Cap 4 ✧ Una desconocida

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Unas horas antes

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Unas horas antes

Gemidos se escuchan por todo el pasillo.
Los Besos se sentían en todo el cuerpo, el olor a sexo no lo podía contener las paredes ni mucho menos las voces excitadas.

Con sus manos y su boca, disfrutaba darle caricias por todo su cuerpo, sus dedos se movieron y juguetonamente se detuvieron un momento en su ombligo para luego deslizarse más abajo. Se deslizaron a través de sus pliegues, al hacerlo se separaron suavemente las piernas, los dedos se deslizaron entre los pliegues húmedos de su sexo y un dedo largo y oscuro se deslizó dentro de ella.

—Oh dios, necesito más.

Con movimientos expertos se movía adentro de ella, haciendo que no aguantará más.

—Chiquita sigue gimiendo para mí, es demasiado exitante oírte. —Le susurra en el oído, manteniendo el ritmo de sus dedos aún.

—Ya, ya —gemía desesperada por tenerlo adentro de ella.

— ¿Ya que hermosa? Necesito que lo digas.—
La tentaba a perder su dignidad más de lo que ya estaba.

—Te necesito adentro de mí y no precisamente tus dedos.


Parado en el pasillo no me creía lo que estaba escuchando, gemidos de dos personas.
Escucho a lo lejos que el chico decía:
— ¡Sofía! — y una oleada de más gemidos.

Cuando escucho el nombre de su novia se quedó de helado, era acaso ¿esa novia que le juraba amor y lealtad?

Después de meses de ni verla estaba allí teniendo sexo con otro hombre.

Con valor que no sabía de dónde había salido me dirijo hacia la habitación, hago una fuerte exhalación antes de entrar, tomo el pomo de la puerta y la abro.

Con lo primero que mis ojos se topan es a Sofía encima de un tipo de piel caramelizado. Ella sigue moviendo sus caderas encima de él, cuando Sofía mueve su vista se encuentra con mis ojos llenos de descripción y ella sin ningún pudor se sigue moviendo con más ferocidad sobre el miembro de su amante.

—¡Joder Sofía! —exclamé de indignación y tristeza.
Al decir eso el chico voltea a verme asustado y se trata de separar de Sofía, pero ella no lo deja.

—Es que acaso no ves Adrien una mujer como yo, necesita que la satisfagan en el sexo. —Se excusó —Tú sigues siendo virgen, trate de comprenderte pero cada vez que yo quería sexo tu decías que no…

—Cállate maldición, esa no es excusa de verme la cara de estúpido. —dije arto. —Es que acaso ¿te importa más el sexo que mis sentimientos por ti?.

—Si lo pones así, sí. —de manera más dolorosa no lo pudo decir. —Y ve practicando porque si sigue así, las chicas no te querrán.

No quise ser más humillado así que me dirijo hacia la puerta de la habitación, al llegar Sofía me dice:
—Cierras bien la puerta, necesitamos terminar lo que estábamos haciendo.

No le hago caso y dejo la puerta abierta, me fui casi corriendo y al llegar a mi carro me dirijo al lugar donde con alcohol se olvidan las penas.

No se cuanto tiempo estuve en el bar ni mucho menos como maneje estoy tan borracho que ya ni sé dónde me encuentro, solo sé que baile con un chico en el bar «no soy gay por si se cruzó en tu cabeza».

Pero ahora que lo pienso ¿Porqué no había ninguna chica? ¿Me habré ido a un bar gay? Bueno ya no importa, ni importa el como es que cargo un letrero de alto en los asientos de atrás del carro.

Al dejar de lado mis pensamientos de lo que hice, noto que estoy tirado en el césped ¿Será un parque? Quiero creer que estoy en lo correcto.

Me llega un olor intenso— ¿Por qué olera tanto a estiércol de perro?— me pregunto al ver que no había caca alrededor.

Bueno capaz es el alcohol cambiando mis sentidos.

Alguien me habla y volteo a esa voz:
—Oye te encuentras bien, tienes sangre en la frente.
Giro mi cabeza y no distingo quien es ¿Me van a robar? Que lo hagan, Sofía ya se llevó todo de mí.

Con palabras que no sé de dónde salen le contesto:
—Oh ¿sangre? —me toco la frente incrédulo y cuando lo hago siento la sangre —Joder sí que es sangre, me he pegado duro con el suelo entonces.

Me quedo pensando en que momento me habré golpeado, tal vez ¿cuando comencé una pelea en el bar? O  ¿cuándo me caí al entrar al carro?

Al estar pensando mi mente se comienza a aclarar y me percato que es una chica la que tengo delante de mí. Y me sorprendí al ver que me está ofreciendo alcohol y los algodones, los agarró agradecido.

Me quedo observándola un rato mientras me limpio la herida, es bella y mi boca suelta una pregunta guiada aún por el alcohol:
— ¿Eres modelo? —pregunto, pues tiene cualidades para serlo.

— ¿Yo? No, no.

Cuando lo dijo ya mi mente estaba nublada por el alcohol y otra vez a mi boca le salió:
—Pues, aunque no eres modelo, eres demasiado hermosa ¿Puedo saber tu nombre?

Me pongo atrevido estando borracho eh.

—Leía

—Leía nada más.

Me recordó a la princesa Leía.

—Solo Leía.

Era claro que no me iba decir su nombre completo, soy un borracho sangrando en pleno césped de un parque.

—Está bien Leía, yo me lla…

Iba a decirle mi nombre pero sonó mi celular, baje la mano a la bolsa de mi pantalón para contestar:
—Hola Martin.

— ¿Como que hola Martin? Donde carajo estas, te vi salir huyendo de la habitación, te estaba gritando para que me dijeras que paso, pero ni tiempo de alcanzarte me diste.

—Joder ando en un parque, necesito contarte algo urgente, búscame con el GPS ando borracho.

Escucho que bufa al otro lado de la llamada. Así como también que la chica me habla pero no entiendo que dice:
—Vooy.

Y con eso corta la llamada.

Al dirigir mi vista a la chica y ella ya se ha ido.

















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