Sobrevivir

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Pocas horas después de la invasión, el suelo tembló y Japón, tal y como era conocido, fue cambiando. Alrededor de tres meses vimos la tierra moldearse. Desde la tierra bajo nuestros pies, el mapa tomaba otra forma. Por lo tanto, es difícil establecer lugares concretos hoy en día.

Con respecto a la comunidad, puedo dar detalles de su origen. Digamos que tomó forma de una villa. En el centro se encuentra la administración donde se toman las decisiones más importantes para el bien común de los habitantes. Nos encontramos rodeados por una muralla en la que hemos trabajado constantemente en reparar y reforzar, debido a diferentes situaciones en que estuvimos involucrados.

Nos ubicamos en la desembocadura de un río que se divide en docenas de canales que se extienden alrededor en varias direcciones, rodeados por un bosque y tierras cosechadas; las personas suelen usar botes para trasladarse la mayoría de las veces. El agua, por suerte, siempre ha sido suficientemente limpia para la higiene, no para beberla sin más. Cuenta con una gran cantidad de molinos de agua y los usamos para el arroz y moler harina.

Tenemos una rueda hidráulica y esto permite generar algo de electricidad, pero tratamos de usarla en casos extremos o de suma necesidad.

Gennai era nuestro alcalde y quien tenía la palabra final. Era una persona en la que se podía confiar sin poner en duda su elección ya que era sensato y poseía una tranquilidad asombrosa. El anciano tenía pelo blanco, con coleta, largo bigote y nariz prominente. Siempre iba vestido con una larga túnica negra y roja, con botas y guantes del mismo color. Era agradable y normalmente se encontraba encerrado en la administración. Sin embargo, cada vez que necesitábamos, él nos atendía con una gran amabilidad y cortesía, nos hacía sentir escuchados y nos daba los mejores consejos. Era una persona sabia y, a su vez, divertida cuando quería.

Ken, Miyako y Iori fueron los primeros en llegar al asentamiento y, un año después, llegaron Tai y los demás. Gennai recibió con los brazos abiertos a este grupo cuando Miyako, que se había ganado la confianza del anciano, habló a favor de ellos.

Todavía no estaba conformada la administración y el trabajo comunitario fue lo que permitió a la comunidad crecer.

En cambio, cuando mis amigos y yo llegamos, dicha comunidad ya se encontraba conformada. Por lo tanto, mucho de lo que tuvieron que hacer para conseguir la armonía, nosotros no fuimos testigos directos.

Unos de los requisitos que fue impuesto a la comunidad era la total prohibición de tener contacto alguno con los digimons, a excepción de determinadas personas.

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—Deberíamos entrar... Ya se hizo tarde —se quejó Joe cuando el resto no dejaba de jugar al fútbol.

—Me niego a que este juego termine en empate —Taichi le dedicó a Joe una mirada llena de odio.

—¡Estamos por ganar! —Exclamó Daisuke, brincando ansioso.

—Eso es imposible cuando estoy en el equipo rival —Contradijo Taichi.

—Deberían rendirse —intervino Yamato, con los brazos cruzados sobre su pecho.

—¡Así es, chicos! Somos mucho mejores —Sora apoyó a Yamato.

—¡Claro que no! —Protestó Taichi nuevamente.

—Chicos —empezó de nuevo Joe—. El toque de queda...

—Técnicamente, todavía no es hora —interrumpió Koushiro.

—¡Por esto es que estás en mi equipo, Koushiro! —Celebró Tai—. Joe, no seas tan aguafiestas y no nos abandones que tenemos una victoria frente a nosotros.

Digimon, un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora