurrencias o su extrovertida forma de ser y expresarse. Claramente algo iba mal y no era bueno ocultándolo.

— ¿Bakugo te ha hablado sobre mí? —Kirishima se reincorporó del sofá y se sentó a un lado de su amigo, quien solo fue capaz de fruncir el ceño, preguntándose qué carajo tenía que ver Katsuki en esto. Al no ver una respuesta concreta, Eijiro cubrió su rostro con ambas manos y suspiró de frustración, sintiéndose tonto por soltar lo primero que se le vino a la cabeza.— No, no, ¿Sabes qué? Olvídalo, Kaminari. Ni siquiera sé por qué pregunté sobre él, no tiene nada que ver en esto.

Tras decir esas últimas palabras, dejó salir una risa nerviosa y Kaminari continuaba con la misma expresión en su rostro, tratando de atar cabos sobre lo que pasaba entre esos dos. Hace días que Bakugo le había hecho la misma pregunta por mensaje de texto y en ese momento no comprendió a qué se refería, pero ahora que el pelirrojo lo preguntaba... Todo comenzaba a tomar sentido. 

El silencio reinó en la habitación y Kirishima se descubrió el rostro, volviendo la mirada a su amigo y frunciéndole el ceño de vuelta al ver que no había reacción de su parte.

— Hombre, ¿Vas a decir algo o qué?

Unos segundos pasaron y Kaminari comenzó a reír.

— ¡¿De qué mierda te estás riendo?!

Las carcajadas del rubio cada vez se hacían más estruendosas y Kirishima no hizo más que cruzarse de brazos, esperando a que se calmara y le dijera qué sucedía, pero parecía como si su amigo hubiese escuchado el mejor chiste del mundo y se reiría por el resto de su vida hasta morir.

— ¡Oh, ya entiendo! —dejó escapar una última risa y fijó la mirada en el pelirrojo, quien no sabía a qué diablos se refería... O al menos de eso quería convencerse. — Te gusta Bakugo.

— ... ¿Qué?

— Te gusta Bakugo. —repitió con una gran sonrisa dibujada en sus labios, cuya fue en aumento tras notar el evidente sonrojo en las mejillas de su amigo. El maldito estaba en lo correcto y no quería darle la razón.

— ¡Claro que no! —negó en vano, desviando la mirada de Kaminari y rezando para que sus pómulos regresaran a su color natural. Se preguntaría cómo fue capaz de averiguarlo con tanta facilidad, pero los años que tenían de amistad no eran en vano. Ambos se conocían muy bien y no podían mentir cerca del otro sin descubrirlo.

— Estás mintiendo. —confirmó su pensamiento, algo que a fin de cuentas hizo reír a Eijiro. — ¿Sabes qué es lo más gracioso? —le preguntó, a lo que Kirishima respondió con rapidez, negando con la cabeza.— Antes de que se conocieran, le hablé a Bakugo sobre ti porque creí que harían una linda pareja, siempre lo pensé desde que los conocí a ambos. Bueno, ¡No le dije tu nombre, ni nada! Pero fue algo que ayudó a que se hicieran amigos, o... Eso creo. Definitivamente hizo que se fijara en ti.

El pelirrojo no supo qué decir ante esto último, solo le abrumó la vergüenza al pensar que Bakugo sabía de su existencia antes de esa fiesta. Algo le decía que debía agradecerle a Kaminari por presentárselo, pero en ese instante su orgullo le impedía decirle cualquier cosa que aumentara su ego.

— Voy a matarte, hijo de puta.

Kirishima se lanzó sobre su amigo y le atacó directo en su punto débil: las cosquillas. Entre las risas, patadas y súplicas del rubio para que se detuviera, el pelirrojo solo era capaz de pensar en lo feliz que estaba por haber conocido a Bakugo. Su vida había cambiado para bien y esperaba tener, algún día, el valor para decirle la verdad acerca de sus sentimientos.

Y Kaminari, quien ciertamente se sentía orgulloso por el éxito en su plan bien elaborado, no podía esperar el día en que sus amigos al fin confesaran sus sentimientos. Algo en su interior le decía que era mutuo y no era exactamente una corazonada.

"Aries, el amor de tu vida está más cerca de lo que tú crees. Cambia tu actitud y verás cómo encuentras el amor que has estado buscando. Una persona interesante se acercará a tu vida para alegrarte con su extrovertida personalidad y deseos de compartir contigo sus experiencias más íntimas y... Sensuales. Una pista para que puedas ser capaz de reconocer al amor de tu vida, es el color rojo."

Primeras Veces [Kirishima x Bakugo] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora