Hace una semana llegué a Francia, no como unas vacaciones, como un tour o como una visita a algún amigo mío. Llegué con una encomienda, estudiar, acabar una Licencia profesional, terminar la universidad en el sistema francés, sobrevivir a todos los retos que se vengan con ello, afrontar la adversidad y demostrar que puedo ser una persona independiente; aunque algo me desconcierta, antes de venir me han dicho que iría a otra universidad, incluso no recuerdo haber elegido la opción de la carrera a la que me han mandado, pero no importa, ya me preocuparé por ello cuando el momento llegue.
Puedo recordarme hace una semana, bajando del avión sin poder creerlo, falto de esa emoción de decir que estaba en Europa, después de cenar y almorzar en el hotel, todo había estado normal. Pero no sé, nunca me imaginé que había un remolino de emociones esperando en Brest, de haber sabido todo lo que iba a pasar el primer día, no sé quizá me haya preparado o hasta me echaba para atrás, así como en ese momento envidié a las personas que no habían ganado la posibilidad de estar aquí. Cuando vi la torre Eiffel, no sé, no recuerdo haber tenido la gran emoción, pero no puedo negar, que me faltó tiempo para tomarme muchísimas fotos, fue un momento especial para mí, Francia no es el país de mis sueños, pero estoy seguro que muchos querrían estar acá sin importar cómo, además cuando estuve frente a la torre y me tomaron mi foto en el lugar, pude acordarme de todas esas personas que se burlaban cuando les contaba que yo iba a viajar a otro país a vivir, y aunque estar con rencor es malo, al menos puedo decir que esa pequeña parte de mi pasado se vio sanada al poder hacer realidad aquello que me había propuesto. Pero bueno, todo el momento estuvimos en trenes, moviéndonos, siempre en grupo, cuando llegamos a la estación del tren, nunca se me va a olvidar la cara de Robert, el buen Roro, con una gran sonrisa, esperando mientras sostenía una hoja con mi nombre; no me conocía y ya estaba muy sonriente. La primera noche solo, vaya, ¿qué les puedo decir? Creo yo que estuvo muy fuerte, como si todo lo que no había sentido antes, ahora estaba surtiendo efecto con toda su fuerza, una tormenta contra un hombre. Y todo lo demás ya lo han sabido conforme a lo he escrito.
Esta vez más que contar lo que ha pasado en el día solamente me gustaría mencionar algo nuevo que he aprendido y que me he dado más libertad a hacer, y es el comunicar lo que siento y es que aunque para unos es sencillo, para mí, que crecí en un entorno social rudo, mostrar o hablar de tus debilidades es exponerte a muchísimo, tanto a burlas y juicios, como a maltratos y abusos. Demostrar y hablar lo que sientes no está mal, de hecho incluso aceptar lo negativo y aquello que no va tan bien y comunicarlo, es una actividad sana, la cual nos han enseñado a reprimir, si bien no vamos a estar contando nuestros problemas a todos los que encontramos, pues mínimo si podemos expresar aquello que no nos place, lo que no podemos hacer o lo que no nos sentimos cómodos a hacer o vivir. No saben cuánto agradezco a las personas que me escriben, diciendo que las inspiro, o que las lleno de valor, así como quienes aman leer lo que escribo o personas que simplemente se ven reflejadas en mis palabras debido a que están de intercambio o vivieron completamente lo que yo.
Hoy fuimos a la playa, pude nadar por primera vez en el mar, nunca había querido hacerlo antes a pesar de haber ido a la playa en México. Luego fuimos a comprar ropa una tienda deportiva y, en fin, tuve mi primera calificación sobre mi nivel de francés, no me fue mal verdaderamente. Bueno hoy sólo quería escribir eso y agradecer, tengan una linda tarde allá en México.
(En la foto la vista sur de la playa Moulin Blanc, Brest, France)
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El diario de un MexiNaco en Francia
PertualanganLo más importante de un viaje no es el destino, sino el camino mismo, ¿O no? En este pequeño libro encontrarás una de las tantas historias detrás del viaje que cambiaría mi vida donde conocí el amor, la soledad, la depresión y un montón de historia...