Días (Parte 1)

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Lo había admirado toda su vida, la fuerza y certeza con la que tomaba la vida, las decisiones de las que no se arrepentía nunca, el crecimiento personal, los consejos dichos a gritos, el secreto que compartían, el interés extraño que mostraba hacia él, por alguna razón desde la infancia él fue una constante difícil de abandonar, cada paso parecía traerlo siempre a un lado, nunca había girado la cabeza sin poder mirarlo, a veces lejos, enojado, siendo un maldito ser horrible, los malos tratos todo el tiempo y luego de pronto una oración, un acto pequeño que parecía sincero y amable; le había sido imposible en algunos momentos no imitarlo, no ver como sorteaba tan bien las dificultades y no intentar hacer lo que él hacía, por alguna razón eso no siempre funcionaba, y lo volvía a escuchar entre regaños y gritos. Demasiado tiempo cerca de una persona hace que las cosas se confundan un poco, eran y no eran cercanos y eso lo confundía, había momentos que le parecía sentir por él de la misma forma en la que sentía por Uraraka.

A veces durante clases lo miraba de reojo, actuaba de una forma en la que él pudiera sentirse congratulado, imitaba sus movimientos, lo buscaba como una solución sensata a sus problemas, se había sentido emocionado y confuso cuando Todoroki los invitó a trabajar con Endevour, pensó que pasaría mucho tiempo a su lado, pero no se ilusionaba, esperaba de esta forma poder clarificarse a sí mismo, desdibujar las mariposas en el estómago, a veces se obligaba incluso a recrear en su mente cada una de las torturas, todo el mal trato que había aguantado en sus manos.

Lo volvió a pensar a detalle mientras lo miraba volar por los aires en el entrenamiento riendo con esa risa entre macabra y violenta, lo volvió a pensar cuando se lo llevaron y su corazón se le fue al piso, cuando tenía ganas de llorar y se atrevió a acompañar al resto para salvarlo, y lo intentó de nuevo cuando en medio de una crisis infernal lo escucho regañarlo; pronto no le quedó más que aceptar lo que estaba pasando, se sentía exactamente igual que con Uraraka y quería intentar al menos ser honesto por ambos.

Lo siguió todo el día con la mirada, lo miraba reír con sus amigos, tomar notas en clase; esas notas se podían solo parecer a las suyas, detalladas, estrictamente ordenadas, perfectamente comprensibles, los dibujos y bocetos elaborados, lo vio reír, estaba realmente cerca, tuvo ganas todo el día de gritar: "Kacchan, Kacchan, ¿podemos hablar?" Pero aunque estaba convencido, también estaba aterrado, esos recuerdos que se forzaba a tener con frecuencia eran formas de controlarse pero también medidas algo siniestras de lo que podía bien a bien pasarle si llegaba sin tacto a decir algo como "¡me gustas!, me gustas tanto o más como Ochaco, y no se que hacer al respecto"; ahora tenía un quirk que podría medianamente salvarlo, pero solo al imaginar la violencia de su respuesta se asustaba un poco.

Había pasado el día mirándolo, era primavera y lo vio llevar las mangas dobladas sobre los cada vez más grandes músculos brazos, los pantalones desalineados, el pelo revuelto, las botas altas, el traje ajustado que dejaba ver cada pequeño borde, la línea de la espalda marcada, las nalgas enormes, el pecho abultado; el entrenamiento era cansado y apenas logró sobrellevarlo, podía con eso y más, pero estaba distraído, luego lo vio entrar a las regaderas con apuro, escucho el agua corriendo y entendió que era el tiempo de decir algo, estaba de pie junto a Shoto e Iida, les quiso decir con apuro lo que pasaba pero se mordió la lengua,

-debo pedirle algo a Kacchan- atinó a decir cuando escucho el agua dejar de correr,

-tal vez sea mal momento, Midoriya, estaba furioso por lo poco que pudo hacer en el entrenamiento-

La voz seria de su amigo le cortó un poco el valor que llevaba todo el día intentando darse, será mañana pensó, al escuchar como gritaba e insultaba a Eijiro de la nada, intentó volver a la conversación con Shoto pero al regresar a la mirada lo vio correr apresurado a la regadera, justo a un lado de Katsuki, espero lo peor,

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