My Soulmate

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Día 2: Soulmate not destined (Almas gemelas no destinadas).

—¿Puedo retirarme a descansar? —Preguntó Horacio con cierta impaciencia en dirección a Conway. Detrás de él sintió el peso de una mano conocida posarse sobre su hombro.

—Amor, descansaremos aquí en la oficina. Hay de todo, comida, bebida. No tendrás que preocuparte. —Le contestó Volkov mientras le invitaba a recostarse sobre su pecho, y él aceptó. El cansancio de todo lo que había sucedido aquel día y los días anteriores comenzaba a pasarle factura.

Siguió a su pareja hacia una de las salitas dispuestas en el CNI, y ambos tomaron asiento el uno junto al otro. Horacio se abrazó al brazo derecho del mayor, y acomodó su cabeza en su hombro. Soltó un suspiro, sintiendo que cada segundo aumentaba la preocupación acerca de cómo saldrían las cosas.

—¿En qué piensas, cariño? —Preguntó Volkov en una voz queda, utilizando su mano libre para dejar algunas caricias en las mejillas ajenas.

—En muchas cosas, pero... Realmente no quiero hablar de eso.

—Entonces no hablemos de eso. ¿Qué te parece si hablamos de otra cosa para distraerte? —Horacio suspiró de nuevo, pero lo pensó.

Esbozó una pequeña sonrisa al tiempo en que levantó su rostro para encontrarse con la mirada ajena.

—¿Qué tal si me cuentas de nuevo cómo te enamoraste de mí? —Sus manos se deslizaron por el brazo del más alto hasta terminar tomando la mano ajena entre las suyas.

Volkov se aclaró la garganta mientras un leve sonrojo apareció en sus mejillas, pero no se negó a la petición de su amado. No pudo hacerlo ante aquel brillo tan peculiar que relucía en la mirada del otro.

—Bueno, todo comenzó el día en que cierto omega llegó con desesperación a comisaría, acompañado por sus amigos, que en realidad no fueron importantes. Querían denunciar algo acerca de unas amenazas que estaban recibiendo por Twitter, y yo realmente no había podido tomarme en serio aquello en un primer momento, es decir, nunca había pasado eso, y en las leyes no había ni hay algo que se pudiera hacer al respecto... —Comenzó a desviarse un poco en la conversación, aunque regresó la mirada hacia Horacio, y recordó el hilo de sus pensamientos—. Pero, hubo algo en mí que no podía permitir que aquel omega se fuera sin ningún intento de protección. Mi alfa realmente se preocupó por él, y fue algo que estuvo dando vueltas por mi cabeza, ya que mi alfa nunca se había comportado de esa forma con alguna otra persona. Sin embargo, obtuve otra oportunidad de saber qué era ese sentimiento cuando ese mismo omega se unió al Cuerpo Nacional de Policía. Era el mejor alumno de su generación, y yo no podía sentirme más que orgulloso por cada logro que alcanzaba, casi como si fueran mis propios logros. A pesar de todo eso, aún estaba confundido por el llamado tan constante de mi alfa para con ese omega, y tuve miedo, por eso cuando fue lastimado por una herida de bala, no tuve el valor de ir a visitarlo al hospital, temiendo que si iba a verlo no habría vuelta atrás de todos estos sentimientos que me negaba a aceptar. Pero, como siempre, el bello omega me sorprendió con su atrevimiento, teniendo el valor que yo no había tenido para confesarme sus sentimientos. Fue ahí cuando no pude negarlo más, mi alfa se puso como loco diciéndome que era nuestra alma gemela, y tuve la necesidad de buscar un lugar más privado, aunque sólo pude pensar en mi oficina, sentía que era el momento adecuado para aceptar sus sentimientos, y asegurarle que estos eran correspondidos.

—Aunque me atreví a hacerlo, tuve mucho miedo ese día de confesarle mis sentimientos, Comisario. Todos decían que eras una persona prácticamente de hielo.

—Y lo era. —Aseguró Volkov—. Pero contigo no, mi omega. —El mayor se inclinó para dejar un suave beso en la sien ajena—. Siempre fuiste mi excepción.

Angstruary - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora