𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐞𝐢𝐬

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Te frotaste el ojo derecho, sintiendo todavía una vaga sensación de nauseas, el alcohol realmente te había golpeado fuerte. Intentaste levantarte de la cama de un salto pero alguien te sostenía como si su vida dependiera de ello.

Al girar la cabeza te encontraste con un lío de pelos negros enmarañados, Ace roncaba suavemente mientras que algo de baba se deslizaba por su labios, recorriendo su barbilla hasta terminar dejando un pequeño y baboso rastro de saliva sobre su almohada.

Contuviste una risa al verlo en tal estado, alargando tu brazo, diste toquecitos a tientas en la mesilla de noche, pero tu bolso estaba un poco más lejos de tu alcance, por suerte para ti, tu pájaro notó tus inútiles intentos de alcanzar lo que había autoproclamado como nido, soltando algo de aire por sus pequeñas fosas nasales, tiró de una de las cuerdas del bolso para que pudieras alcanzarlo.

—Buen chico.

Murmuraste, rebuscando en tus objetos hasta que por fin encontraste la cámara de fotos. Te alejaste un poco para poder hacer una buena foto del rostro completo, incluso te tomaste una junto a él haciendo el símbolo de la paz con una sonrisa inocente. Cuando finalmente te diste por satisfecha luchaste durante unos cuantos minutos hasta deshacerte de su agarre, dejando que en vez de tu cuerpo abrazase un cojín que había tirado en el suelo.

Nada más cerrar la puerta con cuidado para no hacer mucho ruido, un gruñido provino de tu estómago, te frotaste la tripa como si eso fuese a callar los sonidos de hambre, pero solo empezaron a escucharse más, intentando ocultar tus mejillas teñidas por vergüenza buscaste una cara conocida para poder pedir algo de comer. La mayoría de las personas que veías parecían demasiado agotadas o incluso dormidas, además de que tampoco habías hablado con la mayoría de ellos, por eso te tomó un rato encontrar a alguien que te pudiera ayudar.

—¡Izo!

Su nombre salió de tu boca con esperanza y alivio, haciendo que el hombre se girara rápidamente por la pizca de desesperación en tu tono.

—¿Ha pasado algo? ¿Te has lastimado?

—Tengo hambre, mucha mucha hambre.

Te abrazaste a su cintura, escondiendo tu rostro debido a que los sonidos que hacía tu tripa no cesaban, te sentiste incluso más avergonzada al escuchar la risa del hombre, lo miraste con un puchero para que dejara de burlarse de tu miseria. Te cargó sobre sus brazos con facilidad para llevarte a la cocina, era bastante temprano así que lo más seguro es que el cocinero no tenía nada preparado debido a la fiesta de anoche.

─Veamos que podemos encontrar por aquí...

Izo te dejó sobre la encimera de la cocina, tan solo limitándote a observar como rebuscaba entre los diferentes cajones, tratando de buscar algo que fuera de tu agrado o tratar de cocinar algo, lo que terminó sucediendo. Ahora si Izo era considerado como un buen costurero, la cocina definitivamente no era lo suyo. Para tu suerte no tuviste que comerte aquellas salchichas carbonizadas ya que Vista pasó por allí para comer algo, tampoco fue el mejor cocinero pero al menos hizo que tu desayuno fuera más comestible. Aunque todo era más comestible que un pedazo de carbón.

Ace no se despertó hasta la tarde, al mismo tiempo que tú ya que decidiste dormir una siesta luego de jugar por todo el barco con Haruta, el regazo de Barbablanca se convirtió en uno de tus lugares favoritos para dormir, aunque nunca podría superar el pecho de Zoro, nada ni nadie podría superar eso.

Regresaste al lado de Ace sabiendo lo que vendría después, ya te habías salido con la tuya al dejar que te llevase durante un par de días desviándolo de su búsqueda y manteniendo a algunos de los miembros de aquella tripulación ocupados, sabías que era la hora de regresar con tu capitán. Él pareció entender por completo lo que pensabas sin necesidad de hablar, y aunque tampoco negaría que quería continuar más tiempo contigo, no podía, ninguno de los dos podía.

