Capítulo 1: Asignación de genero paralela

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« Todo lo que es real en la historia humana se vuelve irracional en el proceso del tiempo. —Friedrich Engels.»

↠αΩβ↠

Charlotte es macho.

Esa era la primera afirmación que él había escuchado de sí mismo cada vez que alguien lo presentaba. Recordaba que antes no le molestaba, cuando era más pequeño y no identificaba la tembladera en la comisura de los labios en esa mueca que casi siempre intentaban disimular. Una mueca incómoda.

Cuando fue creciendo esa misma incomodidad se le fue encarnando a tal punto que, cada vez que su padre lo presentaba, él también hacía una mueca. Quería ignorar esa inquietud, pero le seguía pareciendo extraño, extraño en una manera que él mismo no comprendía. ¿Por qué se sentía incómodo?

Su padre le había explicado que la forma con el que se identificaba solamente era una clasificación primaria, algo que no tenía demasiada importancia —se lo había explicado exactamente con esas mismas palabras, hablando de forma pasiva creyendo que se hacía entender—; pero, aunque Charlotte era un menor inteligente aquello continuaba pareciendo confuso.

Era realmente inteligente de hecho, pero no fue hasta que tuvo cuatro años que descubrió un libro de biología y asignación de género de grados superiores. Para ese tiempo ya sabía leer de forma avanzada y su capacidad de aprendizaje se desarrollaba de una manera sobresaliente, mucho más potente que las demás crías de su edad, por lo que su padre comenzó a ayudarle para reforzar sus conocimientos poco a poco con cursos de materias de grados superiores, lo que llevó a Charlotte a asimilar demasiado pronto, y por cuenta propia, lo que su padre había tratado de explicarle un tiempo atrás.

Había dos distinciones identificativas primarias: hembra y macho. Esas eran las distinciones de nacimiento, con la cual identificaban a todas las personas y de tal forma la cría se desarrollaba en todos esos años de cambios y crecimiento infantil, también llamados años regulares por que durante esa etapa primaria todavía no se comenzaba la segunda y más importante transición: la asignación de género.

Ese «sexo definitivo» —como también le decían comúnmente debido a la importancia del mismo para asuntos civiles y formalidades generales—, se especulaba que era una asignación que no tenía correlación con la primera, ya que esta transición se daba una vez finalizaba el patrón de crecimiento primario, donde las destrezas motrices y de coordinación son estabilizadas y comienza un patrón diferente.

En pocas palabras, el menor entraba a la pubertad.

Luego era a partir de la preadolescencia que se comenzaba a modificar el cuerpo para su adaptación a un nuevo tipo de hormonas conducidas por el desarrollo de las nuevas funciones biológicas de reproducción sexual: las feromonas.

El pequeño Charlotte leyó aquello de forma apresurada e imprecisa, el tema nuevo le parecía muy pesado, le hacían falta aún cuatro años para alcanzar el comienzo mandatario de los cambios biológicos en su cuerpo que mencionaba el libro, pero ya tenía miedo. Tenía miedo porque en vez de aclarar sus dudas estaba aún más confundido y esa confusión se le mezcló con la preocupación repentina. Se quedó con una idea terrible calando hondo en él como arcilla pegajosa en sus dedos.

Charlotte era el reflejo de otra persona, en rasgos y actitudes, era idéntico a su padre y su papá era la persona más fuerte que Charlotte conocía y quería ser como él. Ambos eran machos así que contaba con que algún día crecería y sería igual que él. Porque quería ser así, imponente, poderoso. Pero después de leer lo que el libro le informaba sentía unas ganas de llorar inexplicables. No tenía sentido desanimarse cuando recién había leído que aquellos cambios eran inciertos. Podría ser como su padre, pero también podría ser lo contrario.

LOTTE Y SU ROSA [ Omegaverse Heterosexual ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora