Positiva.
Positiva.
Positiva.
Positiva.
¡Cuatro jodidas pruebas positivas!
¿Qué voy a hacer? Mis padres van a matarme en cuanto se enteren, pero peor me va a ir cuando se enteren de que no se con quién diablos me acosté.
Okay, respira Kayla, inhala y exhala, sólo espera a que sea seguro... ¿Cuatro pruebas no confirman nada... o sí? Joder, tengo 16 años, a ésta edad se supone que espero graduarme de la preparatoria, no que esté esperando a un bebé.
—¡Kayla, sal de ahí ahora!— gritó Jenna, mi mejor amiga, del otro lado de la puerta
Salí del baño sintiéndome mal, apenada, avergonzada, temerosa y llena de mil emociones más, esperando gritos y demás cosas, pero sólo se sentó y me observó fijamente.
—¿Cuál fue el resultado?— preguntó tranquila
—Hice las cuatro pruebas— comencé a hablar y me miró como si estuviese loca —y en las cuatro salió positiva...— terminé de hablar llena de terror
—Estás perdida, Kayla.— dijo divertida y soltó una carcajada
—¿Crees que no lo sé?— pregunté irónica en un hilo de voz
Jenna paró de reír y me observó preocupada, pero antes de que hablara ya me había ido de su casa.
Iba rumbo a mi casa pensando en cómo se lo tomarían mis padres, no tenía planeado decirles hasta que encontrara al chico, debía recordar quién es o por lo menos cómo era.
Debía ir a casa a cambiarme para ir a trabajr en la cafetería de mi hermana mayor, Lisa, una vez que llegué a casa entré a la cocina buscando a mi mamá.
—¿Hola? ¿Mamá?— pregunté entrando, pero nadie contestó, supongo que salió
Subí las escaleras y me puse ropa cómoda para irme al trabajo, me hice una coleta alta y retoqué un poco el maquillaje; una vez que terminé de alistarme, tomé mi bicicleta y tomé el rumbo en dirección a la cafetería de Lisa.
Llegué saludando al personal, ya nos conocíamos entre todos.
—Hola, chicos.— saludé al entrar a la cocina
—Hola, Kayla.— me saludó Kim, la cocinera
Bien, en la cafetería de Lisa todos intentan llevarse bien, es un lugar bastante hogareño y tranquilo, hay desde desayunos, comidas y cenas, y por las noches se abre como bar, atendiendo el cuñado de mi hermana.
Kim y Sidney son cocineras, Luke, West, Hanna y yo somos meseras, y cuando no está Lisa en el mostrador, está la única que no se lleva bien con todos, Ashley.
—¡Kayla, la mesa 2!
Gritaron y corrí por la libreta y el bolígrafo hacia la mesa dos. Había una pareja, viendo el menú.
—Buenas tardes, ¿listos para ordenar?— pregunté con una sonrisa cortés
—Sí, buenas tardes.— sonrió la chica
—Uhm, yo quiero una malteada de chocolate grande y el combo de la hamburguesa.— pidió el chico y anoté en la libreta, volteé hacia la chica esperando su orden
—Yo quiero lo mismo, pero la malteada de fresa, por favor.— pidió
—Está bien, regreso en unos minutos con su orden.— dije y salí en dirección a la cocina
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Divina Consecuencia.
Ficção AdolescenteUn revolcón; mareos, vómitos y demás síntomas...