Te tomaste unos minutos para despedirte de todos los que habías conocido, empezando por darle un beso en la mejilla a Izo y Marco, y terminando en un abrazo con Barbablanca, a pesar de no haber tenido mucho tiempo contigo, se alegraron de conocerte, tenían claro que si vuestras vidas se vuelven a encontrar en algún punto de la historia y estuvieras en peligro, te protegerían sin dudarlo.

Por otro lado, mientras que tú y Ace avanzabais por el vasto mar, siguiendo el pedazo de vivre card que Luffy tenía, tu tripulación lo estaba pasando mal ante el sofocante calor en el enorme desierto de Alabasta, a pesar de haber pasado la peor parte, todavía les quedaba un largo camino hasta llegar a Rainbase. Las quejas de Luffy no ayudaban al estado de animo de los demás, Chopper estaba extremadamente cansado debido a la poca costumbre ante el abrasante sol, por otro lado Nami no tuvo muchos problemas gracias al camello baboso que se negó a llevar a hombres, los demás trataban de sobrellevar el sofoco como podían.

Todos notaron tu falta de presencia, a pesar de que puede que no hablaras mucho en ciertos momentos, siempre fuiste como una corriente de agua dulce en todo este salado mar. Ahora mismo echaban de menos tu alegre actitud, estaban seguros que si bien el calor era horrible, tú tan solo le restarías importancia queriendo encontrar algún tipo de monstruo o criatura que posiblemente podría devorarte en un segundo, como la que habían matado hace un día, esperaron un pequeño golpe de tu parte pero oh, no estabas allí para regañarlos por golpear a un monstruo.

Realmente extrañaban tu presencia, tu ausencia fue notoria y esperaban que no tardaras mucho tiempo en regresar, aún sabiendo que estabas segura porque habías ido al barco de un yonko, preferían preservar tu seguridad por ellos mismos.

─¿Para qué son estos parches?

Actualmente ya estabas sobrevolando una parte del desierto de Albasta, Ace no perdió el tiempo y utilizó la mera mera para llegar lo antes posible a su destino, tú te sentaste sobre su espalda, siendo sostenida con uno de sus brazos solo por si acaso, jugueteaste con unos parches fríos que te dio hace unos minutos.

─Dáselos a tus amigos, te lo agradecerán si han estado caminando por horas sin descanso, y recuerda usar el paracaídas que te dejé, no puedo bajar así que te lanzaré en cuanto  los veas.

─¡Sí, señor!

Hiciste un saludo militar sintiéndote parte de una misión super importante, bueno incluso te lanzarías en paracaídas, seguro que podías añadir 'marine' a tu lista de títulos si te lo propusieras. 

Solo os tomo una hora de reloj encontrarlos, todos agotados pero sin parar de caminar, sin duda su determinación fue más fuerte que el cansancio, así que no los podías abandonar, tu misión era darles algunos refrigerios para que recobraran las fuerzas, además de brindarles tu presencia perdida.

─Gracias por todo Ace, te quiero, cuídate, mándale recuerdos a los demás y diles que quiero jugar con ellos cuando los vuelva a ver.

Abrazaste su cuello de manera fugaz, recibiendo unas palmaditas en la espalda, inmediatamente te lanzaste de cabeza al suelo soltando una risita ocasional debido al rozamiento del aire, sin perder tiempo extendiste la tela que te había dado para parar la vertiginosa caída, todavía disfrutando de la experiencia. Ace te observó mientras se alejaba, no quería ver a Luffy de momento porque sabría que lo retendría de algún modo, además, quería ver hasta donde llegaba él solo, así que no iba a entrometerse en sus asuntos, igual que esperaba que Luffy no se metiera en los suyos. 

─¡Estoy devuelta chicos!

─¡¿Qué demonios?!

Todos se exaltaron ante tu grito, casi les das un infarto por tu repentina aparición, pero el sobresalto duró más bien poco cuando se dieron cuenta de que solo eras tú, aliviados de verte sana y salva, felices de tenerte de nuevo a su lado y sobre todo agradecidos de que trajeras algo de agua contigo junto con aquellos parches fríos, fuiste como un ángel caído del cielo.

𝗙𝗿𝗲𝘀𝗵𝘄𝗮𝘁𝗲𝗿┃One Piece [HIATUS]Where stories live. Discover now