Capitulo 1:

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"El bar"

Narrador omnisciente:

En un céntrico bar de Washington DC, bastante colmado de gente, se escuchaban todo tipo de conversaciones, desde un "¿Qué te pongo?" o "¿Qué va a tomar?", gente divirtiendose y chicas llorando por sus ex o por algún chico que no les hacía caso, también se podían oír hombres llorando por alguna traición o despecho. En una mesa se encontraban un grupo de cuatro chicas: una castaña, una morocha, una rubia y una chica de aspecto oriental. Hablaban divertidas mientras tomaban un par de cervezas que recién les habían servido.

–Hola lindas—dice un chico bastante alto, de tez blanca y cabello oscuro.

–Estamos bien así, gracias—lo detuvo la rubia cuando el chico se acerco más. Ella era bastante alta, podrían jurar que si se ponía de pie lo superaba por al menos ocho centímetros.

–Pero estarían mejor con nosotros—comentó otro, que se encontraba detrás del joven. Éste estaba lleno de tatuajes, era rubio y no tan alto como el primero.

–Estamos mejor sin ustedes querrás decir—dijo, esta vez, la castaña, que lo fulmino al ver que el chico rubio le sonreía divertido.

En ese momento rodearon la mesa seis chicos, dos de ellos eran los antes mencionados. Estaban en grupo observándolas desde hace un rato y al parecer no iban a aceptar un "no" como respuesta. Las chicas al ver esto se incomodaron y empezaron a levantarse para salir de allí.

–Ehh Ehh!—dijo un chico moreno tomando del brazo a la rubia que fue la primera en levantarse—¿A dónde creen que van? Recién empezamos a divertirnos.

–¿Divertirnos? Están molestándonos. Les aseguro que no es nada divertido para nosotras tener que soportar a un par de idiotas acosándonos—dijo y se soltó del agarre de un tirón.

–Me encantan las mujeres difíciles—le respondió y volvió a agarrarla pero esta vez con más fuerza.

Les cerraron el paso y las acorralaron contra la mesa para que no pudieran moverse. Pero eso no duró mucho.

El bar quedo en pleno silencio cuando se escuchó un ruido extremadamente fuerte, como si algo se hubiese roto. Una botella se estrelló contra una pared. La pared que se encontraba atrás del grupo de jóvenes que estaban siendo acosadas. Todos se quedaron observando boquiabiertos a la chica que había lanzado esa botella. En la mesa de al lado se encontraba una chica que estaba observando todo mientras bebía una cerveza. La botella casi les da en la cara a los acosadores así que se alejaron, soltando a las chicas.

–¡¿QUÉ DIABLOS TE PASA PSICÓPATA?! ¡PUDISTE SACARNOS UN OJO!—gritó uno del grupo.

¿Si? No me di cuenta.. Solo la tire por tirar—le respondió la chica con sarcasmo, que por cierto seguía sentada observándolos, tranquila, como si nada hubiera pasado.

–Maldita psicópata. ¿Querías atención? Te la ganaste. Chicos vamos a jugar con ella también—dijo con una sonrisa pervertida y estúpida en el rostro. Los demás le devolvieron el gesto y se acercaron a la chica que no se había ni inmutado al ver que se acercaban a ella.

–No estas nada mal eh.. Hermosos ojos por cierto, aunque.. Si pareces una psicópata sin emociones—dijo esta vez un castaño, alto, con ojos verdes, de tez blanca manchada con tatuajes al rededor de su cuello y brazos.

–Diría lo mismo de vos, pero me lo impide tu idiotez—dijo la chica, todavía sentada, analizando a los seis chicos que la abordaban.

–Así que también sos de las difíciles ¿eh?—volvió a hablar el moreno—Me gustan las chicas rebeldes y más si son tan hermosas como vos—dice lo último acercándose más a la chica, quedando frente a frente el uno del otro.

–¿Si? Entonces lamento decirte que van a dejar de gustarte.

