Capitulo 6: La bata de baño

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Las feromonas eran la única cosa intangible que casi se podía tantear. O por lo menos así se sentía.

Su aproximación era como caricias que rozaban en un arrebatamiento la piel desnuda, como cosquillas que alertaban el cerebro y lo ponía a trabajar con influencia de condiciones externas, aun cuando parecía que te quedabas perdido entre las emociones que dependían del grado de intensidad. El emisor podría impregnar de sus intenciones sus feromonas, con gozo, excitaciones, con furia y amenaza; y de tal forma el receptor podía interpretarlas. Funcionaban como códigos en el aire que no resultaban difíciles de comprender. Eso sí, era dificultoso controlarlas y aún más resistirlas, ya que te inundaban por todos los sentidos, todo el cuerpo y mente, porque las feromonas no solo se olían, se percibían.

Por esa misma razón incluso Charlotte que tenía el efecto de bloqueo por su medicación podía diferenciar el ambiente turbado que ejercían las feromonas aún sin sentir sus efectos. A veces estas se percibían como nubarrones con colores opacos que se esparcían alrededor de la persona que las emitía y que alcanzaban a todos aquellos que estuvieran lo suficientemente cerca. O eran como manchas borrosas que hacían temblar el suelo a tu alrededor y podían poner presión sobre tu mente, sobre tu cabeza; dominando de esa forma todo tu raciocinio y a través del mismo reacciones involuntarias del cuerpo.

Los efectos se descubrían a través de casi todos los sentidos. Pero, aunque eran percibidas incluso con la vista y el tacto, el olor era el único de todos los sentidos que era casi insoportable. También era enigmático, nadie podía describir con precisión su esencia; pero cada quien intentaba asimilar los aromas con indicios de cosas reconocibles a través del olfato para darse una idea más clara. Con flores o frutas; menta, madera, caucho, hojas de libros nuevos, polvo, basura.

Charlotte ya no podía oler muy bien las feromonas y nadie podía oler las de él, pero podía distinguirlas. Además de saber cuándo eran muy fuertes por la sensación de vómito provocado por el estado de agitación impuesto por las mismas. Al igual que todos las veía esparcirse como bruma, pero nunca antes las había visto desaparecer... o al menos no de inmediato. A veces se disipaban solas en algún tiempo o se tenían que limpiar del aire con rociadores farmacéuticos. Por eso el entrecejo de Charlotte se juntó con fuerza cuando percibió cómo las más notorias fueron prácticamente absorbidas en el momento en el que las dos hembras dieron varios pasos en la habitación. Se esfumaron, como si nunca hubieran estado ahí en primer lugar. Y a tal punto que las restantes en la habitación no parecían ser de ellas.

Él sabía que no eran de ellas.

Charlotte se sorprendió, ese nivel de control feromonal era indispensable, generalmente a eso intentaban llegar con tantas clases y control médico pero nunca había visto a nadie lograrlo a voluntad. Había leído que ese nivel de control sobre los sentidos motrices solo se podía alcanzar con un método disciplinario estricto que se aprendía a través de un entrenamiento que había sido prohibido porque se acercaba mucho más un método de tortura que a sesiones de autocontrol. Era efectivo, pero demasiado doloroso para soportarlo. Aunque ya no había mucha información al respecto porque los textos referentes a la poca información del libro también estaban restringidos, se supone que ese método sólo era aplicado para crías con dominancia extrema de su gen décadas atrás, pero había dejado de ser una práctica común después de los proyectos de protección a la integridad física. Por eso era mejor aprender a controlar tus feromonas como normalmente se enseñaba, suprimiéndolas con medicamentos y sin dejarlas salir demasiado tiempo. Después de todo estas podrían tener consecuencias incluso en el emisor y las secuelas de los estados de intoxicación por feromonas no eran nada agradables. Nunca había muerto nadie por aquel fenómeno, pero algunas personas incluso quedaban dementes.

Charlotte analizó a Margo y Rossel en silencio. Era imposible saber si estaban topadas de la cabeza con solo un vistazo. No quería tenerlas como compañeras de habitación después de todo lo que pasó con Alex, Gia y su grupo, pero tendría que aparentar ser amable con las dos recién llegadas. A menos ser educado mientras decidía qué hacer.

LOTTE Y SU ROSA [ Omegaverse Heterosexual ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora