Capitulo 4:

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"La chica de ojos preciosos"

Pasaron unos ocho minutos cuando llegué al final del callejón—maldición—Estaba atrapada. Ahora si.

Un paredón se interponía en mi escape. Estaba encerrada completamente, la reja detrás del paredón me lo confirmaba. No tenía mucho tiempo para encontrar una forma de salir de ahí. El pasillo estaba cubierto de basura y papeles. Había tres contenedores de basura contra una pared. Uno de ellos rebalsaba de basura. Al costado de los contenedores una reja cubría la planta baja de un edificio abandonado. Un cuarto contenedor se encontraba contra el paredón que me cerraba el paso.

–¿Por donde fue?—Escuché preguntar al rubio.

Están cerca. No me queda otra. No sé si va a funcionar pero tengo que hacerlo.

Cerré la tapa de los contenedores de basura que se encontraban abiertos, menos el que se encontraba en el medio ya que estaba repleto. Patee una caja al rededor de estos y formando una montaña de basura y papeles. Corrí hacia la reja y de una patada la deje media abierta en la parte de abajo, volví a patearla para que pareciera que una persona había pasado por ahí .

Y podía pasar pero si lo hacia los iba a tener atrás persiguiéndome y la idea era perderlos.

Me subí arriba del contenedor que estaba contra el paredón. Con un salto hacia la pared de enfrente me impulsé con los pies sobre ella, dando un giro en el aire, cayendo hacia el otro lado del paredón. Me sostuve de éste solo con los dedos de una mano. Para mi suerte había un espacio, entre el paredón y la reja que lo cubría, donde cabía a la perfección. Para mi mala suerte ellos ya habían llegado al lugar.

Tengo que acomodarme sin hacer ruido.

Narrador Omnisciente:

–¿Por dónde se fue?—Pregunta el joven peli castaño.

–Shh—hace una seña, el hombre rubio, mientras observa los contenedores de basura.

–¿Ahí?—susurra el joven.

–Vos en ese y yo en este—ordena el hombre rubio.

Cada uno se posiciono frente a un contenedor. Los dos que se encontraban cerrados. Agazapados y con cuidado de no hacer ningún ruido los abrieron al mismo tiempo. No encontraron nada.

–¡Por acá!—grita el hombre canoso señalando una reja.

–Esta rota.

El joven se adelanta y levanta una parte de la reja para que puedan pasar.

–Vamos.

–Esperen... Se supone que quería perdernos.. ¿Y si está en otro lugar?—indaga el rubio.

–¿Dónde más podría estar Christopher? No hay muchas opciones, ya se fijaron en los contenedores y no estaba. Una reja rodea toda la manzana. Es la única salida que tenía—dijo el peli blanco señalando la reja rota.

Christopher lo pensó un segundo analizando el lugar.

–Vamos.

Los tres se fueron por el pasadizo que la joven había creado.

Mientras tanto la chica seguía colgando del paredón. Había logrado acomodarse, ahora se sostenía con ambas manos. Con ambos brazos se impulso hacia arriba, dejándose ver completamente. Paso una pierna, seguida de la otra, y se puso de pie sobre el paredón.

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