El chico no llego a reaccionar ante esa respuesta ya que una mano lo cogió de la cabeza y sintió como su nariz chocaba contra la mesa, fría y firme, la frente fue lo siguiente que choco.
Los demás se quedaron perplejos por unos segundos pero reaccionaron cuando el moreno se incorporo, limpiándose la sangre que le brotaba de la nariz.

–¿Malcolm estás bien?—fulmina a la chica—¡Estas demente!

–Y ustedes idiotas—dijo incorporándose de la silla.

–¿A dónde te pensás que vas?—uno de ellos la enfrentó para que se volviera a sentar—Ni sueñes en salir ilesa de este lugar después de lo que le hiciste a nuestro amigo.

–Ustedes son los que no van a salir ilesos de este lugar—dijo en un susurro casi inaudible.

No sé que dijiste pero si fue algún tipo de suplica, ahórratela porque no va a funcionar.

–Idiotas—murmuro por lo bajo y se levanto completamente quedando rodeada por cinco de ellos, ya que el moreno había corrido al baño porque no le dejaba de sangrar la nariz. No sin antes gritarle que se iba a vengar de ella y que las cosas "no iban a quedar así".

–Eso si lo escuche rubia—dijo el más alto de los cinco, castaño, con ojos oscuros.
Se acerco a ella y lanzó un puñetazo hacia su rostro pero nada sucedió ya que ésta lo detuvo, tranquilamente, con una mano. Con un solo movimiento rotó la muñeca del oponente e hizo que se retorciera del dolor.

–¡Perra!—interfirió otro, saltando sobre ella pero cayó sobre la mesa por la patada que recibió en el medio del pecho. La patada fue tan fuerte que provoco que volará hacia la mesa y la rompiera, derribando al rival en el suelo.

–Una perra con fuerza—dijo sonriendo de lado y fijando su mirada en el tipo que había golpeado hace unos segundos.

En cuanto ella desvío la mirada, los dos que quedaban, la atacaron desde atrás sujetándola de los brazos, provocando que soltara al chico que sostenía de la muñeca.

–¿Estas bien Roy?

–¿Bien?—dijo sacudiendo la muñeca con un gesto de dolor—Me las vas a pagar maldita. sosténganla bien.

Roy se acerco y la golpeo en el rostro mientras los otros dos la sostenían de los brazos para que ella no pudiera defenderse. Ella no reacciono al golpe, solo se relamió la comisura de los labios que estaba empezando a sangrarle. Al notar esa reacción tan pobre, el chico quiso golpearla nuevamente pero no lo logro. La chica levantó las piernas apoyando la suela del pie en el torso del oponente, usándolo de apoyo para así poder soltarse del agarre de los otros dos, saltándolos por encima. Al pasarlos por encima, quedaron vulnerables dándole la espalda.
Agarro las cabezas de los dos y las choco con fuerza, tres veces, para finalizarlo con una patada en la espalda a cada uno. Quedando frente a frente con el que se supone se llamaba Roy, o así le decían. Éste la tomo por el cuello de la chaqueta de cuero que llevaba puesta y trato de golpearla. Con un rápido movimiento lo detuvo en seco con la mano izquierda, mientras que con la derecha lo tomó del hombro y lo empujó, haciendo fuerza con ambos brazos. Haciendo que se llevara el resto de las mesas con él.

Cuando observó que los dos que habían caído primero ya se estaban levantando, puso los ojos en blanco y largo un suspiro. Su mirada se clavó en las chicas, que se encontraban observando esa escena, que no duró más de tres minutos, con los ojos abiertos como platos.

–Se acerco a ellas—Síganme—ordenó, tomando a la morena de la muñeca.

No dudaron ni un momento en seguirla. Hicieron una cadena cuando se agarraron de las manos, una detrás de la otra y salieron corriendo del bar dejando a todas las personas del bar desconcertadas.

ArgentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora